BMG España, 2000 (3 CDs)
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de recopilación de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así:
Seguro que te has sentido alguna vez atraído por una música de la que no conocías nada. Habías oído algo de música brasileña, o de jazz, o de música griega, pero no sabías por donde empezar. Aquí hay algunas sugerencias para encontrar esa puerta, sólo tienes que empujarla y entrar... estás en tu casa.
Sucede que en ocasiones vamos cercando una música sin saberlo. Vamos escuchando otras músicas, otras voces, y llega un momento, con los oídos ya maduros, que la música que nos aguardaba regresa con toda su belleza, con todo su significado. Escuchamos, por ejemplo, a Amalia Rodrígues cantando fados, o a Carlos Cano con sus coplas. Tenemos entre nuestros más preciados tesoros la música de Caetano Veloso y los llantos del piano de Chano Domínguez. Vamos escuchando la, en principio, superficial música de un sabio profundo llamado Joaquín Sabina, y nos reímos de un tal Javier Ortiz porque le gusta la música mejicana.
Poco a poco, nuestros prejuicios van rompiéndose, y entran otros sones, otras melodías alejadas de nosotros, siempre presentadas por gente valiente como, por ejemplo, Martirio. O retornan canciones de Alberto Cortez que hace años nada nos decían y hoy pulsan partes interiores de nuestro cerebro. También está, cómo no, Serrat, siempre él, nunca del todo abandonado y muchas veces redescubierto.
Y con todo ese bagaje, con toda esa vida encima, un día tomamos con reparos un disco y ahí está toda la síntesis, ahí está lo que llevábamos tiempo esquivando y a la vez buscando: un disco horriblemente presentado y con título de película televisiva, pero que en su interior guarda tres cedes a cada cual mejor, a cada cual más oído y a cada cual más sentido.
Haced la prueba y escuchadlo sin prejuicios, merece la pena.
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