The Climate Mobilization es una organización no gubernamental creada en EE.UU. en 2014 con la finalidad de "contener el calentamiento global y la extinción masiva de las especies, para proteger a la humanidad y a la naturaleza frente a la catástrofe climática". La palabra "movilización" tiene aquí el mismo sentido que tuvo en las potencias aliadas durante la 2ª Guerra Mundial, a fin de poner todos los recursos del país al servicio del esfuerzo bélico para derrotar a las potencias del Eje.
Su fundadora y directora, Margaret Klein Salamon, psicóloga, prolífica escritora y activista medioambiental, opina que las sociedades humanas pueden encontrarse en "modo normal" o en "modo emergencia", por utilizar una expresión más propia de la informática. En modo emergencia, la gente acepta comunitariamente la existencia de un peligro frente al que "hay que hacer todo lo que se pueda" para protegerse de él.
Así es como la humanidad está hoy reaccionando frente al peligro del coronavirus, pero para Salamon el verdadero reto al que nos enfrentamos es "mantener el 'modo emergencia' activo frente a la crisis climática, cuyo peligro es superior en varios órdenes de magnitud. No podemos pensar en volver 'a lo normal', porque las cosas ya no eran antes normales".
La analogía no es del todo exacta. La emergencia climática evoluciona más lentamente que el Covid-19. Nadie teme ser ingresado en un hospital por efecto de la emergencia climática, con peligro de muerte inminente esa misma noche. Por eso, alcanzar el "modo emergencia" frente a la crisis climática es más difícil que hacerlo frente al coronavirus. Si se lograra, los noticiarios de todo el mundo se llenarían de datos actualizados al instante sobre qué países estaban reduciendo sus emisiones contaminantes, en qué cuantías, y se votaría a los dirigentes políticos que adoptaran medidas en tal sentido. Por el contrario, los noticiarios hoy nos informan sobre los fallecidos, los contagiados y los salvados de las garras del virus.
Sin embargo, según se informa desde la Universidad de Stanford, la reducción en la contaminación atmosférica en cuatro ciudades chinas, como consecuencia de la confinación de la población a causa de la pandemia, ha salvado la vida de 1400 niños menores de 5 años y de 52700 adultos de más de 70. Muchos han visto las estrellas nocturnas por vez primera sin "boinas" contaminantes que oscurecen el cielo.
Muchos de los esfuerzos ahora realizados para vencer al coronavirus se enfocan con la idea de evitar que en el manejo de esta crisis sanitaria se reproduzcan los nefastos fracasos de la crisis financiera de 2008. Pero Salamon considera que todavía es más importante prepararse para la ya imparable emergencia climática.
Ambas crisis, la sanitaria actual y la climática inminente, tienen aspectos similares. Ambas exigen muy altos niveles de cooperación internacional; obligan a cambiar hoy costumbres y comportamientos, para sufrir menos mañana; han sido anunciadas anticipadamente por la Ciencia y descuidadas por la Política, por dirigentes más preocupados por ganar las próximas elecciones que por prever el futuro. No solo eso; ambas demuestran que hay que limitar las leyes del mercado para muchas actividades humanas y que es necesario reforzar las inversiones públicas para salir de la crítica encrucijada a la que ambas crisis nos arrastran.
Salamon cree que una lección de la crisis del virus es el "poder de la emoción compartida", que está logrando frenar la pandemia. En España, a las 20.00 salimos a agradecer públicamente desde nuestras ventanas a los que trabajan para derrotar al virus. Se refuerzan lazos de solidaridad y atenciones mutuas entre las personas.
"Necesitamos aprender a asustarnos juntos, -escribe- a estar de acuerdo en lo que nos causa pavor. Solo así los Gobiernos se verán forzados a actuar. Es bueno que entremos en el 'modo emergencia' ante la pandemia. Pero como no lo hagamos frente a la crisis climática...". Los puntos suspensivos encierran una amenaza que a todos nos concierne.
Publicado en República de las ideas el 23 de abril de 2020
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