Nunca se publicó "Mi ducha", de Adolf Gila. Su autor era un fontanero bohemio que no consiguió financiación para su proyecto, amén de encontrar siempre cerrada la ventanilla donde otorgaban las cédulas de habitabilidad.
Hay muy poca certeza sobre el origen del étimo Europa. Que si extensa, que si de grandes ojos, que si oeste en fenicio, que si solar en vasco... Sea como sea, el término no asiente, no parte de una coherencia interna, sino que nombra aquello que no es ni África ni Asia. Si se me permite la provocación, Europa es una negación. Por contra, el Mediterráneo, la bañera, la piscinita donde las tribus compartían y se divertían en mestizantes orgías, sí tiene un fondo común. Cuando miro un mapa del que los romanos llamaban Mare Nostrum percibo una homogeneidad clara: las playas catalanas, religiones, campanas y muhecines aparte, tienen mucho más en común con las libanesas o las tunecinas que con la Sirenita de Copenhage.
Aunque en los libros de texto el adjetivo 'europeo' sea sinónimo de 'avanzado', en tiempos de Carlomagno, el fundador del europeísmo soberano, Aquisgrán, París y Londres eran barrizales insalubres, pantanos infectos con mosquitos como puños. Y no es cognac -no es coña, quiero decir- que mientras tanto, en Córdoba se ajardinaba y se plantaban acequias. ¿Dónde se explica que el primer hospital de la historia europea fue construido entonces en el califato independiente?.
Desde el norte y desde el frío, hoy por hoy tenidos por cuna del bienestar social, fue desde donde vino la barbarie que destruyó el alcantarillado de las ciudades romanas primero, los regadíos andaluces después, en tanto obras satánicas. Los ganaderos necesitaban pastos, no huertos.
La casa europea, con todas sus habitaciones, con su nevera suiza, con su despensa eslava, con su faja de grandeur francesa, con sus terrazas playeras de la ribera norte mediterránea, con sus lapones extremos y sus únicos euskaldunes, con todo y eso, la casa ha sido dibujada y rediseñada a partir de un hecho relativamente fortuito: la existencia del Canal de la Mancha -de esa manga de mar, que ese es el orígen de su nombre. A ese canal los libros ingleses le llaman English Channel. En su sitio más estrecho, entre Dover y Calais, se trata sólo de 34 kilómetros, pero han sido decisivos: todo el reparto del mundo orbita en el hecho de esa autonomía británica. Jugando a las ucronías geológicas, si el deshielo no hubiera llegado a anegar ese trozito de plataforma continental, la isla de Londres no hubiera podido tumbar luego la balanza de sus intereses hacia la Alianza. Una alianza que aunque llamemos atlántica es, ante todo, anglicana.
Quizás Gila, aquel plomista, buscaba la solución en el nuevo interiorismo, pero equivocó en sus planos el conducto de los humores, ya que, desde el día que Enrique VIII dió patada al papado vaticano, la presidencia de la escalera la llevan los oligarcas que desaguan en el Támesis. A la lengua de trabajo me remito, que esa es otra.
Y pese a todo, "London Calling" de The Clash -lo iban a llamar "El Nuevo Testamento"- sigue siendo el mejor disco del siglo XX. Todo un anuncio de servicio público, con guitarras.
2006/04/06 16:59:15 GMT+2
Mucha Europa
Escrito por: pakua.2006/04/06 16:59:15 GMT+2
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Escrito por: Fransmestier.2006/04/07 08:22:6.169000 GMT+2
Escrito por: Alargaor.2006/04/07 12:40:46.274000 GMT+2
Escrito por: pakua.2006/04/07 16:14:31.874000 GMT+2