Hace ahora siete años, en marzo de 2013, Underbrain Books publicó en Barcelona un compendio de microrrelatos ilustrados por Maribel Carod. Eran unos pequeños textos escritos en la "post-crisis" tras el "armagedón financiero" anterior. Las ilustraciones son, de alguna manera, bestiales, pues se trata de animales antropomorfizados, como en las fábulas clásicas. De ahí también el título : Contrafabulario ilustrado.
Escribí el relato con el que concluía el librito, que a la vez daba motivo a su portada, y al color malva de los billetes. Lo comparto ahora aquí, que a lo mejor incluso os gusta, pese a tratar de (otro) virus.
La muerte malva
Durante las primeras semanas de la epidemia se buscó su virus causante entre centenares de artículos de lujo, entre docenas de drogas de diseño, en los hoteles de cinco estrellas y en los despachos de las más altas instituciones. Caían como moscas grandes potentados y empresarios, jeques del petróleo, dueños de casinos, diplomáticos, banqueros, capos mafiosos... En menos de tres meses todas las pirámides sociales temblaron. El miedo al dinero y un misticismo anticapitalista sobrecogedor ordenaba todos los sistemas que brotaron en un mundo que, como sin quererlo, se había quedado sin dueños.
Finalmente apareció el agente activo de la epidemia en los filamentos de los billetes de quinientos doleuyuanes. El doleuyuan era la divisa internacional desde que se constituyó la Confederación de los Tres Megamercados. Los laboratorios habían analizado ya esos billetes cuando empezaron todas aquellas muertes de, paradojas de la vida, "afortunados", pero si no afectaba a los trabajadores de banca no podía, de entrada, ser esa causa. La solución a esa paradoja acabó siendo muy sencilla: el antídoto del virus apareció también en los filamentos, pero en los de los billetes de cinco doleuyuanes. Ya era muy tarde para cambiar nada. O bien mirado, para no cambiarlo todo.
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