Polydor, 837 354-2, Paris, 1988
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace algunos años más de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así:
Hay discos publicados hace pocos días que suenan infinitamente más antiguos que estos. La edad no estropea los buenos discos, al contrario, los rejuvenece.
Empezó muy jovenzuelo, a la altura del 68, haciendo una música que, sin renunciar a ser francesa, tomaba no pocas influencias del folk norteamericano de la época, y que tenía letras vitriólicas. Muchas veces me he dicho qué pasaría en España si un cantautor famoso hiciera sobre España una canción como el "Me cago en Francia" de Le Forestier. O como su "Paracaidista", en la que recomendaba a los soldados coloniales, deprimidos porque ya no tenían a quién torturar, que se metieran en la Policía. Han pasado los años, y Maxime sigue siendo estupendo, sin apearse de ninguna causa que valga la pena, aunque más irónico... y probablemente más sincero. Este CD de 1988 da cuenta de su primera evolución (luego ha seguido por la misma senda). Tiene piezas maravillosas: Nacido en cualquier lado es una canción de solidaridad con los inmigrantes, en la onda de la campaña Touche pas mon pote. La pieza "La visite" es genial: imitando el estilo de las canciones de Brassens, cuenta un viaje a la playa de Sète, donde el viejo Georges pidió que le enterraran en una de sus más célebres canciones ("Súplica para que me entierren en la playa de Sète"): allí, Maxime rinde un sentido homenaje al maestro... ligando con una turista. Las músicas son tan buenas que ni siquiera es imprescindible entender las letras.
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