Incluso compartiendo las razones históricas y sociopolíticas que apoyaron la integración de Crimea en la Federación de Rusia en 2014, es preciso señalar ahora que el incidente del pasado 25 de noviembre, cuando las autoridades rusas bloquearon el paso de una flotilla ucraniana en el estrecho de Kerch, constituye un serio error estratégico de Moscú, en una época en la que Putin está intentando restaurar una imagen de normalidad en sus relaciones con Europa.
Permítame el lector hacer referencia a dos anteriores comentarios que inciden en el caso aquí tratado. Sobre la reintegración de Crimea al ámbito geopolítico ruso escribí en abril de 2014 ("Esa Ucrania siempre dividida") sobre los antecedentes históricos de Crimea y su estrecha vinculación con Rusia, y también sobre las líneas de ruptura que esa misma Historia había trazado en el seno de Ucrania, donde "Jarkov en el este y Lviv en el oeste eran el centro de dos mundos distintos, políticamente hablando". División que ha creado una situación semibélica todavía no resuelta, que enfrenta a Europa y Rusia.
El pasado mes de mayo aludí a la inauguración de una gran obra de ingeniería civil, el puente sobre el antes citado estrecho de Kerch ("Putin, en camión hacia Crimea"), cuya puesta en servicio ha modificado las condiciones geopolíticas de la zona, puesto que los buques de Ucrania se ven forzados a cruzarlo si desde el mar Negro desean acceder a los puertos del mar de Azov.
Esta perturbación vulnera el acuerdo bilateral aceptado por Rusia y Ucrania sobre la navegación en este mar, ya que incluso la altura libre del puente impide el paso a los buques de tipo "Panamax" y mayores, por lo que, según fuentes ucranianas, los puertos de Mariupol y Berdiansk, abiertos al mar de Azov, perderán un 30% de su actividad comercial.
El cierre físico del estrecho de Kerch permite a Rusia no solo estrangular parte de la economía ucraniana, sino que, como se viene observando desde mayo, las patrullas de guardacostas rusos controlan e inspeccionan los buques ucranianos y de otros países que lo atraviesan.
Parece como si las presiones rusas sobre la libre navegación a través del Kerch tuviesen como fin aliviar el bloqueo terrestre que Ucrania impone a Crimea. El puente, por otra parte, atiende a un aspecto comentado en el artículo antes citado: "Rusia [...] habrá de seguir financiando tanto a la República de Crimea como a la base naval de Sebastopol, dos 'pozos sin fondo' que devoran una parte sustancial de su presupuesto. Financiación por razones esencialmente geopolíticas, cuyo principal objetivo es [...] mostrar que Rusia sigue siendo una potencia a ser tenida en cuenta en el concierto internacional de las naciones".
A estos efectos, aprovisionar Crimea por carretera desde Rusia es más barato que hacerlo por aire o por mar. Pero nadie ha calculado si la agravación de las sanciones contra Rusia, con motivo del incidente, reducirá ese ahorro.
A Ucrania no le conviene abrir en el Azov un segundo frente con Rusia (además del Donbás), pues carece de la fuerza naval necesaria para sustentarlo. Pero la irreflexiva actuación rusa ha cohesionado los apoyos que recibe en Europa y Moscú no puede soñar enfrentarse militarmente a la OTAN en el mar Negro.
Otro pequeño detalle a no olvidar: Un puente similar, construido durante la 2ª G.M., se hundió en seis meses; y a pesar de las alabanzas tecnológicas que el actual ha suscitado, las adversas condiciones geológicas de la zona obligarán a Rusia a invertir muchos recursos en su mantenimiento.
Y no son pocos los analistas que estudian el delicado equilibrio entre Putin y los poderosos oligarcas rusos cuya paciencia se ve puesta a prueba si un incremento de las sanciones congela parte de sus activos o limita sus posibilidades de viajar por el mundo.
Como resultado de todo ello puede ocurrir que las ventajas que a Putin le reporte el tantas veces elogiado puente se vean oscurecidas por las nuevas sanciones, por llevar a Rusia al estatus de paria internacional y reforzar la atracción que la Unión Europea y la OTAN ejercen sobre Ucrania. Ésta, en último término, se orientaría definitivamente hacia el Oeste, lo que significaría un claro fracaso de los planes geopolíticos de Putin.
Publicado en República de las ideas el 6 de diciembre de 2018
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