Las guerras "calientes" a veces son precedidas por algún tipo de declaración formal que las desencadena y oficializa. Así ocurrió en 2003 con la invasión de Irak por la coalición encabezada por EE.UU. y en 2011 con la ofensiva aérea contra Libia ejecutada por EE.UU., Francia y Reino Unido, ésta sí auspiciada por la ONU.
Hasta en el caso de la actual ofensiva iraquí contra el Estado Islámico para recuperar la ciudad de Mosul, el Gobierno de Bagdad ha procedido a un espectacular despliegue de propaganda y las televisiones de todo el mundo han mostrado a los dirigentes civiles y militares en los puestos de mando, con un fondo de carros de combate exhibiendo la bandera nacional (¡una excelente referencia de puntería para las armas contracarro del enemigo!). Podríamos decir que ha sido una inédita declaración de guerra por televisión. Sus resultados están por ver.
Por el contrario, las guerras "frías" (como la que dio carta de naturaleza a este nombre y enfrentó a las potencias occidentales con el llamado bloque del Este entre 1945 y 1991) son solo precedidas por síntomas acumulados que se agravan y se entrelazan entre sí: tensiones diplomáticas, despliegues y movimientos de armas y unidades militares, acelerados procesos de rearme, aumento de los presupuestos de defensa, reclamaciones territoriales, guerra psicológica entre medios de comunicación, actividades ocultas de difamación, espionaje o sabotaje, explícitas amenazas de guerra, fomento de una mentalidad de acoso y hostigamiento, acallamiento y desprestigio de los sectores de opinión propensos al entendimiento o a la pacificación, etc. La reciente historia de las relaciones internacionales ha dado sobrados ejemplos de esto.
Hasta hace poco tiempo solo parecía existir una guerra fría fácilmente reconocible: la que viene enfrentado a Corea del Norte con las principales potencias del mundo (exceptuada China). Guerra que se manifiesta periódicamente en violentas declaraciones de los dirigentes de Pionyang y en demostraciones de poder militar, como el disparo de nuevos misiles, las pruebas de armas nucleares, los aparatosos desfiles y algunos conflictos fronterizos.
No obstante, desde el pasado día 7 de octubre existe una nueva guerra fría que, de modo anómalo y contradiciendo la experiencia histórica, sí ha sido proclamada mediante un documento del Director of National Inteligence del Gobierno de EE.UU. En él la "comunidad de inteligencia" del país (el conjunto de los órganos estadounidenses de información y espionaje) denuncia oficialmente que "el Gobierno de Rusia ha puesto recientemente en peligro los correos electrónicos de personas e instituciones de EE.UU., incluyendo sus organizaciones políticas". Denuncia que los métodos utilizados por el supuesto ciberpirata coinciden con los métodos y las motivaciones de los esfuerzos rusos que pretenden interferir en el proceso electoral de EE.UU.
Aunque acciones similares se han producido en varios Estados, el documento puntualiza que "estamos en condiciones de atribuir esta actividad al Gobierno de Rusia". Alega que "solo los funcionarios de más alto nivel de Rusia pueden ser responsables de autorizar tales actividades". Por otra parte, para tranquilizar a los votantes estadounidenses se insiste en la imposibilidad material de perturbar las operaciones de recuento electoral mediante acciones de guerra cibernética, para las que el sistema es invulnerable.
A todo lo anterior se unen las declaraciones del Secretario de Estado John Kerry exigiendo que Rusia y Siria respondan a la acusación de crímenes de guerra a causa de sus bombardeos en territorio sirio, sobre los que pide abrir una investigación a nivel internacional.
Por su parte, la portavoz del ministerio ruso de Asuntos Exteriores dijo: "Las declaraciones de Kerry son propaganda. Su terminología tiene consecuencias legales muy graves y solo pretende inflamar la situación". Añadió: "Si se trata de crímenes de guerra, los estadounidenses deberían empezar por Irak, seguir con Libia y, por supuesto, Yemen: que se enteren de lo que allí pasa. No se puede hablar ligeramente de crímenes de guerra porque ellos también los han cometido".
No solo en Rusia se critican las declaraciones de Kerry. Un exfuncionario antiterrorista británico manifestó: "Muchas veces Kerry tiende a hablar en forma belicosa, muy contraproducente y amenazadora". Sin embargo, admitió que entre bastidores se alcanzan arreglos aunque EE.UU. no llegue a cumplir todo lo que promete, como forzar a los rebeldes sirios a no colaborar con el terrorismo. Pero eso no es fácil, dijo, "porque EE.UU. tiene que cultivar una audiencia local e internacional frente a variados grupos de presión: saudíes, israelíes, etc."
Está, pues, en marcha la Segunda Gran Guerra Fría entre EE.UU. y Rusia, ya declarada oficialmente en el terreno cibernético. ¿Qué represalias podrá aplicar ahora EE.UU. contra Rusia? Se trata de un nuevo teatro de operaciones donde anteriores acciones, ejecutadas por Israel, China y Rusia, no tuvieron respuesta. Se abre un crítico espacio vacío en las relaciones internacionales sobre el que no existen precedentes para la jurisprudencia internacional. La geopolítica nos dice que cualquier vacío incita a la violencia, lo que debería obligar a todos a actuar con extremada prudencia.
Publicado en República de las ideas el 20 de octubre de 2016
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