Ugrafías

Nunca se publicó el quinto volumen de Las Cuatro Estaciones pero, un poco, en esas estamos: se cumple un año de nuestra entrada en la distopía del presente atacado por una pandemia de punto y aparte.

Todo un año pasado, pero más que sus estaciones recordaremos sus olas, las tres que ya llevamos, mientras la cuarta parece que viene con distintas cepas surfeando y poniéndoselo más complicado a la vacunación y a todo el sistema sanitario.

Los aniversarios llevan la reflexión generalmente a sitios comunes, pero este no podemos verlo todos de la misma manera. A mucha gente la desaparición de personas cercanas no les deja broma ni ironía posible. Para otros muchos ha supuesto una precarización aun mayor de la supervivencia cotidiana. A otros, los relativamente pocos, les ha golpeado en la base a sus situaciones rentistas acomodadas.

Si antes había ya distancias sociales (las de siempre) ahora muchas estructuras se han desmontado y otras se van construyendo con urgencia y se tambalean o se asientan con cada nuevo dato y con cada decisión tomada por las autoridades (sean sanitarias o políticas). Es, como corresponde al modo distopía, un caos en el cual distintos desórdenes orbitan alrededor de la normalidad aparente, que tiene más de aparente que de normalidad.

Cumplimos un año del inicio del confinamiento con el frenazo que eso supuso para todo. Se habló de lo necesario que era ese parón por la parte ambiental a la que afectaba para bien. Cumplimos un año del big bang de los miedos y de las aparentes medidas de seguridad, actuando a menudo en lo que se bautizó, ya en abril, como teatro pandémico. Llevamos ya un año confrontando noticias con suposiciones, posverdades con aprendizajes científicos, y por más que suene a cliché, confrontando temores con esperanzas.

Pienso en los tiempos verbales y en cuando aprendía su uso en las clases de lengua en la escuela. Recuerdo bien el día que nos hicieron pensar sobre la diferencia entre el pasado perfecto y el imperfecto. Básicamente lo perfecto era lo ya acabado y lo imperfecto lo que debía acabarse alguna vez. De alguna manera todo aquello vivo y en movimiento es imperfecto, mientras lo que está perfecto está ya inerte, acabado también en el sentido de agotado. Recuerdo también el pretérito anterior y hasta otro pluscuamperfecto. Es una paradoja, se busca la vacuna perfecta para salvarnos, a los moviditos y felizmente imperfectos supervivientes y a todos nuestros descendientes.

Estas cuatro estaciones, que son ya pasado, las recordaremos muy imperfectas. Tendremos que perfeccionarnos mucho y a muchos niveles si queremos hacer que alguna vez este primer año de pandemia sea un pasado pasado, un pasado que podamos decir que está superado.