El viejo cañón

No, no voy a gastar ni un céntimo de euro para comprar el librito de Cercas. Quizá sea suficiente con leer la crítica que le hace el historiador Francisco Espinosa Maestre. Según éste, Cercas intenta suavizar su pasado familiar faccioso, precisamente un hecho social que se produjo durante la Transición y la democracia actual. De eso se trataba, de negar u ocultar un pasado fascista, un pasado familiar opresor, porque había que vestirse con nueva ropa, con una ropa de disfraz democrático, y conservar viva la Memoria Histórica sobre ese pasado negro no era decente, no es decente en el tiempo actual, pero, en cierta medida por desgracia, y una vez revisado ese pasado, es comprensible y aceptado. Hay que limpiar con la ambigüedad, como dice Espinosa en su artículo, con que los comportamientos represores y golpistas fueron necesarios seguirlos porque los tiempos eran así. Lo mejor es enterrar el pasado, como hace Javier Cercas, reescribiendo su Historia y adecuándola a su disfraz democrático actual, justificando comportamientos deleznables. Ya sé que la objetividad es una utopía, por lo que, por desgracia, lo que predomina es la plena subjetividad de los deformadores de la Historia, que no han desaparecido, y que utilizan también la literatura para crear y difundir esa historia contaminada; un hecho que no ha desaparecido totalmente de la historiografía actual ni de la literatura, la Historia y la Literatura, dos vehículos muy propicios, muy amplios, muy acogedores para mentir y decir la verdad.