2019/04/25 18:06:9.608418 GMT+2
Los mecanismos electorales han pasado hoy a formar parte de las conversaciones ordinarias en cualquier barra de bar. El insólito final de la confrontación electoral en España, con un doble debate televisado en dos días sucesivos entre los dirigentes de solo cuatro partidos de los varios que se enfrentarán en las urnas el próximo domingo, ha alimentado innumerables tertulias, artículos de opinión y entrevistas sin fin, desarrollados en todos los tonos posibles.
Aunque, naturalmente, la prioridad ha correspondido a las elecciones generales españolas, algún hueco se ha abierto también en nuestros medios de comunicación para el insólito proceso electoral de Ucrania; no solo por la anómala figura del vencedor (tan anómala e imprevisible como en su tiempo lo fueron Trump y Bolsonaro) sino también por el inusual debate final entre los dos candidatos aspirantes al poder, que tuvo lugar en el estadio olímpico de Kiev ante miles de espectadores y en un exaltado ambiente, mezcla de concierto popular y mitin partidista.
Todo lo anterior nos ha llevado a no prestar demasiada atención al hecho de que, simultáneamente con nuestras elecciones generales, se está desarrollando estos días lo que el semanario británico The Guardian Weekly ha denominado "el más vasto ejercicio de democracia en la historia de la humanidad".
Si nuestra jornada de votación quedará resuelta durante las horas en que las urnas permanezcan abiertas el domingo 28 de abril, las elecciones generales de la India, que comenzaron el 11 de abril, durarán seis semanas. El recuento se completará el 23 de mayo y ese mismo día se conocerán los resultados.
El asunto no es baladí. Más de una octava parte de la humanidad va a votar en India estos días. Unos 900 millones de votantes, que hablan 22 lenguas oficiales y un sinnúmero de dialectos locales, ejercerán su derecho democrático. Varias decenas de millones de ellos son analfabetos. Además, en estas elecciones, se incorporan al electorado indio unos 84 millones de jóvenes que votan por primera vez, casi el doble de la población total de España.
La ley electoral de la India requiere que ningún ciudadano se vea obligado a desplazarse más de dos kilómetros hasta la mesa electoral. Esto obliga a utilizar unas máquinas portátiles de votación electrónica para poder cubrir el séptimo país más extenso del mundo. Cada ciudadano que vote verá teñida de color la uña y la cutícula del índice de su mano izquierda, con una tinta especial que permanecerá indeleble hasta que crezca la nueva uña. Es el modo de evitar la doble votación. Un hombre que, por confusión, votó a un partido que no deseaba (quería votar por "el elefante" y lo hizo por "la flor"), se cortó el dedo entintado.
Partidos de muy diversa naturaleza se enfrentan, identificados por figuras significativas para que todos puedan reconocerlos. Para los medios de comunicación hay otro dato de interés: no hay encuestas previas. Un profesor indio de la universidad de Berkeley afirma: "No tenemos teorías sobre el voto. No sabemos por qué los indios votan como lo hacen. ¡Ojalá lo supiéramos!". El televidente indio se ahorrará, por tanto, las infinitas e inútiles tertulias que en otros países intentan predecir los resultados. Para compensar, en India no es extraño recurrir a la astrología y a los videntes para satisfacer la innata curiosidad previa a toda cita electoral.
Pero, tanto en India como en España, los verdaderos problemas, que solo pueden resolverse con inteligencia y diálogo, rehuyendo el insulto y la confrontación, comienzan justo cuando concluye el proceso electoral y hay que formar Gobierno. Es cuando Brahma, Shiva y Visnú, y todos los dioses imaginables, tienen que echar una mano a los políticos para que predomine la razón y el buen sentido.
Publicado en República de las ideas el 25 de abril de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/04/25 18:06:9.608418 GMT+2
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2019/04/18 18:12:52.472826 GMT+2
El título de este comentario no alude al dolor que en amplios sectores de la sociedad europea ha causado el incendio de Notre Dame de París, el bello templo que se alza en el corazón de la isla de La Cité, que es tanto como decir el corazón de París o el corazón de Europa.
Las lágrimas a las que me refiero son las que se han vertido por escrito el pasado domingo, en un documento firmado por treinta y siete políticos europeos, exministros de Asuntos Exteriores de varios países y otros altos cargos responsables de la política internacional en nuestro continente. Documento que ha sido difundido en varios medios de comunicación europeos el pasado lunes. (Utilizo aquí la traducción publicada por El País.)
No son lágrimas de tristeza o de pena, ni expresan sentimientos de dolor o angustia, como podrían serlo las derramadas por el grave deterioro de un valioso bien común como la citada catedral. Son otro tipo de lágrimas. Son las lágrimas de la impotencia, de la insuficiencia, más amargas e hirientes que las que vierte el dolor.
Es la impotencia que se revela cuando el citado documento expone lo que Europa debería hacer para frenar la anticipada catástrofe palestina que se vislumbra tras el nuevo mandato alcanzado en las urnas por Netanyahu, combinado con la estrecha visión de Trump, que le apoya ciegamente.
Los políticos europeos recuerdan que "una paz viable requiere la creación de un Estado palestino junto a Israel" dentro de las fronteras anteriores a la guerra de 1967, "con Jerusalén como capital de los dos Estados"; añaden que Europa "debe rechazar cualquier plan que no cumpla con ese patrón".
De no ser así, los firmantes opinan que la causa de la paz se vería fatalmente perjudicada si el plan de paz que anuncia Trump fuerza a Palestina a convertirse "en una entidad desprovista de soberanía, de contigüidad territorial y de viabilidad económica". En resumen: un "no-Estado".
El problema queda así claramente planteado, y con lo que parecería ser una firme decisión se declara, al principio del texto, que ha llegado "el momento de que Europa mantenga nuestros principales parámetros para la paz entre Israel y Palestina".
La perplejidad empieza ahí. ¿Qué va a hacer Europa para mantener esos "parámetros"? ¿Se anuncia algún plan concreto de acción? Veamos. Algunas líneas después se cita a la ONU y a las resoluciones del Consejo de Seguridad, sin olvidar una alusión a la "ilegalidad" de los asentamientos judíos que trocean el territorio palestino.
Sin plan de acción alguno, sin embargo el panorama al que Europa se enfrenta queda bien expuesto: "Israel y los territorios palestinos ocupados se deslizan hacia una realidad de un solo Estado con derechos desiguales. Esto no puede seguir siendo así. Ni para los israelíes, ni para los palestinos, ni para nosotros en Europa"[cursivas de A.P.].
Y aumenta el desconcierto del lector. Nada se dice sobre qué se va a hacer o qué se puede hacer para materializar la voluntad política europea. Ningún programa verosímil se esboza en el texto comentado.
Por el contrario, desde el bando opuesto, The Washington Post ha dejado filtrar algunos aspectos del llamado "acuerdo del siglo", que Trump propondrá para resolver la cuestión palestina: un solo Estado judío, Jerusalén es intocable y los asentamientos ilegales seguirán creciendo.
El documento concluye en tono funeral: si no se hace nada habrá "consecuencias negativas de largo alcance". Ni siquiera se atreve a precisar cuáles podrían ser.
Llora, Europa, llora por nuestra impotencia común; llora por el moribundo proceso de paz que lograste alcanzar en Oslo en 1993. Y llora también, ya puestos a ello, por los cuarenta y un niños gazatíes muertos a tiros durante el primer año de las manifestaciones semanales en la franja de Gaza; y llora por el soldado israelí muerto durante el mismo periodo, en el que también cayeron unos 200 palestinos. La pasividad con la que desde Europa se contempla esta catástrofe es la que nos hace derramar las amargas lágrimas de la impotencia.
Publicado en República de las ideas el 18 de abril de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/04/18 18:12:52.472826 GMT+2
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2019/04/11 22:18:0.847241 GMT+2
La reciente celebración en Washington del 70º cumpleaños de la creación de la OTAN reunió en la capital estadounidense a los ministros de Asuntos Exteriores de los países de la Alianza. Como los resultados de la reunión son ya conocidos por los lectores de este diario y han sido divulgados por muchos medios de comunicación, parece más útil aludir a algo de lo que en ella no se trató abiertamente, a pesar de su importancia.
El llamado "Concepto estratégico" (CE) de la OTAN tiene para los Estados miembros un valor bastante parecido al de la Constitución de cualquier país democrático. Es un documento oficial "que bosqueja la finalidad y la naturaleza permanentes de la OTAN", en palabras de la propia Organización. Algo así como su razón de ser en cada momento.
Además, el CE sirve para "identificar los rasgos esenciales del nuevo panorama de la seguridad y especificar los elementos que sirven para que la Alianza gestione la seguridad y proporciona las directrices para adaptar sus fuerzas militares". Es decir, se trata de la base teórica esencial sobre la que la OTAN ha de funcionar en todos sus aspectos: militar, económico, político, etc.
Pues sucede que, de modo no muy distinto a como en España muchos somos los que advertimos que el texto de nuestra Constitución necesitaría una puesta al día, tras los años transcurridos desde su implantación y habida cuenta de la evolución de la sociedad desde entonces, también el CE vigente hoy en la OTAN (que fue aprobado en 2010) parece mostrar signos indudables de obsolescencia.
En él se afirma que "el espacio euroatlántico está en paz" y que la cooperación entre la OTAN y Rusia "contribuye a crear un ámbito común de paz, estabilidad y seguridad". Ni desde Moscú ni desde Bruselas podría aceptarse la veracidad de ambas afirmaciones.
En la capital rusa se tiene como amenazadora la expansión de la OTAN hacia el Este y las reiteradas ofertas de la Alianza a Georgia y Ucrania, materializadas en un aumento de la presencia naval otánica en el Mar Negro. Y desde Bruselas se observa con recelo la expansión rusa en Crimea y su tendencia a influir en los países contiguos y reafirmar su fuerza militar y sus tendencias presuntamente imperialistas.
Pero aunque el Concepto Estratégico en vigor esté claramente desfasado, repitiendo las inestabilidades propias de las constituciones anticuadas en los Estados, nadie ha propuesto iniciar su actualización. Y poco, o nada, se ha hablado al respecto en la reunión de Washington.
Esta extraña omisión es atribuible a que, para algunos miembros, iniciar una revisión del CE sería como abrir la caja de Pandora, dadas las discrepancias existentes en el seno de la Alianza sobre el modo de plantear la seguridad. También puede suponerse que la OTAN prefiere conservar una cierta indefinición -que algunos llaman "flexibilidad"- para no sentirse constreñida a la hora de adaptarse a nuevas amenazas, sobre todo las rusas.
Todo lo anterior revela una situación de evidente incertidumbre, en la que apenas tienen nada que ver las amenazas de Trump contra la vigencia del "todos para cada uno" ni su exigencia de mayor participación financiera de Europa en los gastos de la Alianza.
Porque la esencia del problema es más antigua: volver a dar finalidad y razón de ser a una alianza que se creó contra un enemigo específico que ya no existe. E incluso desbordar el marco geográfico del "Atlántico Norte" para justificar acciones tan alejadas de él como la intervención en Afganistán.
La OTAN sigue, pues, buscando su lugar bajo el sol.
Publicado en República de las ideas el 11 de abril de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/04/11 22:18:0.847241 GMT+2
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2019/04/04 19:04:53.740314 GMT+2
Muchas toneladas de papel se han impreso tratando sobre el terrorismo. Pero las últimas -por el momento- páginas (digitales) las escribió el terrorista australiano de 28 años de edad que el pasado 15 de marzo atacó a los fieles de dos mezquitas en Nueva Zelanda causando medio centenar de víctimas.
En una especie de manifiesto de casi ochenta páginas, Brenton Tarrant citaba su relación con el terrorista noruego Anders Breivik, protagonista en 2011 de otra matanza masiva en su país, con cuya aprobación había contado.
La marea de ultraderecha neonazi, que empieza a extenderse por América y Europa, ha llegado ya a nuestros antípodas. Y allí, también a través de las redes sociales, segrega la repugnante baba del odio. Poco importa que el autor del manifiesto sea un fanático inculto e ignorante, porque el peligro real reside en que muchas de esas primitivas ideas son hoy compartidas por personajes de alto relieve internacional, como Trump o Bolsonaro.
Escribió que a duras penas había cursado los estudios básicos y que desdeñó la Universidad "porque no tenía gran interés en nada de lo que allí se estudia". Se consideraba "un hombre blanco normal, de una familia corriente", que decidió "tomar posición para garantizar un futuro para mi pueblo" amenazado por los "invasores extranjeros".
Si el objetivo natural del terrorismo es inspirar terror mediante la muerte, en este caso es necesario advertir que la idea va más allá. Como comenta Jason Burke en The Guardian, la finalidad del ataque "no fue asesinar musulmanes sino grabar un vídeo de alguien asesinando musulmanes".
Así fue. Durante más de un cuarto de hora la cámara que portaba el terrorista transmitió en directo el asesinato múltiple. El propio hecho de una difusión al alcance de cualquier persona multiplica el efecto de terror causado por la muerte.
La eficacia del terrorismo, según Burke, se debe a que lo sentimos como próximo, nuevo y personal. Lo vemos próximo cuando se produce en un ámbito similar al nuestro y lo observamos a través de las pantallas de nuestros aparatos. Nos parece nuevo porque, aunque todos producen los mismos efectos en la sociedad (horror, comentarios, debates...) cada uno es distinto al anterior. Y lo vemos como personal porque aunque las estadísticas nos muestran que es más probable morir de un simple accidente casero, nuestro instinto nos hace pensar que lo que hemos contemplado en Nueva Zelanda o en otro lugar nos puede pasar a nosotros.
El terrorismo neonazi ha acabado por aprender lo que ya habían aplicado con eficacia los terroristas islámicos desde que atacaron las torres gemelas de Nueva York: nadie en el mundo pudo ignorar aquel brutal atentado. Cuando Tarrant sube a su automóvil para desencadenar el terror, mira directamente a la cámara y dice: "Empecemos con esta fiesta" (Let's get this party started).
Hay que decirlo claro: algunas posturas políticas en nuestro mundo occidental están fomentando un supremacismo blanco de ultraderecha cuyo resultado inevitable es lo que acabamos de ver. La xenofobia y el odio al musulmán que muestran algunos organismos públicos en varios Estados del mundo son la base sobre la que se nutre el terrorismo neonazi que estos días nos asusta. Lejos quedan las añejas llamadas revolucionarias a la "libertad, igualdad y fraternidad". Algo habrá que hacer al respecto.
Publicado en República de las ideas el 4 de abril de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/04/04 19:04:53.740314 GMT+2
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2019/03/28 18:18:1.283959 GMT+1
En septiembre de 1964 tuve ocasión de presenciar el desfile conmemorativo de la independencia de México desde el balcón principal del Palacio Municipal de Ciudad Juárez, acompañando a las autoridades locales.
Asistí a esas ceremonias en representación de los militares españoles que durante 16 meses estuvimos destacados en la Escuela de Defensa Aérea del Ejército de EE.UU., radicada en Fort Bliss, El Paso (Texas), trabajando en lo que nos convertiría en la primera unidad de misiles antiaéreos de la Artillería española.
Para llegar a Ciudad Juárez desde El Paso bastaba cruzar el puente internacional sobre el río que separa ambas ciudades y que constituye la frontera entre México y EE.UU. hasta su desembocadura. Su nombre depende de la perspectiva adoptada: visto desde EE.UU. es conocido como Río Grande del Sur pero los mexicanos lo llaman Río Bravo del Norte.
En el puente internacional de El Paso una línea identificaba la frontera, situada sobre el centro del canal que marca el eje del río. Para los residentes a ambos lados de la frontera en aquellos tiempos el tránsito era fluido, como pude comprobar en las frecuentes escapadas que hacíamos los españoles de Ft. Bliss para ir a comer al restaurante "Madrid" de Ciudad Juárez y olvidar por un rato los menús de la base militar.
Por lo que era fácil observar, la mano de obra mexicana cruzaba de sur a norte y los ociosos turistas o viajeros estadounidenses lo hacían en sentido contrario. Apenas había trámites en esa frontera; los mexicanos debían atender a un aviso exhibido en la pared: "Favor de llevar la MICA en la mano". Saber que MICA es la Mexican Identification Card resolvía la perplejidad del forastero que lo leía por primera vez.
Poco podía yo imaginar que años después las circunstancias evolucionarían hasta el punto de convertir a Ciudad Juárez en una de las ciudades más peligrosas de México. Pero esto no es el objeto de este comentario. La irrupción de Trump en la política de EE.UU., con su lema Make America Great! y su obsesión por erigir un muro que la aísle de México está produciendo una curiosa paradoja: el resultado es que, de hecho, se va a reducir el territorio soberano de EE.UU. a la orilla del Río Grande.
Para que el muro se adaptara exactamente a la línea fronteriza, todo a lo largo de Texas debería estar construido sobre el centro del río. Esto es técnicamente imposible porque, aunque el Río Grande es poco caudaloso, experimenta crecidas que arrasarían la obra o incluso cambiarían el cauce. Y si se edifica cerca de la orilla, los efectos de las sucesivas avenidas irían socavando sus cimientos.
Por tanto, las secciones del muro ya construidas se hallan en territorio estadounidense, lejos de la orilla del río y algo elevadas sobre la zona de aluvión. En definitiva, la construcción del muro ha abandonado a México el espacio que se extiende entre el centro del río y el muro. Desde ese punto de vista, es innegable que Trump ha hecho America smaller, aunque México no ocupe la zona renunciada.
Estas son las paradojas de las políticas adoptadas para satisfacer un objetivo perentorio sin valorar en su justa medida todos los posibles resultados. ¡Ya encontrará Trump el modo de salvar su imagen pública por tan anómalo desliz, que es lo que más le preocupa!
Publicado en República de las ideas el 28 de marzo de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/03/28 18:18:1.283959 GMT+1
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2019/03/21 19:00:21.169283 GMT+1
Aunque pudiera ser asunto de interés y candente actualidad, este comentario no se refiere a los generales españoles retirados que forman parte de las listas electorales ni a esas guerras, verbales pero ásperas, entre partidos políticos y también dentro de ellos, desencadenadas con motivo de las elecciones generales del próximo 28 de abril. Las urnas expresarán la voluntad de los ciudadanos y darán por concluidas esas guerras una vez resuelta la pugna electoral.
Pero no existen las urnas que pudieran dar por concluidas algunas de las guerras que EE.UU. ha ido extendiendo por diversos países y sobre las cuales han expresado recientemente sus opiniones los generales que las han conducido.
La lucha en Afganistán va a entrar en su decimoctavo año, lo que la convierte en la guerra más larga que jamás haya librado EE.UU. en toda su historia. El general David Petraeus, ahora retirado, combatió en Irak donde ganó fama a pesar de no haber conseguido éxitos estimables. Aun sabedor del caos que EE.UU. ha sembrado en ese país, cree posible sostener una guerra interminable contra el terrorismo: "Opino que la lucha contra los extremistas islámicos no es una guerra cuyo fin lleguemos a ver durante nuestra vida. Creo que es una lucha generacional, que exige un compromiso sostenido. Pero solo puede continuar si es asumible en dispendio de sangre y dinero".
Un inciso: esto nos llevaría a recordar cómo algunos soldados a las órdenes del mítico general Patton, durante la 2ª G.M., ironizaban sobre su apodo (old blood and guts: "el viejo sangre y agallas"), aclarándolo así: "'nuestra' sangre y 'sus' agallas".
Sangre y dinero, según Petraeus: una fórmula aberrante, que humillaría a cualquier estratega aficionado que, siguiendo los consejos de Sun Tzu, buscara obtener el máximo beneficio con el mínimo sacrificio.
De nuevo Petraeus: "Hay que hacer algo contra el islamismo porque, si no, va a sembrar violencia, extremismo, inestabilidad y un tsunami de refugiados, no solo en los países vecinos sino en nuestros aliados europeos, socavando su situación política interna".
El general parece ignorar que ese fue precisamente el resultado de las invasiones de Afganistán e Irak, sin olvidar lo que después ha ocurrido en Siria o Somalia.
Oigamos a otro general, el actual jefe de EM del Ejército, Mark Milley, previsible futuro jefe supremo de las FAS, que recuerda cómo "los progresos tecnológicos y las armas accionadas a distancia no pueden alcanzar el éxito por sí solos. La promesa de que las guerras sean cortas es a menudo un espejismo. Hay que equilibrar los objetivos, los modos y los medios para alcanzarlos. Hay que recordar que en las guerras las decisiones se toman sobre el terreno, entre barro y suciedad, y que hay factores permanentes, como la acción humana, la suerte y la voluntad del enemigo, que son los que determinan el resultado de las guerras". Tampoco este general brilla por sus ideas, elementales simplezas que poco añaden al llamado arte de la guerra.
Una conclusión inicial de todo lo anterior sería sumamente desalentadora: no existe otra perspectiva imaginable sino una guerra sin fin que podrá beneficiar, sin duda, a los que fabrican armas en permanente renovación, pero a costa de una humanidad que seguirá soportando las consecuencias de las guerras, muriendo, emigrando y sufriendo.
Eso parece desprenderse de lo que nos anuncian unos destacados generales, a cuyo servicio está la más poderosa máquina de guerra que jamás haya existido. Hasta que el previsible caos universal, fruto del cambio climático, ponga fin a todo ello, ¿dónde nacerán las ideas que puedan cambiar tan ominoso destino?
Publicado en República de las ideas el 21 de marzo de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/03/21 19:00:21.169283 GMT+1
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2019/03/14 17:13:17.169400 GMT+1
El "Instituto Watson de Asuntos internacionales y públicos", de la Universidad Brown (Providence, RI, EE.UU.) desarrolla desde hace varios años un proyecto sobre los costes de las guerras. De entre éstas, la más destacada es hoy la que en septiembre de 2001 desencadenó EE.UU., bajo la presidencia de Bush, conocida como "guerra global contra el terrorismo".
El codirector del proyecto ha confeccionado un mapa actualizado, que ha sido publicado por la revista Smithsonian, y que el lector puede consultar en:
https://watson.brown.edu/costsofwar/files/cow/imce/papers/2019/US%20Counterterror%20War%20Locations,%202017-18,%20Smithsonian_Costs%20of%20War%20upright.pdf
En él se muestra gráficamente que durante los años 2017-18 EE.UU. ha desplegado su actividad antiterrorista en el 40% de todos los Estados mundiales. Esta actividad no tiene solo carácter militar. También el Departamento de Estado ha contribuido instruyendo en muchos países a los cuerpos policiales y de fronteras y desarrollando programas educativos para la población.
En los 80 países implicados (incluida España) existen 40 bases militares desde las que se apoya la guerra contra el terrorismo; durante los dos años estudiados se han desarrollado en ellos 65 misiones antiterroristas y 26 maniobras militares. En 14 de esos países las tropas de EE.UU. están implicadas en acciones de combate y en 7 de ellos se efectúan ataques aéreos y mediante drones.
Pero la conclusión fundamental que se deduce de este trabajo induce a preguntarse si la continuada extensión de la guerra contra el terror está produciendo los deseados efectos. La realidad muestra una respuesta negativa: la presencia militar de EE.UU. en tantos países ha generado resentimientos en muchos pueblos, y lo peor es que desde aquel fatídico 11 de septiembre que inició esta guerra los grupos terroristas se han multiplicado por todo el mundo y aunque son aniquilados temporalmente en ciertos lugares, cambian, mutan y se transforman, reproduciéndose hasta hoy como una metástasis incurable.
Bajo la presión bélica que impone la omnipresente guerra contra el terror se invierten más recursos en acciones militares que en otras actividades que beneficiarían directamente a los pueblos: ayuda humanitaria, defensa de los derechos humanos o esfuerzos diplomáticos para rebajar tensiones.
Para observar avances reales que redujesen las acciones terroristas y sus nefastos efectos en todo el mundo, se necesitarían nuevos proyectos y nuevas ideas, que se enfoquen, sobre todo, a las raíces religiosas, sociales, económicas y políticas desde las que se nutre el terrorismo de hoy. Porque el terrorismo es solo un síntoma y las enfermedades no se curan eliminando los síntomas sino atacando su verdadero origen.
Pero será imprescindible esforzarse por actuar con una perspectiva más amplia, que permita valorar en su conjunto los riesgos que acechan hoy a la humanidad. Porque es preciso tener presente que las consecuencias del acelerado cambio climático pueden alcanzar tal grado de peligrosidad que hagan del terrorismo un mal menor frente a la catástrofe universal con la que aquel amenaza en un futuro no muy lejano.
Las voces de los estudiantes que el viernes 15 de marzo resonarán en las manifestaciones públicas que recorrerán muchas ciudades del mundo, deberían alertar a las viejas generaciones, porque aspiran a que el mapa que ilustra este comentario se convierta en el mapa de los esfuerzos mundiales para hacer frente al cambio climático.
Publicado en República de las ideas el 14 de marzo de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/03/14 17:13:17.169400 GMT+1
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2019/03/07 17:34:48.641554 GMT+1
Unos 500 estudiantes palestinos de 6º a 12º grado acuden a diario a la escuela al-Sawiyeh al-Lebban, situada en las inmediaciones de Nablus, al norte de Palestina.
Durante las horas escolares no es extraño escuchar la voz del director de la escuela anunciando a través de los altavoces: "El ejército israelí ha sido visto cerca de nuestras instalaciones. Permaneced dentro de las clases, alejados de las ventanas y cerrad bien las puertas. Estad preparados para la evacuación".
Los incidentes causados por la presencia militar y por los colonos armados que entran en el colegio han obligado al personal docente a entrenar a los estudiantes sobre qué hacer cuando se producen tales incursiones. Se les ha enseñado a protegerse de los efectos del gas lacrimógeno y algunos han sido instruidos para prestar atención de primeros auxilios a sus compañeros.
La escuela está incluida en la llamada "zona C", que abarca un 60% del territorio de Palestina, lo que significa que está directamente bajo control militar israelí. Además, un asentamiento ilegal la rodea casi por completo, ocupando las colinas contiguas.
Un veterano profesor declaró: "A los colonos y los soldados les gusta apuntar a los niños con sus armas para asustarlos". Recuerda que en octubre pasado la autoridad israelí ordenó cerrar la escuela porque se acusaba a los niños de lanzar piedras. Cuando padres y profesores decidieron mantenerla abierta, las fuerzas israelíes dispararon gas lacrimógeno y balas de acero revestidas de goma contra las personas concentradas frente a la escuela protestando por su cierre, alcanzando a varias personalidades palestinas que habían acudido a la protesta, como el ministro de Educación y el gobernador de Nablus, así como a profesores y estudiantes.
El profesorado se queja del efecto negativo que todo esto tiene sobre los alumnos. Las frecuentes evacuaciones de las clases interrumpen la enseñanza. Los padres temen enviar a sus hijos a clase. Una ONG internacional, Save the Children, ha colaborado en adoptar la iniciativa conocida como "Escuelas como zonas de paz", creando unas "células de crisis" formadas por estudiantes y profesores, que han de hacer frente a las emergencias y preparar a todos ante los efectos de las armas utilizadas por Israel.
Los alumnos también se sienten afectados: "Nos afecta psicológicamente, porque vivimos en un entorno de violencia y no podemos concentrarnos en los estudios" -dice una alumna de 17 años- "En vez de prestar atención a las lecciones, estamos siempre pensando sobre lo que nos puede pasar cuando salgamos de la escuela. ¿Me dañarán, me detendrán o me matarán? Nunca estamos seguros".
Ni siquiera la presencia de policías palestinos en la entrada de la escuela, iniciada a comienzos de este año, ha contribuido a pacificar el ambiente, aunque ha reducido la frecuencia de las incursiones ajenas.
Este pequeño fragmento de la vida palestina, aquí relatado, que refleja las nefastas consecuencias que para la población tiene la ocupación militar de su territorio no está basado en ningún documento que pudiera tacharse de antisemita. Procede de una ONG judía radicada en EE.UU. cuyo nombre es Jewish Voice for Peace ("La voz judía por la paz" https://jewishvoiceforpeace.org/) que, como se expresa en su página web, "se opone al fanatismo y la opresión contra judíos, musulmanes y árabes".
Aspira a poner fin a la ocupación israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental, dar seguridad y autodeterminación a israelíes y palestinos, alcanzar una solución justa para los refugiados y poner fin a la violencia contra la población civil". Aspira, nada menos, que a "alcanzar la paz entre los pueblos de Oriente Medio"
Admirables ambiciones que, lamentablemente, ni la política israelí ni la estadounidense parecen estar en condiciones de apoyar.
Publicado en República de las ideas el 7 de marzo de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/03/07 17:34:48.641554 GMT+1
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2019/02/28 18:50:20.696203 GMT+1
En agosto del año pasado, una estudiante de Estocolmo de 15 años de edad, Greta Thunberg, comenzó a faltar a clase los viernes. Esos días se quedaba sentada frente al Parlamento sueco exhibiendo un cartel que pedía la huelga escolar contra el cambio climático. Repartía unas hojas con este texto: "Hago esto porque los adultos se están cagando en mi futuro".
Su protesta se extendió como una explosión de pólvora y en unos meses decenas de miles de estudiantes se manifestaron en Europa, Australia y Japón, durante los llamados "viernes para el futuro". También tuvo la oportunidad de dirigirse a los ultramillonarios mundiales reunidos en Davos con motivo del Foro Económico Mundial el pasado mes de enero (adonde llegó tras 32 horas en tren, para recordar que hay modos de viajar que contaminan menos que los aviones).
La exposición que desarrolló ante ellos concluyó con estas palabras: "Algunos dicen que no deberíamos dedicarnos al activismo. Que deberíamos dejarlo todo en manos de los políticos y limitarnos a votar por el cambio. Pero ¿qué hacer si no hay voluntad política? ¿Qué hacemos cuando nada de lo necesario se está llevando a cabo? Los adultos repiten: 'Se lo debemos a los jóvenes, para darles esperanza'. Pero yo no deseo vuestra esperanza. No quiero que tengáis esperanza. Quiero que tengáis pánico. Quiero que sintáis el miedo que yo siento cada día. Y después quiero que actuéis. Que actuéis como lo haríais en una crisis, como si nuestra casa estuviera ardiendo. Porque está ardiendo".
El impulso así generado sigue creciendo. El 15 de marzo se anuncia una huelga escolar coordinada por los jóvenes de todo el mundo, que a sus mayores nos reprochan "que les impulsemos a estudiar para el futuro, cuando ese futuro pudiera ser inexistente".
En Davos, Greta Thunberg fue tajante: "Resolver la crisis climática es el más complejo reto que ha afrontado jamás la humanidad. Pero la solución es tan sencilla que hasta un niño pequeño la entendería: hemos de suprimir las emisiones de gases de efecto invernadero".
Greta es hoy famosa, pero no es la única. Hay jóvenes en otras partes del mundo que también muestran con su comportamiento la firmeza y claridad de ideas que se echan a faltar en algunos adultos. Si de Suecia pasamos a Israel, encontraremos a Hilel Garmi, un muchacho de 19 años que se ha mostrado tan seguro y decidido como la estudiante sueca para defender sus principios aun a pesar de varias condenas a prisión por su tenaz protesta contra la expansiva ocupación israelí de Palestina: "Desde que estaba en octavo grado [12-14 años] he pensado que la ocupación de Palestina es inmoral".
Por eso se ha negado a cumplir el servicio militar, lo que le ha hecho ser periódicamente encarcelado. El Gobierno de Israel hace distinción entre los "objetores de conciencia" y los que considera "objetores políticos", porque solo rechazan el servicio militar en los territorios ocupados, a los que trata con gran rigor.
Hilel se explica así: "No puedo alistarme porque desde muy pequeño fui educado en la creencia de que todos los seres humanos son iguales. No acepto la idea común entre todos los judíos que les hace creerse distintos de los árabes. Yo no debería ser tratado de modo distinto al de un niño que haya nacido en Gaza y no creo que la felicidad o la tristeza de unos sean más importantes que las de otros. Como una persona que ha nacido en el lado más poderoso de la jerarquía que existe entre el Mediterráneo y el río Jordán, tengo el poder y la obligación de combatir a esa jerarquía".
Tras seis reclusiones en prisión Hilel ha sido liberado definitivamente de sus obligaciones militares. No acaba de saber por qué motivo. Quizá las autoridades sospecharon que su voluntad no iba a quebrarse. Por otro lado, un tenaz objetor de 19 años repetidas veces encarcelado podría llamar más la atención y motivar con su valentía a otros jóvenes para seguir el mismo camino.
Por ahora, el esfuerzo de Hilel no ha alcanzado la resonancia internacional de Greta y ni siquiera ha despertado en Israel el eco que cabía esperar. Esto es atribuible a la crítica situación en la que vive el país, que el propio Hilel describe así: "El pueblo de Israel se siente aislado del resto del mundo. El Gobierno y los medios de comunicación nos recuerdan constantemente cómo Irán y muchos otros países desean destruirnos".
Greta e Hilel son dos jóvenes que aplican sentido común y nobleza de espíritu a unos problemas que sus mayores parecen incapaces de resolver y que conducen a un futuro ominoso. Mientras tanto, Trump desdeña y niega el cambio climático y Netanyahu aplasta y fragmenta al pueblo palestino. Pero ellos son los que ostentan el poder aunque no tengan razón.
Publicado en República de las ideas el 28 de febrero de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/02/28 18:50:20.696203 GMT+1
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2019/02/21 18:03:29.185140 GMT+1
Trump afirmaba el pasado domingo, utilizando la vía tuit -como tiene por costumbre-, que "el Califato [es decir, el ISIS o Estado Islámico, a gusto del lector] está a punto de caer" y a continuación amenazaba a Reino Unido, Francia, Alemania "y otros países aliados" con liberar "más de 800 combatientes de ISIS" que podrían volver a Europa a menos que sus aliados no los acepten inmediatamente y los sometan a juicio.
Se lamentaba de que de no hacerse cargo de los yihadistas apresados por EE.UU. en Siria "EE.UU. no desea contemplar cómo esos combatientes de ISIS se esparcen por Europa, que es donde se espera que vayan" e insistía en que "esa posibilidad no es buena porque nosotros nos veremos forzados a liberarlos".
Con su abstruso estilo remachaba así la idea: "Nosotros hacemos tanto y gastamos tanto que ya va siendo hora de que otros intervengan y hagan el trabajo que pueden hacer. Nosotros nos retiramos tras una victoria completa al 100% sobre el Califato". Note de paso el lector que en el primer tuit, escrito a las 4:51 AM del día 17, el Califato estaba "a punto de caer", y en el siguiente, a las 5:01 del mismo día, había sido ya derrotado "al 100%": ¡Misión cumplida!
Se dice que Trump es poco dado a la lectura y que le gusta informarse viendo televisión. Por eso no se enteró de un documentado trabajo publicado unos días antes (13-2-2019) en The New York Review, y titulado "Invicto, el ISIS regresa a Irak" (Undefeated, ISIS is back in Iraq"), que le habría ayudado a reflexionar un poco antes de ponerse a tuitear.
El autor del texto, Aziz Ahmad, sabe bien de qué habla pues forma parte del equipo del Canciller del Consejo de seguridad de la región iraquí del Kurdistán. Según las informaciones recopiladas por su equipo de investigación, durante los pasados quince meses se han producido centenares de ataques en zonas que se suponían libres de combatientes del ISIS. En muchas partes del noroeste iraquí, sus guerrillas montan emboscadas contra las fuerzas de seguridad a una escala sin precedentes. Hasta en la misma ciudad de Mosul, que fue recuperada en 2017 por las tropas gubernamentales tras una prolongada y costosa campaña, la bandera negra del ISIS ha vuelto a ondear últimamente sembrando el pánico entre la población civil.
Sobre el territorio que abandonó ISIS operan ahora numerosas milicias sectarias que exigen servidumbre a la población. Miles de familias acusadas de estar vinculadas al ISIS están exiliadas, perseguidas por las milicias y se sienten deshonradas. El Gobierno ha declarado derrotado al ISIS, como si fuera ya algo del pasado, pero los síntomas de su resurgir son preocupantes y las causas que lo hicieron nacer no han sido corregidas.
El renacer de ISIS ha tomado forma de venganza contra los que renegaron de él. Durante el pasado año numerosos jefes de poblado han sido asesinados o secuestrados. Los vengadores penetran de noche en los poblados y buscan objetivos concretos, es decir, los que en el pasado colaboraron con el Gobierno. Por otra parte, la derrota de ISIS en Siria ha hecho volver a Irak a numerosos combatientes listos para introducir armas y sembrar el caos en el país.
La sugerencia de Ahmad es clara: "Detener el retorno de ISIS exige comprende cómo este grupo se ha embebido en la sociedad iraquí durante los últimos quince años de conflicto. Ocupar militarmente el territorio no suprime las causas de descontento sobre las que crece ISIS. Y sin desdeñar la importancia del factor militar para dar seguridad a la región, este conflicto es un conflicto político en un territorio arrasado por la guerra y con una población desmoralizada a la que ISIS ha persuadido de que abandonen la vía política y abracen la rebelión".
Trump dando por aniquilado el Califato parece una copia grotesca de aquel Bush que, aterrizando de uniforme en un portaaviones, proclamó en 2003 solemnemente: Mission accomplished!, cuando en realidad el sangriento y prolongado conflicto de Irak sólo acababa de empezar.
Publicado en República de las ideas el 21 de febrero de 2019
Escrito por: alberto_piris.2019/02/21 18:03:29.185140 GMT+1
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