En el traspaso del mes de julio al de agosto un asunto pasa por las mentes de mucha gente, y es el de los viajes. Aunque hace dos años quien se movía era una minoría, por aquello del coronavirus desbocado, se vuelve poco a poco a los esquemas previos y a los hábitos vacacionales.
Yo tenía pendiente uno, hace mucho tiempo, pero uno fílmico. Una película, vaya. Hace unos días, por fin, vi "El viaje a ninguna parte", dirigida por Fernán Gómez en 1986. Cinéfago compulsivo como soy, nunca me había cuadrado para poder disfrutarla. Y sí, he tardado pero realmente la disfruté. El autor principal consiguió una obra maestra sin necesidad de artificios ni dispendios baladíes. Se rodeó del reparto adecuado y montaje y música también redondearon. Es una historia de cómicos, de metacomedia y metacine, de metadrama y metaespectáculo. Una maravilla el viaje y los viajes de los Galván-Iniesta, sí.
Hay muchas lecturas entre líneas y entre bambalinas, mucho de realismo y mucho de fantasías. Los diálogos y los tiempos son parte de una estructura a la vez sólida y difusa, y los personajes son interpretados sin margen de error. Una de las cimas de la historia del cine hispano, no es extraño que arrasara en premios la primera gala de los Goya. Pasa a menudo viendo cine, eso de encontrarse con largometrajes que son como piezas clave del rompecabezas del séptimo arte. Sigo pues con mi vicio de ir disminuyendo listas y más listas de películas. Me entretengo también con los rankings y los tours de FilmAffinity, mediante los cuales voy traspasando mis ratings de IMDB y a la vez repasando autorías, sagas, cruces, remakes, relaciones varias, etc...
Giro página y mes. Seguramente este es el día que hace de pliegue, mayormente, del año: el ecuador del verano, la cuenta atrás para volver al curso del río... si bien está el río como está, como si en vez de ir al mar fuera como si no fuera a ninguna parte. Espero más de este mes de agosto, seguramente más asuntos y especialmente algún destino más concreto para estas ugráficas teclas. A ver, pues.
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