Es el tercer disco de Souad Massi, esta argelina que llegó a París en el 99, invitada a participar en el festival "Femmes algeriennes" y consiguió impactar de tal forma al público francés que a partir de entonces empezó una carrera de éxitos que la convirtieron en una figura de eso que llaman la World Music.
Nació en Alger en el 72 y se trasladó a vivir a la Kabylia. Su aficción por la música es casi genética ya que en su familia son varios los miembros que se dedican a ella profesionalmente. A los 17 años, Souad ya corría por los escenarios de su país, guitarra al hombro, actuando en solitario. A pesar de las enormes dificultades que representaba expresarse libremente en aquellos oscuros años en Argelia, Souad continuó su carrera y formó parte de varios grupos: Triana d’Alger (flamenco-rumba argelina) o la banda de rock duro Atakor. Ha bebido de muchas fuentes musicales: folk, country, música clásica, arábigo-andaluza, chaâbi argelino, raïd… Su equipaje está bien cargado, y no sólo musicalmente hablando, sino también por las influencias de las tres culturas que conviven en su Argelia natal: la cultura amazigh de la Kabylia, la árabe y la francesa.
Ya en Francia sale su primer disco, “Raoui”, con una acogida que desbordó todas sus previsiones. Tuvo también el apoyo de algunos de sus paisanos como Idir, l’Orchestre Nacional de Barbés y otros músicos con los que compartió escenarios; posteriormente grabó algunos dúos con artistas reconocidos, de los que destaco Noir et blanc, grabado con Ismaël Lo, un tema que surge como reacción a la ola xenófoba que recorre el mundo tras los sucesos del 11 de septiembre neoyorkino y que está incluido como bonustrack en una posterior edición del disco. En 2003 sale al mercado “Deb”, su segundo album, otro disco espléndido lleno de aires mestizos.
Todo este bagaje artístico y cultural sabiamente combinado y enriquecido por la madurez de los años da como resultado su último disco: “Mesk elil”, publicado a finales de 2005.
Para su grabación contó con destacadas aportaciones de algunos músicos como el percusionista Mino Cinelu o el guitarrista malinés Djely Moussa Kouyaté (que acompaña a Salif Keita). También Pascal Danaé, Rabah Khalfa y Daby Touré colaboraron, además de cómo instrumentistas, con sus voces, formando los respectivos duos con Souad. Esta selecta diversidad convierte al disco en una mezcla de aires tradicionales y actuales que recorre desde las tierras de los tuaregs hasta los cálidos ritmos antillanos aportando riqueza y calidad.
En cuanto a las letras de sus canciones, la mayoría escritas por la misma Souad, todas desprenden un cierto tono de nostalgia que no les resta belleza. En muchas de ellas rememora su tierra natal a partir de cosas tan llenas de simbolismo como el intenso aroma de la madreselva (mesk elil) que perfuma las noches argelinas; dedica también otros temas al recuerdo de algunos lugares de su infancia, o a expresar el dolor que le produce la lejanía de sus seres queridos, o realiza una afirmación de identidad como es el caso de "miwawa", tema que canta con el mauritano Daby Touré y en el que proclaman juntos el deseo de no perder las raíces. En definitiva y a mi parecer, son canciones de exilio, expresión de sentimientos cruzados de amor a su tierra y de tristeza por todo lo que le llevó a alejarse de ella.
Mesk elil es un disco lleno de matices e influencias y sobre todo una ocasión para disfrutar de la voz grave y cautivadora de esta mujer a la que vale la pena escuchar.
Nota de edición: Cuando se escribió esta reseña en febrero de 2006 apenas se encontraba en la red alguna referencia sobre Khalid Izri. Hoy en día (doce años después) sus discos pueden encontrarse fácilmente por internet. A pesar de que la reseña no se refiere a ningún disco concreto os dejamos la información que hemos encontrado y os recomendamos que lo escuchéis. Vale la pena (Febrero de 2018).
Es rifeño, de Melilla, se llama Khalid Izri. Dudo que por la península más de unas pocas docenas de personas hayan escuchado sus canciones, excepción hecha de sus paisanos, para los que Izri –el poeta- es todo un símbolo.
Khalid Izri ha estado dando un concierto en Mataró con motivo de la celebración del nuevo año amazigh (*) y una vez más ha conseguido emocionarme, esta vez en directo, hasta ahora sólo conocía sus discos pero no había tenido la suerte de verlo tan cerquita y compartir con él momentos muy agradables.
Con sus canciones explica y transmite muchas cosas: los sentimientos del emigrante que por uno u otro motivo ha de dejarlo todo, el orgullo de su identidad amazigh, la denuncia de la persecución a un pueblo –el rifeño- al que la monarquía alauita siempre ha despreciado y pretendido arabizar a base de palos y de abandono, la defensa de la igualdad de las mujeres, el dolor de las madres cuando sus hijos se van a Europa en busca de una esperanza o más bien huyendo de la falta de esperanza en su propia tierra. Y todo esto, que de por sí ya es mucho, lo adorna con poesía, con buena música y sobre todo con una voz preciosa y dulcísima que te llega muy adentro, y al menos a mí, me traslada y me acerca a esa tierra magrebí a la que por muchas razones estimo como propia.
Si la música forma parte de la vida de Izri desde que era una criatura, el descubrimiento de su identidad amazigh también está relacionada con ella: su tío llegó a visitarles desde París y le regaló a su hermano mayor un disco que al pequeño Khalid, con tan sólo 6 años, le impactó enormemente. El disco era esa joya titulada A vava inouvà del cantante kabilio Idir. De esta forma se produjo su primer contacto con la música amazigh y empezó a despertarse su curiosidad hacia una cultura y una lengua que, aunque fueran las propias de su origen, desconocía hasta entonces por haberse criado en Melilla en un ambiente “españolizado”.
Khalid Izri, forma parte de esa generación de músicos rifeños que adoptaron un compromiso social poniéndose al servicio de la causa de la libertad y pagaron por ello cárcel y miserias. El Walid Mimoun, Twattoun, Kosmit, Hasan Tibarin…, son algunos de sus predecesores y con él forman parte del patrimonio cultural del Rif, aunque la mayoría ahora están físicamente lejos de su tierra rifeña.
Lamento mucho no poder ofreceros una referencia para comprar sus discos, por aquí no se venden. Sabemos perfectamente lo que cuesta abrirse camino en el panorama discográfico actual, y con demasiada frecuencia no son los mejores los que consiguen mayor reconocimiento. En los Países Bajos, donde hace muchos años que hay una importante comunidad rifeña, Khalid Izri se prodiga en actuaciones, aquí aún no ha llegado su momento, pero todo llegará.
De cualquier forma estad al tanto, ahora ya conocéis su nombre y si algún día tenéis la oportunidad de asistir a alguno de sus conciertos o haceros con alguno de sus discos no lo dudéis un instante.
(*) Amazigh, es el nombre con que se designa a los habitantes del norte de África.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
En tres ocasiones los trabajos de Jabier Muguruza han sido comentados en esta sección. Mikel Iturria empezó a hacerlo en el siglo pasado como buen conocedor de la obra de su paisano irundarra. Pero esta vez me aventuro a daros mi opinión sobre Abenduak 29, su último disco, un trabajo que vale la pena escuchar detenidamente. Las letras como siempre están traducidas a muchas lenguas, nos lo ponen fácil a quienes no conocemos el euskara y la música es obvio que no necesita traducción.
He leído y escuchado sobre este disco que iba a ser un disco desnudo, el propio Jabier lo ha comentado. También antes de oírlo tenía la impresión que iba a encontrarme con un corte bastante profundo con todo lo anterior, pero no ha sido esa mi sensación.
Cierto es que en relación a los anteriores trabajos ha habido un cierto desnudamiento, por ejemplo, los músicos que en los últimos años le acompañaban han sido sustituidos por un guitarrista y una voz de mujer. Pero tanto en el disco como en el directo no se echa a faltar a nadie: la voz cálida de Jabier que como siempre hace alguna entrada con el acordeón, la guitarra de Angel Unzu (una joya, este hombre) y la dulcísima voz de Mireia Otzerinjauregi, lo llenan todo y son capaces de hacerte escuchar los instrumentos que no están en ninguna parte. Ese es para mi el cambio fundamental, conseguir más con menos, pero el menos solo se refiere al número de actores, nunca al mimo, al cuidado y a la dedicación que a buen seguro se requieren para realizar un trabajo de tanta calidad.
En resumen, para mí hay una línea continuista en este trabajo, aunque cada vez es más intimista. La tendencia de Jabier no es por supuesto la habitual en los tiempos que corren, el acierto de Abenduak 29, es recurrir a lo más sencillo para hablar de cosas cercanas e importantes, renunciar a envoltorios superfluos y aparentes que esconden el vacío y limitarse a desnudar la realidad y enseñar sin tapujos lo imprescindible.
Pero Jabier se arriesga y lo hace tanto musicalmente como en la elección de las letras. No le hacen falta arengas, ni ninguna estridencia para expresar de forma clara lo que le gusta y lo que no, de lo que va pasando por ahí. Explicar, en “Gure bidea”, tema del que es autor de letra y música, lo que le sucede a una muchacha irundarra que ha dado el paso de salir en el alarde y se enfrenta a muchos miedos y presiones, es una contundente afirmación del derecho a expresarse libremente. Como también hay en “Maite zaitut, ez” (letra de Kirmen Uribe) una preciosa reivindicación de la ternura a la vez que una pregunta sobre el por qué de lo que Jabier llama la anorexia afectiva de los vascos, cuando se explica la historia de aquel obrero de los Altos Hornos al que le habían secuestrado los sentimientos y que nunca fue capaz de pronunciar un “te quiero” No es menos conmovedora la afirmación de la vida con lo bueno y lo menos bueno frente a los que se erigen en verdugos, que se hace en el tema “Bizitza, bizitza da” de Bernardo Atxaga (en el que colabora Jorge Drexler). Y con la ayuda de la ya clásica finura de Iñaki Irazu, podemos descubrir el milagro que esconde la visión de un baño impecable tras haber sido usado. Y muchas más cosas, todas buenas, incluyendo unos consejos de Markuleta con los que me siento especialmente identificada, recitados por Itziar Ituño, sobre la mejor opción posible para ver la televisión y hacer más apacible la llegada de la noche: quitar brillo, contraste, volumen y coger un buen libro.
Y hablando de envoltorios, si Jabier suele decir que este disco es un trabajo global, no una suma de temas, si destaca ese hilo conductor entre música y letras, yo quiero añadir que hay que integrar en este concepto la portada del disco. Un diseño del asturiano Pedro Balmaseda, otro ejemplo de buen gusto y sencillez.
No lo dudéis, haceros con el disco, pero no lo pirateéis, no tengo nada en contra cuando se trata de ahorrarles unas ganancias a las discográficas mafiosas, pero la gente como Jabier que se empeña en tirar para delante un proyecto minoritario y se deja la piel en ello, se merece sin duda el apoyo de los que por ahí quedamos con un poco de sentido común.
Y finalmente, si tenéis ocasión de asistir a un concierto de presentación del disco os aseguro que vale la pena. Como regalo, más allá de lo estrictamente musical que ya justifica la asistencia, tendréis el fino y elegante humor de este vasco grande en todo, mientras entre canción y canción comenta su trabajo.
Os dejo la dirección del sitio web de Jabier Muguruza en el que podréis encontrar más información sobre su trabajo musical y literario y también sobre los futuros conciertos.
Tempo Maker Productions, 2005 Editado y distribuido en España por Resistencia, 2005
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
El grupo Gwendal es conocido por estos pagos. Pero no vendrá mal hacer un repaso de su trayectoria, para uso de melómanos.
En el otoño de 1972 Jean-Marie Renard y Youenn le Berre fundan la banda de música bretona e irlandesa Gwendal. Inspirados en muy diversas fuentes, desde la tradición a la música clásica, se acompañan también de una amplia variedad de instrumentos.
En 1974 publica su primer disco "Irish Jig" (giga irlandesa), en cuya portada aparece la imagen de un duende gigante que se convirtió desde entonces en la mascota del grupo. Al año siguiente se edita el segundo disco "Joe Cant's reel" (El reel de Joe Cant) con sus primeras composiciones además de incorporar por primera vez un violín eléctrico (Robert Le Gall).
En 1977 se les une el batería Arnaud Rogers, con lo que Gwendal se convierte en un sexteto. En el mes de febrero de ese año se pone a la venta el tercer disco titulado "Rainy day" (día lluvioso). En 1979 aparece "Gwendal 4 " en el que la banda presenta nuevas composiciones con influencias y arreglos múltiples.
En 1981, tras diversos conciertos en el extranjero, Gwendal graba en Madrid su primer álbum en directo "Gwendal en concert" en el estudio móvil de los Rolling Stones. Nuevos cambios en el grupo, con la incorporación de Frangois Ovide (guitarras), Paul Fort (teclados), David Rusaouen (batería) y Pascal Sarton (bajo). En esos años Jean Marie Renard abandona el escenario para convertirse en el representante de la banda.
En 1983 graban el sexto disco "Locomo" en el castillo de Hérouville, álbum en el que Robert Le Gall cambia su violín por el bajo.
En 1985, Gwendal produce su séptimo álbum, "Danse la musique", con la primera canción compuesta por ellos y mostrando en la portada una fotografía de la banda.
Cuatro años más tarde, en 1989, Gwendal publica "Glen river", uno de sus álbumes más elaborados, con el que obtienen el premio "Charles Cros 1990", y cuyas canciones y arreglos son obra de varios de los miembros de la banda. En entonces cuando se les une Patrice Guillaumat a las percusiones. Dominique Molard participa en el tema que da título al disco.
En 1994 se publica la recopilación "Les plus belles chansons de Gwendal ", con diecinueve de sus mejores canciones. Al año siguiente aparece "Pan ha diskan", a base de melodías, cada vez más aéreas, que invitan a un viaje a África y la India a través de la utilización de arreglos e instrumentos propios de esos lugares.
En 1996 los músicos de Gwendal colaboran con el gaitero irlandés Liam O'Flynn en el Festival Tranche d'Europe Express, de PetitQuévilly. Además, acompañan a otros grupos: Frangois Ovide se une al cantante Renaud, Robert Le Gall y Pascal Sarton trabajan con Alan Stivell, y Youenn Le Berre colabora con el grupo Mugar (del que él es uno de los fundadores).
1997 es un año de reconocimiento artístico para Gwendal al obtener un disco de oro en España. Ese mismo año colaboran con la irlandesa Niamh Parsons.
En 1998 se publica una nueva recopilación, "Aventures celtiques", para festejar el veintiséis aniversario de la banda. En tres meses logran vender más de sesenta mil discos. Dicha celebración rinde homenaje a los músicos de Gwendal por su extensa actividad en directo por toda Europa. FranQois Ovide, Robert Le Gall y Youenn Le Berre fundan el grupo Igwan, mezcla de Gwendal et Mugar.
Tras otra recopilación aparecida en 2002 ("Aventure celtique"), Gwendal limita su actividad en vivo a la península ibérica. En 2005, la banda produce su nuevo disco War Raog ("Adelante"), con nuevos integrantes, aires renovados y un buen elenco de músicos invitados. En todo caso, que no cunda el pánico: suena a Gwendal.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Arto Tunçboyaciyan nació en Galataria, a las afueras de Estambul, en 1957. De origen armenio con raíces en Anatolia, su familia tuvo serios problemas económicos que empezaron a solucionarse cuando comenzó la carrera musical de su hermano mayor, Onno, que fue una de las más tempranas influencias de Arto. Él inició su andadura como músico profesional a los 11 años, edad a la que grabó y actuó en Turquía y en Europa.
En 1981, Arto se trasladó a Estados Unidos. Desde entonces ha grabado con Gerardo Núñez, Al DiMeola, Joe Zawinul, Bob Berg, Mike Manieri, Chet Baker, Marc Johnson, Dino Saluzzi, Omar Faruk Tekbilek, Eleftheria Arvanitaki y otros muchos.
Tras la edición de sus dos primeros álbumes en solitario, comenzó una creativa colaboración con Ara Dinkjian, músico armenio intérprete de ud, bien a través del grupo Night Ark, bien ellos dos en dúo, formato en el que han editado dos discos (uno de ellos, Onno, dedicado al hermano de Arto, que murió en accidente de avión en 1996). También ha participado en otros proyectos y grupos. Actualmente trabaja con músicos armenios, con quienes ha formado la Armenian Navy Band, una pequeña orquesta con raíces en las músicas tradicionales de Armenia y de Anatolia enfocadas con espíritu actual, que comenzó su andadura en 1998.
El álbum que editó en el 2004 la Armenian Navy Band, Sound of Our Life - Part One- Natural Seed (del que ya dimos cuenta en esta sección), contenía una composición de cerca de 50 minutos dedicada a la naturaleza, imaginativa y fresca.
Los dos últimos álbumes de Arto han sido editados en 2005. Artostan fue presentado la pasada primavera. Considerado «folk de vanguardia», es un trabajo de experimentación vocal, con ritmos de voz que modula con técnicas digitales y acompaña con sus peculiares solos de percusión.
Este trabajo que acaba de salir, Love Is Not in Your Mind, es un dúo con el brillante pianista y teclista de la Armenian Navy Band, Vahagn Hayrapetyan. Da cuenta del singularísimo estilo vocal y la apasionada percusión de Arto, fundidos con el excepcional trabajo a los teclados de Hayrapetjan. Love is Not in Your Mind es una muy personal declaración de amor a su madre, ya fallecida.
Todas las canciones del disco son historias de amor sin final. "Welcome Boo Boo" es una alegre canción dedicada al nacimiento de su hijo Seto hace 19 años. "New Flower" habla de una aventura amorosa que interpreta con un nuevo instrumento, el bular (un pequeño laúd que le fabricó hace algunos el gran luthier armenio Armen Blboulian).
(La información anterior, como supongo presupondréis, no me la he sacado de la manga. La he obtenido de la documentación que me ha ido proporcionando la casa discográfica. Lo que sí puedo decir de mi propia cosecha es que se trata de un disco de una belleza deslumbrante y, a la vez, nada pretencioso. Eficaz, sincero, muy consciente de sus raíces, pero abierto a todas las influencias foráneas que le vienen al corazón. En mi criterio, uno de los discos más impresionantes de los últimos tiempos.)
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Un espectáculo en directo: Mundo Café, al que reconozco que acudí sobre todo para ver a Jabier Muguruza y a Miquel Gil, me hizo descubrir e interesarme al momento, por la música de este mociño, artista consagrado con décadas de experiencia en campos tan diversos del mundo musical como el rock o la composición para obras teatrales. Su nueva faceta, con este trío acústico, es una muestra de lo que la sencillez y el buen gusto pueden conseguir.
Dice Quico Cadaval en el librito que acompaña al disco: "NARF é um artista que sempre tivo a teima de lêr em sentido contrário todo o que lhe punham por diante. Tanto tinha se eram palavras, frases, músicas, paisages ou itinerários de transportes públicos...."
NARF, FRAN Pérez, padece -según Cadaval- una dolencia o disidencia que le llaman "el complejo del salmón", por aquello de ir en sentido contrario a la corriente dominante.
Y es de agradecer, francamente. Este galego ceibe, que en los últimos años se ha dedicado sobre todo a componer música para obras teatrales trabajando tanto en su tierra como en Portugal, nos ofrece con este disco (grabado en directo en Santiago en el verano de 2003) un regalo para los sentidos cuando escuchamos su voz cálida y sus singulares composiciones mientras nos pasea más allá de su terra galega por todo el entorno de influencia portuguesa.
Su trabajo, de una sencillez muy elaborada, está lleno de matices, de influencias distintas. Una larga carrera musical y un espíritu inquieto e innovador han conseguido fundir en este disco aportaciones de diversas culturas, algunas tan cercanas a Narf como la de su Galiza natal, o la vecina Portugal, pero otras con raíces en países lejanos de África o América evidenciándose en los temas musicales los nexos existentes.
Los componentes de este trío llevan años de estrecha colaboración en diferentes proyectos, así -además de por su calidad profesional- se explica el excelente resultado que consiguen juntos: Fran con la guitarra acústica y su sensualísima voz, Manuel Sendón con el vibráfono y percusiones y Marcos Teira con la guitarra de aire flamenco.
Las letras, en su mayoría de poetas galegos (buena parte son del propio Fran y de su compañero Pepe Sendón), están en muchos temas cargadas de acidez y de una mala leche aderezada con buenas dosis de ironía y fino humor. No faltan amargas referencias a la marea negra en " A Maldición", o una corrosiva crítica a la sinvergüencería imperante en temas como "Dando" , "Pouco lle faltou" o " Enigma". También se incluye un romántico soneto de Camoes y una bonita canción de Mozambique escrita y musicada por un artista local llamado Paulo Macamo y cantada por Fran en Shangana, una de las lenguas africanas que allí se hablan.
En fin, que no perdáis el tiempo, buscad este disco y si os ha pasado como a mí y todavía no tenéis el placer de conocer a Narf, ahora es buen momento para descubrirlo y sobre todo para disfrutarlo.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Si dijera que conocía la trayectoria musical de Elena Ledda, mentiría como un bellaco.
Si dijera que no me arrepiento de haber tardado tanto en conocerla, sería un imbécil.
Esta mujer es una joya.
Nacida en Selargius (Cerdeña) no sé cuándo (pero no ayer, desde luego), Ledda se las arregla desde hace años, por lo que leo, para hacer una síntesis singularísima de las tradiciones musicales sardas y de las tendencias más interesantes del folk internacional, que ahora se llama world music.
Canta en sardo. Y, madre de Dios, ¡cómo canta! Garra, fuerza, delicadeza, matices, expresividad... Lo digo sin sombra de duda: es uno de los discos que más me han emocionado en los últimos años. Fantástico. Un prodigio de buen gusto.
Me quedé un poco mosca cuando vi en la carátula que hacía una versión de Nights in White Satin. Cuando la escuché, me rendí. Sabe sacar a la canción toda la épica que encierra sin ceder ni un milímetro a la ampulosidad con la que tienta, a la que los propios Moody Blues se rindieron en parte, poniéndose en manos de la Filarmónica de Londres. Aquí, un violín desgarrado suple con creces a toda una gran orquesta.
Kalan Müzik Yapim, 2004 Editado y distribuido en España por Resistencia, 2005
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Aynur era todavía una niña cuando ya la música formaba parte de su vida. Era muy habitual entre los suyos crecer escuchando música y canciones, los grandes poemas y las melodías del pasado, "que acaban siendo parte de ti misma", como declara la cantante kurda. Fruto de este contacto constante con la música fue la conciencia que adquirió de las enormes oportunidades artísticas que existen en la mezcla de palabras, cantos y músicas. La música y la poesía son el centro de la cultura kurda. Conviene recordar que esa cultura está profundamente arraigada en la zona de la que ella procede. Incluso en Turquía la cultura cambia de ciudad en ciudad, y la tradición musical kurda alevi (próxima a la doctrina chií), a la que Aynur pertenece, es muy diferente de la de Siria o Irán.
En 1992 su familia se trasladó a Estambul, como mucha otra gente, debido a los acontecimientos políticos de los 90. Familias completas se vieron forzadas a emigrar desde el este al oeste de Turquía. Al principio resultó difícil adaptarse a las costumbres de aquella gran ciudad. Comenzó a recibir clases de baglama, el laúd tradicional turco por excelencia. "En aquellos tiempos la música kurda tenía que luchar con toda clase de dificultades y tocarla podía ser muy duro, pero persistí y mantuve viva la tradición con la que había crecido a través del difícil acceso que tenía a las grandes músicas kurda y turca", dice.
Una de las influencias más importantes que tuvo en esa primera etapa fue la del guitarrista turco Erkan Ogur, músico innovador que se hizo famoso por inventar una guitarra sin trastes que permite la ejecución de las tonalidades sutiles y cambiantes de la música turca. Sus grabaciones han logrado mantener viva la tradición musical turca para las siguientes generaciones, y esa mezcla de lo antiguo y lo nuevo caracteriza también la música de Aynur. También ejercieron influencia sobre ella las músicas de Oriente Medio, de Irán, de España, de Grecia y de Latinoamérica, igual que la voz de cantantes como Tracy Chapman. Pero lo que más poderosamente ha marcado su estilo ha sido la gran tradición barda del este de Turquía, donde los trovadores iban de ciudad en ciudad cantando tanto sus propias composiciones como las venerables canciones transmitidas de generación en generación a través de los siglos.
"Keçe Kurdan" (Chica kurda), su tercer disco, fue un proyecto que, desde el principio, interesó enormemente a Hasan Saltik, productor y fundador de Kalan, uno de mejores sellos turcos. Para ello Hasan invitó a varios de los mejores músicos de su compañía, apelando a su conocimiento de la música kurda.
Aunque en sus comienzos como artista Aynur cantaba acompañándose del baglama, ahora ha optado por una música folk urbana de sonidos más complejos y con varios instrumentos y músicos: violines, kanun (salterio), a lo que añade las armonías de un canto ancestral. "Amo el estilo antiguo el trovador y su baglama; esa es la auténtica voz de la música kurda. Por eso, de vez en cuando, anhelo volver a ese formato. y lo utilizo incluso cuando actúo con un grupo más grande. Hay una riqueza y una belleza apabullantes en esa sencillez. Querría añadir, finalmente. que la música kurda me ha nutrido, y me gustaría hacer que esa música llegue a un mundo más amplio. No sólo la música, sino también la cultura de la que nació. También, como mujer que canta música kurda, soy muy consciente de la violencia y la opresión que han afligido a las mujeres y los niños de mi comunidad y de todo el Oriente Medio. Mi esperanza es la paz."
Es cierto que nuestros oídos no están muy habituados a músicas como la de Aynur, pero tampoco tardan en hacerse a ella y captar sus secretos. Entonces, la fascinación viene por sí sola.
«Alzaos, chicas, haced oír vuestras voces en el mundo. Os esperan cosas difíciles en las alturas. Y es que las mujeres ahora avanzan, estudian. Han puesto plumas a sus alas para volar más alto. Porque eso es lo que queremos, chicas, acudid a la batalla. ¡Sí, somos chicas kurdas!».
De este tenor es la letra que da nombre al disco. Pero Aynur no cree que su música juegue un papel político. ¡A saber qué entenderá ella por política!
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Música de la mejor calidad y compromiso político, esto es lo que nos ofrece el nigeriano Femi Kuti en este álbum. El disco es un impresionante directo, un exponente del Afro-beat en el que funk, soul, jazz, se mezclan con otros ritmos tradicionales africanos. Está grabado en el club Africa Shrine de Lagos, fundado por su padre -Fela Kuti- y escenario desde los años 70 de muchos conciertos en los que la música se ponía al servicio de la denuncia política y social.
Pero además de la explosiva energía musical de este disco, Femi deja ver en las letras de sus canciones su condición de defensor de los derechos de su pueblo. Siguiendo el ejemplo paterno, aprovecha su proyección internacional para denunciar la trágica situación en la que vive el continente africano asolado por las guerras, las enfermedades y la miseria en que le han sumido las dictaduras corruptas, la explotación de las multinacionales y la hipócrita complicidad de las opulentas sociedades del Norte.
La tradición combativa de la familia de Femi, marca decididamente su trayectoria: su abuela paterna, una antigua dirigente sindical nigeriana, fue asesinada (defenestrada) por el ejército en 1977 cuando contaba 78 años. Su padre, el mítico Fela Kuti (apodado The Black President) fue, además del creador del Afro-beat, un incansable luchador que sufrió persecuciones, torturas y todo tipo de vejaciones por los gobiernos dictatoriales de Nigeria hasta su muerte -víctima del Sida- en 1997.
En el terreno musical también Femi recibe la herencia de su padre: desde muy joven se incorpora a la banda de Fela -Egypte 80- que llegó a liderar cuando éste fue encarcelado en el 84. Posteriormente forma su propio grupo -The Positive Force- con el que empieza una carrera musical independiente, en la que enriquece y actualiza el Afro-beat con su estilo propio. Con su banda grabará en el 98 "Shoki Shoki" disco con el que conseguirá el reconocimiento internacional que se consolidará con su siguiente trabajo "Fight to Win" publicado en el 2001.
En el 2004 sale "Africa Shrine", junto al CD se publica también el DVD: "Live at the Shrine" realizado por Raphaël Frydman (realizador también de Babylon's Fever sobre Manu Chao) que recoge la grabación en directo del álbum y otros aspectos de la vida en el Shrine, ese legendario local convertido hoy por Femi en lugar de conciertos, de actividades sociales y en centro de oportunidades para los jóvenes músicos nigerianos.
Africa Shrine es también un homenaje de Femi a su padre, a sus ideales y proyectos comunes, es un disco africano hasta la médula, que con sus ritmos, con sus letras y con el orgullo negro de su creador nos acerca a ese maravilloso y maltratado continente. Un disco para escuchar y bailar, pero también para hacernos pensar.
Y si queréis más y mejor información sobre el disco y el DVD os dejo la dirección de su sitio web, donde podréis encontrar muchas más cosas.
Intermedia, 2004 Distribuido en España por Resistencia
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
El texto informativo que acompaña al disco dice lo que sigue:
«Synthesis nace en 1995 con la intención de profundizar en la extraordinaria riqueza de la música tradicional de Macedonia. Se eligió ese nombre porque expresaba el concepto del grupo, es decir, la mezcla de sonidos tradicionales con arreglos contemporáneos a fin de crear una síntesis musical. Explorando en profundidad las raíces del legado folk macedonio con una preocupación seria en cuanto a los elementos básicos de las composiciones tradicionales, el grupo ha conseguido una fabulosa acogida por dar nueva vida a su tradición.
»Los viajes melancólicos de Synthesis, con toda la fuerza emotiva de su legado y la característica complejidad de los ritmos macedonios no deberían pasar desapercibidos para el aficionado a la música balcánica. Macedonia ha puesto al descubierto finalmente un proyecto de world music. El grupo utiliza la amplia variedad de instrumentos macedonios: kaval, gaida, zurla, tapan, tarabuka y tambura (la tambura es la versión balcánica del instrumento de la familia de los laúdes que en Oriente Medio llaman «tambuin» y en Grecia «buzuki»). Formado por tres jóvenes cantantes femeninas que abordan hábilmente la tradición vocal, más teclados, dos percusionistas, el tambura y por supuesto, el kaval, la gaida o la zurla en primera línea. Hay que destacar que si bien la mayoría de grupos tradicionales macedonios son amateurs, esta banda está formada por músicos profesionales.
»Su primer álbum se grabó en 1996, y fue editado al comienzo de 1997 por SJF Records (sello creado por el Festival de Jazz de Skopje) bajo el nombre D. D. Synthjesis, con Dragan Dautovski (kaval, gajda, zurla) como líder. Ese año comenzó su actividad en directo, actuando en diversos festivales internaciones y haciendo una gira en Japón. La respuesta de la crítica y el público fue entusiasta. En septiembre de 2000 graban el segundo disco titulado "Swinging Macedonia" con un cambio en la formación: Dragan Dautovski deja el grupo, ocupando su lugar Goce Dimovski. Dando un salto cualitativo, este nuevo trabajo es totalmente acústico y añaden a su rica paleta musical el sonido de dos chelistas, además de participar la Orquesta Sinfónica de Macedonia en algunos temas. En el primer concierto promocional del nuevo álbum comparten escenario y cartel con Goran Bregovic en Ljubljana (Eslovenia). 2001 es un año pletórico de exitosas giras por EE UU, Australia, Bélgica, Italia, España, Portugal, Polonia, Grecia, Eslovenia y Mecedonia. En 2002 graban "Live in Skopje", álbum en directo que presentan por primera vez en el festival StricUy Mundial celebrado en Marsella en 2003.»
Sólo me queda añadir a esta información que me ha encantado escuchar la música de De Bog da Bie, delicada, limpia, hermosa, brillante y, a la vez, sencilla (aunque no por ello menos elaborada). Me ha descubierto una música tradicional -la macedonia- que desconocía, pero que me ha sonado finalmente familiar, en la medida en que se expresa en el lenguaje internacional y común de la música con raíces. Por resumir: un disco extremadamente recomendable.