Arhoolie Records 40th Anniversary Collection: 1966-2000
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de recopilación de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así:
Seguro que te has sentido alguna vez atraído por una música de la que no conocías nada. Habías oído algo de música brasileña, o de jazz, o de música griega, pero no sabías por donde empezar. Aquí hay algunas sugerencias para encontrar esa puerta, sólo tienes que empujarla y entrar... estás en tu casa.
Paradojas de la vida: ésta caja de discos con formato de LP de vinilo, que incluye 5 CDs y un libro de 68 páginas de papel couché del mismo tamaño ( 30 x 30 cm), es obligatoriamente un producto para coleccionistas pudientes; sin embargo, el trabajo que compendia difícilmente podría ser más popular y más modesto.
En 1960, en la por entonces muy inquieta y creativa California, Chris Strachwitz puso en marcha Arhoolie Records: un sello discográfico de cuatro perras dedicado a los estilos con más raíces y a sus intérpretes más sinceros e insobornables. En su sello tuvieron cabida de inmediato el blues, el cajun, el zydeco, los cantos de la inmigración mexicana, el jazz más directo, el country más alejado de las lentejuelas de Nashville... todo ello grabado en su medio natural, huyendo de las ultrainsonorizadas salas de grabación y de los estudios con mesas de mezclas de tropecientas regletas, capaces de conseguir que la voz de Karina parezca la de la Callas.
Reconozco que, del centenar de intérpretes que Strachwitz presenta en este compendio de las cuatro décadas de intenso trabajo que lleva ya en la Arhoolie, apenas me suena el nombre de unos pocos: Lightnin' Hopkins, Los Balfa, Flaco Jiménez, Fred McDowell... Pero por las mismas admito también que la culpa es mía: todos valen la pena. Un ejemplo: ¿cuántos de entre vosotros/as sabéis quién es Jesse Fuller? Pero, si os digo que es el autor del San Francisco Bay Blues, ése que Eric Clapton ha convertido en celebérrimo, a lo mejor os dice ya algo. Pues todo en ese plan. (Por cierto, que el SF Bay Blues aparece aquí grabado chapuceramente en 1954 en la propia casa de Fuller, que era un one-man band: tocaba hasta cuatro y cinco instrumentos... ¡a la vez!).
Una joya de canción y una joya de antología que, por desgracia, el común de los curritos difícilmente se puede permitir.
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