La política exterior de Obama ha regalado una impagable publicidad a los aviones sin piloto, también llamados radiodirigidos y conocidos en el argot militar como “vehículos aéreos no tripulados” (UAV en siglas inglesas), los comúnmente denominados drones, aunque la Real Academia no haya castellanizado todavía tal palabra. En consecuencia, la atención de la industria aeronáutica mundial se ha centrado crecientemente en esas ágiles y flexibles aeronaves cuya demanda parece llamada a aumentar espectacularmente en muy breve plazo.
Hay que admitir, no obstante, que esa publicidad tan eficaz entre los países occidentales más avanzados no es vista con análogo optimismo entre los pueblos que han sufrido sus efectos como armas de guerra, yemeníes, afganos, paquistaníes y palestinos, entre otros. Pueblos que han vivido de cerca los violentos torbellinos de fuego que desde el cielo se han abatido contra presuntos terroristas, pero también han conocido en carne propia los llamados “efectos colaterales” que en ocasiones han diezmado a los asistentes a bodas y ceremonias y han multiplicado el número de víctimas inocentes, entre las que los niños suman ya varios centenares.
A principios de este mes, también el Gobierno español ha dado un importante paso en la regulación provisional del uso de estos aparatos por las empresas civiles, aplicable a los drones que pesen menos de 150 kg al despegue, lo que descarta a los modelos de guerra y, en cierto modo, atenúa notablemente el rechazo que suscita esa palabra.
El texto oficial alude a su uso en operaciones de investigación y desarrollo, extinción de incendios, levantamientos aéreos, filmación y actividades de vigilancia, publicidad aérea y operaciones de emergencia, búsqueda y salvamento. De momento se les prohibirá sobrevolar núcleos urbanos hasta que se apruebe la regulación definitiva, que tendrá que coordinar con la administración aeronáutica el modo como hayan de operar.
Es en EE.UU., la primera potencia mundial en fabricación de drones (sector que se concentra en cuatro grandes empresas: Boeing, General Atomics, Lockheed y Northrop), donde se marcan las pautas con las que evolucionará este nuevo y provechoso mercado. Mercado que fue impulsado al principio por la actividad del Pentágono y de la CIA, para la que se desarrollaron los temibles Predator y Reaper, los drones que cuentan con más víctimas inocentes en su historial y los más frecuentemente utilizados en la guerra antiterrorista ejecutada por Obama.
Pero la actividad militar de EE.UU. está sufriendo restricciones presupuestarias que, combinadas con el inminente fin de la guerra en Afganistán, cierran bastantes perspectivas de ampliación del negocio. Por eso, la industria estadounidense de los drones avizora nuevos mercados exteriores.
Aparecen posibilidades muy atractivas en China, India y Japón. Cualquier intento de regulación internacional de este comercio se enfrenta al ciego empuje de los mercados, que son los que dictan dónde hay que vender. Por otro lado, como no existen limitaciones internacionales que regulen el uso de estos aparatos, no podrá evitarse que algunos lleguen a estar en poder de sujetos indeseables, como critican quienes propugnan una limitación parecida a la que afecta a las bombas de racimo o a las minas contrapersonal.
Se prevé que hacia 2016 el mercado interior en EE.UU. alcanzará un mínimo, por lo que para entonces los cuatro grandes fabricantes estadounidenses habrán tenido que cerrar contratos con Rusia y China para seguir obteniendo beneficios análogos o superiores a los actuales.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IIEE) identifica a 11 países como poseedores de aeronaves de combate no tripuladas: Alemania, China, Estados Unidos, Francia, India, Irán, Israel, Italia, Turquía, Reino Unido y Rusia. De momento, el MQ-9 Reaper es el drone con más posibilidades de éxito comercial y constituye una de las principales armas de combate en la actual la panoplia bélica de EE.UU. para misiones de larga duración a gran altura de vuelo.
Es evidente que no todos los UAV son armas de guerra, como explica el presidente de la Asociación Española AERPAS, que reúne a los fabricantes de esos aparatos, al recordar que en Francia son mayoría los UAV que tienen menos de 25 kg de peso y se dedican a actividades no militares. Recuerda también que en España hay unas 20 empresas relacionadas con la fabricación de drones, número que crecerá a tenor de las previsiones de la Comisión Europea, donde se estima que esta rama de la industria alcanzará el 10% del mercado aeronáutico en los próximos diez años.
Estos aparatos son en sí mismos neutrales e inocentes; en todo caso, representan la vanguardia de la más avanzada tecnología. Son sus usuarios los que pueden utilizarlos en tareas beneficiosas, como detectar incendios o combatir plagas, o repulsivas, como los asesinatos clandestinos o el terrorismo. El texto constitucional de la UNESCO afirma que “las guerras nacen en las mentes de los hombres”, y es en ellas donde se decide el modo de usar todos los instrumentos creados por la humanidad, desde la mitológica quijada de burro en manos de Caín hasta los más refinados drones de hoy.
República de las ideas, 10 de julio de 2014
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