Nunca se publicó Once contra once son cuatro palitos que dibujan un hashtag, comedia en tres hilos de Berto Futbolero. La trama de la obra era sencilla. Cada cinco minutos una perogrullada de las que habitualmente responden los profesionales del balompié abría un debate sobre el sentido de la vida que se remataba con una otra frasecita muletilla universal. Así se viajaba del "Once contra once" al "no hay rival pequeño" y del "hemos merecido más el gol" al "son cosas que a veces ocurren".
Ugrafío acabando noviembre, mes once con nombre sacado de un nueve. Conseguiré acabar con el reto (mínimo) si a finales del mes doce, ese con nombre de diez, vuelvo para chapar el año y proponerme algún capricho a cumplir en adelante. Y titulo esto como 'once ideal' más que nada porque es esa idea (recurrente) del once la que me tiene calentando, en la banda, a punto de saltar a la cancha.
Imagino cómo serían varios onces ideales. El referente más clásico es el que enfrentaba a un equipo de filósofos griegos contra otro de alemanes en la puesta en escena de Monty Python. Por ejemplo imagino una alineación de once directores de cine franceses, otra de ingleses, otra de asiáticos, o una de once dibujantes, u otra de once columnistas, o bien una de influencers de cuando no había ni influencers ni sinvergüenzers.
El once muta en ideal por lo metafórico de los equipos de fútbol, por aquello de que hay guardametas, capitanes, goleadores, extremos y centrales, zurdos y diestros, estrellas y petardos, como también hinchadas, campos de juego, palmarés, divisiones primeras y no tanto... y bueno, básicamente, el tic tac del cronómetro y el tikitaka de los artistas...
Da para jugar. Y para desarrollar. A ver, pues. De momento, pasar pasamos. A saber de qué y a saber hasta cuándo. Partido a partido. Este es uno (más un uno y un cero, once). Y así llegamos al descanso.
Desde luego, cuánto número y cuánto por contar...
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