Resistencia, 1999. RESCD084
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así:
No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Fue al jovencito Bill Monroe -a quien tuve la satisfacción de escuchar en una de sus últimas actuaciones públicas, en Nashville, cuando ya tenía un pie en la tumba... y con el otro seguía bailando- al que se le ocurrió la idea, allá por 1939. Tenía que escoger un nombre para la banda que lo acompañaba y pensó en algo bien típico de los prados de Kentucky: cuando el sol poniente se refleja en ellos, la hierba no parece verde, sino azul. Así nacieron Bill Monroe & The Blue Grass Boys. Y así quedó bautizada una de las músicas blancas más blancas -más irlandesas, si se quiere- de todos los EUA: el blue grass. El blue grass ha tenido muy ilustres seguidores. Entre los más ilustres de los recientes, el gran Peter Rowan... y este no menos ilustre Steve Earle. Cabe hacerse una idea del interés que ha puesto en este disco por lo que él mismo dice: «He compuesto estas canciones por una razón tan egoísta como ambiciosa: alcanzar la inmortalidad». Para lograrlo se ha hecho rodear de colaboradores tan reconocidos como el propio Peter Rowan, Jerry Douglas, Tim O'Brian, Iris DeMent, Emmylou Harris y Marty Stuart. Hay algunas piezas que es probable que le den satisfacción: engrosarán pronto la nómina de los clásicos del blue grass.
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