Hace tres semanas aludí a la crítica decisión que en unos días (el próximo sábado, 12 de mayo) habrá de tomar el presidente Trump en relación con el acuerdo nuclear (el llamado "Plan Conjunto de Acción Integral") que varias potencias (Alemania, China, EE.UU., Francia, Reino Unido, Rusia y Unión Europea) pactaron con Irán en 2015, considerado un importante hito para asegurar la estabilidad y la paz en Oriente Medio al controlar el desarrollo nuclear de este país.
Si EE.UU. no decide en esa fecha poner fin a las sanciones aplicadas contra Irán por su programa nuclear o si las renueva o endurece, es muy probable que se genere una nueva crisis en la zona, además de crear tensiones entre EE.UU. y sus aliados europeos.
Para agravar aún más la situación, el presidente israelí atizó el lunes pasado el fuego de la desconfianza al revelar, en una conferencia de prensa en el ministerio de Defensa, las supuestas falsedades de Teherán sobre su programa nuclear, mediante una espectacular presentación de documentos obtenidos por el todopoderoso servicio secreto israelí, el Mossad.
Apenas unas horas después, el volátil presidente estadounidense afirmó triunfalmente: "El discurso de Netanyahu sobre Irán demuestra que yo tenía el cien por cien de razón respecto al acuerdo nuclear". La respuesta iraní no se hizo esperar a través de la agencia estatal de noticias: "Netanyahu es famoso por sus ridículos shows". Y el ministro de Asuntos Exteriores puntualizó que todo ello era agua pasada, había sido ya conocido en su momento por la Agencia Internacional de la Energía Atómica y ahora se sacaba a colación para romper el acuerdo internacional, al aproximarse el 12 de mayo: "La impetuosidad de Trump para celebrarlo [el presunto descubrimiento de los citados documentos] ha puesto al descubierto la añagaza", dijo.
Pero, en todo caso, y dejando de lado la imprevisible actuación del peligroso binomio Trump-Netanyahu, la posibilidad de que EE.UU. se retire del acuerdo, como propugnan los dos nuevos "halcones" fichados por Trump (el consejero Bolton y el Secretario de Estado Pompeo), pone a Europa en una muy difícil tesitura. Las recientes visitas a Washington de Macron y Merkel han apuntado en esta línea, ya que Francia y Alemania, países firmantes del acuerdo, se juegan mucho en este asunto.
Pero el acuerdo nuclear tampoco goza de aprecio entre la población iraní, que lo considera una intromisión en sus asuntos internos. Si EE.UU. endurece las sanciones contra Teherán, la opinión pública abogará por abandonarlo. Y, lo que es peor, existe la posibilidad de que Irán denunciara también el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que agravaría mucho este problema.
Europa está interesada en conservar el acuerdo de 2015 y por eso los representantes de los tres países europeos firmantes del acuerdo (Alemania, Francia y el Reino Unido, aunque agobiado éste por los problemas del Brexit) llevan algún tiempo esforzándose por lograr un entendimiento con EE.UU. Sin embargo, han dejado claro que, si Washington abandona el acuerdo, ellos se esforzarán por sostenerlo, aunque esto implique un conflicto con EE.UU. que probablemente derivaría en un enfrentamiento comercial y económico. La UE está ya anticipando las medidas para afrontarlo y proteger los intereses económicos europeos en Irán.
Pero esos países, por sí solos, no van a lograr mucho si Europa no coordina su acción con China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y también firmantes del acuerdo, interesados en que éste se mantenga. A Rusia le preocupa un aumento de la inestabilidad en las zonas fronterizas del Cáucaso, mar Caspio y Asia Central, aparte de apoyar al régimen iraní en su política exterior. También a China le perjudicaría un conflicto que afectase a sus nuevos planes de expansión pacífica hacia el Oeste asiático y Oriente Medio, como comenté en este diario el 15 de febrero pasado ("De Lisboa a Singapur: ¿La nueva Eurasia?").
Aunque las relaciones entre la UE y Rusia pasan por un mal momento, y aunque el inestable Trump pudiera cambiar de opinión en el último instante y, separándose de Netanyahu, mantener el acuerdo de 2015 presionado por algunos de sus asesores, reacios a iniciar un conflicto con la UE, el Plan de Acción Integral Conjunto está considerado universalmente como un éxito de la diplomacia multilateral para frenar los conflictos que pudieran degenerar en guerras. Y sería un ejemplo para el futuro que Europa, China y Rusia pudieran cooperar para salvarlo, señalando el camino a seguir en otros posibles conflictos.
Publicado en República de las ideas el 3 de mayo de 2018.
Comentarios
Como ser humano, el entendimiento entre determinados países con Irán para controlar la fabricación y las posibles pruebas nuclares de esta potencia me parece un logro humano civilizado muy importante, como que las dos Coreas se reúnan después de unos 50 años y acuerden iniciar una relación de paz, como que ETA haya abandonado la muerte... Como ser humano y ciudadano de un país occidental me sentiría muy indignado si algunas de las potencias que firmaron el Acuerdo con Irán intentaran destruirlo, como es lo que desea hacer Estados Unidos. No sé, quizá el ser humano es así de cambiante, de mostrar su doble corazón, el bueno y el malo. Pero sería una desgracia no sólo para la Humanidad sino para la propia Madre Naturaleza la destrucción del Plan Conjunto de Acción Integral. El ser humano ha avanzado muchísimo desde sus orígenes, ha logrado alcanzar una etapa en su Evolución bastante buena, y el Acuerdo nuclear con Irán es un paso más hacia un mundo más civilizado, intentando dejar atrás la maldita guerra, el negro enfrentamiento bélico, la explosión de la maldad.
Como ser humano deseo la Paz, y no la Victoria.
Un abrazo, Alberto
Escrito por: Luis.2018/05/04 19:05:1.643110 GMT+2
Por la Paz, y no la Victoria