Este disco estaba incluido en la sección de Discos únicos de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: Quién no conoce un disco maravilloso de un grupo del que no se volvió a hablar? Hay discos que por si solos justifican la existencia de sus compositores... pero desgraciadamente sólo ese disco les salió redondo.
Escuché por primera vez este disco en una feria de artesanías de Torrevieja, allá por el verano de 1994. Lo tenían puesto unos chavales en una caseta. Me impresionó tanto que me quedé escuchándolo hasta que terminó. Entonces me dirigí a los mozuelos de la caseta y les dije que se lo compraba. Me contestaron que ellos vendían vasijas de barro; no discos. Insistí, me puse pesado -soy capaz- y al final conseguí sacárselo. October Project se compone de Mary Fahal (voz), Marina Melica (voz y teclados), David Sabatino (voz y guitarras), Emil Adler (voz y teclados) y Julie Flanders (que es la autora de todas las letras). Hacen una especie de pop sinfónico muy, pero que muy interesante. Años después, en un viaje a los EUA, conseguí otro disco de ellos (Falling Farther In, Sony Music - Epic, CD 7464 - 67019 2, New York,1995), que está bien, pero que repite demasiado la fórmula del anterior. No he visto ninguno más.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Skyedance es el nombre que el conocido folclorista y fidler escocés Alasdair Fraser escogió para llamar al grupo de músicos que él mismo formó para animar sus giras a partir de 1996. Son cinco -seis, contándole a él- virtuosos de los más diversos instrumentos de la tradición celta. Fraser descubrió mediada la década pasada el trabajo de renovación de la música folk que se estaba haciendo en nuestro norte peninsular y se quedó fascinado. Animado por el sello Resistencia realizó en octubre de 2000 una gira que le llevó desde Pamplona a Madrid, pasando por Xixón, Pontevedra y Ourense. Consiguió para esta gira la colaboración de Mercedes Peón (voz y pandereta), Kepa Junkera (trikitrixa), Hevia (gaita midi), José Manuel Tejedor (gaita asturiana), Joxan Goikoetxea (acordeón de piano) y Oreka TX (txalaparta). Mikel Laboa apareció en la actuación de Iruña para cantar su celebérrimo "Txoria txori". El resultado es un disco muy festivo y alegre, aunque con sus imprescindibles gotas de melancolía, como no podía ser menos en una reunión de escoceses, gallegos, asturianos y vascos. El directo está muy bien grabado -se deja notar la participación del público, pero sólo lo justo- y el conjunto del trabajo da gusto oírlo. Es ésta, sin duda, una pieza imprescindible para cualquier amante de la música folk.
CRIN CD 12015, 1996. Edita y distribuye: Creativos Independientes, Madrid
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace algunos años más de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: Hay discos publicados hace pocos días que suenan infinitamente más antiguos que estos. La edad no estropea los buenos discos, al contrario, los rejuvenece.
Me escribe una lectora asombrada porque ninguno de los discos que incluyo en esta sección le suena "de nada". ¡Pues de eso se trata! Claro que hay discos que se oyen en las radios comerciales y me gustan -ahora mismo, sin ir más lejos y por citar algo de habla hispana, los de Maná-, pero no veo que valga la pena darles publicidad: se arreglan estupendamente sin mí. Y ya que hablo de Maná, vámonos para México. La cantautora Guadalupe Urbina no es mexicana -creo que es centroamericana-, pero está afincada en México y sus referencias culturales son de su tierra de adopción. Este disco es asombroso: creativo, originalísimo, hace una mezcla fascinante de tradición y modernidad, con letras de una llamativa solidez literaria. La canción dedicada A Frida Kalho es la que inicialmente llama más la atención a todo el mundo pero, con ser muy buena, a mí me gusta más la que da título al CD. Todo él es muy bueno.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Él sostiene que este disco es suyo sólo en muy pequeña medida; que es Sharon Robinson la que lo hace casi todo. Y es verdad que Robinson ha compuesto buena parte de la música, ha hecho los arreglos y ha producido el disco, y que es ella la que lleva la mayor parte del tiempo la voz cantante. «No se puede decir ni siquiera que yo le haga los coros. Los coros también los hace ella», bromea Cohen.
Pero no nos dejemos engañar: es Cohen en estado puro. Sencillamente, Robinson -ahí, en la foto, con él- le tiene tomada la medida y se sabe sus gustos y sus trucos. Se los sabe desde hace años: ya en el anterior disco del canadiense, The Future, un par de las composiciones eran suyas.
Durante nueve años, Cohen, encerrado en un convento budista en el Monte Blady, entregado al duro trabajo de reconciliarse con su edad y consigo mismo, escribió un buen puñado de textos. Sharon ha seleccionado diez y, mano a mano con él, los ha musicado. Una parte de la crítica ha dicho que el producto no aporta nada que no supiéramos ya. Bueno. Cohen sigue siendo el mismo Cohen de siempre, sin duda, y sigue emitiendo el mismo «zumbido monótono», según él mismo ha comentado más de una vez en broma. Pero los textos destilan nuevas melancolías y un novedoso y agradable sentimiento de paz interior. «Después de todos estos años de actividad espiritual», le he leído en una reciente entrevista, «la gran revelación que tuve en el Monte Blady, y que me produjo una gran alegría, es que no tengo la más mínima aptitud para la vida espiritual. Una vez aceptado eso, he podido regresar sin problemas y retomar mi trabajo normal».
A fuer de sincero, he de reconocer que me esperaba que su voz estuviera mucho peor. A mí me ha parecido que suena más o menos como hace diez años. Tal vez porque ha vuelto a fumar.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
El sello Enja lleva años realizando una espléndida labor de difusión en Europa del mejor jazz de todo el mundo. En esa línea, va a presentar próximamente en España -lo que veis arriba es la carátula de un ejemplar promocional, "not for sale"- una obra sorprendente e inclasificable debida a la audacia y la destreza del compositor, arreglista y bajista Renaud García-Fons.
Probablemente casi ninguno de vosotros conozca a García-Fons. Yo tampoco sabía de su existencia, hasta hace una semana. Ahora sé que este joven catalano-francés -que vive y trabaja en París, donde estudió el bajo con François Rabbath- ha sido aclamado por esos mundos como un virtuoso del bajo acústico de cinco cuerdas. Un par de ejemplos de la crítica: «Nada parecido a lo que haya podido usted escuchar jamás en este país» (Boston Sunday Herald); «Es el Paganini del bajo» (tras su paso por el Festival de Jazz de Berlín, en 1996).
Ha trabajado con los intérpretes más diversos -desde el libanés Rabih Abu-Jalil hasta el alemán Michael Riessler, pasando por el guitarrista flamenco Pedro Soler y la Orquesta de Contrabajos de Francia- y ha bebido en las fuentes musicales más variopintas: el flamenco, la nouvelle musette, la música africana, la griega, la india, la latinoamericana... El resultado se refleja bien en este disco, no por culto menos fresco, con el que se presenta en el mercado local.
Para amantes del jazz, de la innovación... y de la música en general.
A&M Records, 1979. Remasterizado en CD en 1990. (UK) CDMID121
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace algunos años más de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: Hay discos publicados hace pocos días que suenan infinitamente más antiguos que estos. La edad no estropea los buenos discos, al contrario, los rejuvenece.
Ya, para estas alturas, nadie que sepa de la materia duda de que Albert Lee es una de las mejores guitarras británicos. Y menos después de que Eric Clapton se lo llevara de gira por medio mundo para que le hiciera "duelos" de guitarra en sus conciertos. Pero este tipo simpático, que ha pasado por España varias veces, hizo sus primeras armas como guitarrista de Emmylou Harris (su solo en "Luxury Linner" lo consagró). El que presento aquí fue su primer disco en solitario. Lo hizo arropado por la banda que Emmylou tenía en aquellos años (Rodney Crowell, Ricky Skaggs, Emory Gordy, Hank De Vito, Micky Raphael...) y por ella misma en las segundas voces, con el concurso adicional de Don Everly (el de los Everly Brothers). Arranca con una pieza de guitarra enloquecida, como para dejar constancia apabullante de lo que es capaz de hacer... y para poder dedicarse luego ya a mostrar más pausadamente la variedad de sus registros, que son muchísimos. Emmylou Harris se ha distinguido siempre por el apoyo que da a los sucesivos miembros de su banda para que se lancen al ataque del mercado en solitario, cosa que ha logrado en muchos casos. Desde luego, en el de Albert Lee, que demostró en este disco que, si como guitarrista es excepcional, se las arregla también muy bien ante el piano (lo toca que es un primor en la pieza que dio nombre al LP), en los instrumentos de cuerda y cantando. Un CD imprescindible para los amantes del country-rock.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Tercer trabajo de este sólido grupo vasco nacido en 1994 y primero con un lanzamiento promocional digno de ese nombre. Joxan Goikoetxea, Juan Arriola y el irlandés Alan Griffin, afincado en Donostia desde 1984, han hecho esta vez una atractiva mezcla de temas tradicionales y otros de nuevo cuño, agenciándose la colaboración de la cantante húngara Márta Sebestyén, que interpreta en euskara cinco de los 19 temas que componen el CD. (Para los no iniciados, diremos que Márta Sebestyén alcanzó gran notoriedad por su participación en la banda sonora del film El paciente inglés, que fue premiada con un Óscar).
Ninguno de los componentes de Alboka -nombre que el conjunto toma de un singular instrumento tradicional vasco, que viene a ser algo así como una gaita sin bolsa, sustituida por la boca, que debe almacenar y expulsar aire al mismo tiempo- es diletante en esto de la música: Goikoetxea es profesor de la Escuela Musical de Hernani e integrante de un grupo de música de cámara, el HAT; Arriola ha sido durante seis años miembro de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de San Sebastián y es profesor de violín; Alan Griffin, por su parte, es profesor de música y danza tradicionales irlandesas. Además, como dice él, es «el mejor intérprete irlandés de alboka, más que nada porque no hay ningún otro».
Lorius (o lorio) equivale en castellano a «feliz» o «gozoso». Éste es, en efecto, un disco alegre, y también innovador, que incluye numerosas colaboraciones de otros instrumentistas de gran valía.
Para información del personal interesado: la gira de presentación de Lorius pasa por Madrid (23 de octubre, Sala Galileo Galilei), Barcelona (24 de octubre, Sala Luz de Gas), Pamplona (25 de octubre, Teatro Gayarre), Bilbao (26 de octubre, Café Antzokia), Vigo (29 de octubre, Teatro Caixanova) y Donostia (10 de noviembre, en el Udazkenean Folk). Recomiendo a los amantes del folk que asistan: no perderán el tiempo.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de versiones de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: Sobre este tema las opiniones son como las manifestaciones: hay muchas. Que si las versiones son peor que los originales, que si una buena canción se aprecia escuchando sus versiones, que... Tú decides.
¡Palabras mayores! Este doble CD es, sencillamente, la repera. 39 canciones de Pete Seeger, o popularizadas a lo largo de su dilatadísima carrera por este ex combatiente de las Brigadas Internacionales y patriarca del folk norteamericano. Así, sólo para abrir boca, diré que intervienen Bruce Springsteen (canta una versión del We Shall Overcome llena de enternecedora melancolía), Jackson Browne, Bonnie Raitt, Sweet Honey in the Rock, Peter, Paul & Mary, Tom Paxton, Nanci Griffith, The Weavers, Roger McGuinn, Judy Collins, Odetta, Dolores Keane (¡vaya versión a la irlandesa del Where Have All The Flowers Gone!), Donovan, John Gorka, Tish Hinojosa... Supongo que conoceréis la canción que da título a este homenaje colectivo: la escribió Pete Seeger tomando pie en un pasaje de El Don apacible, de Mijáil Sholójov, y es un alegato antimilitarista que pone la carne de gallina. Por lo menos a los gallinas como yo.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos de hace pocos años de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: No todos los "clásicos" tienen que pasar la prueba del carbono 14. Aquí tienes unas cuantas pruebas.
Ahora que las pavadas de Oriana Falaci están tan de moda, resulta reconfortante toparse con esta primorosa producción made in USA de la obra del turco-egipcio Omar Faruk Tekblilek, capaz de entrelazar y hermanar sonidos procedentes de Arzeibaiján, Bulgaria, Anatolia, Egipto y Grecia, de aderezarlos con la voces de la griega Gilkería, la israelí Zahava Ben, la persa Mamak Jadem, la búlgara Galina Durmushliyska y la turca Suzy, convenientemente acompañadas por la guitarra del español José Antonio Rodríguez Muñoz. El producto, deliberadamente transmediterráneo, tiene la coherencia que le otorga el parentesco cultural que doña Oriana trata de negar, sin aportar para ello más argumento que su ignorancia enciclopédica.
Polémicas políticas aparte, el disco es una preciosidad y, por las razones antes avanzadas, fácilmente accesible al oído hispano. Tekblilek, consumado multiinstrumentista, ha hecho una muy cuidada selección de canciones de amor, que canta y toca magistralmente.
Ah, por cierto: Alif es la primera letra del alfabeto árabe... y también la inicial con la que los árabes identifican a Alá.
Este disco estaba incluido en la sección de Discos difíciles de encontrar de la anterior página web de Javier Ortiz (2000-2005), cuya cabecera decía así: Nada, que no hay manera. Llevas años buscándolo, lo tienes en una cinta inaudible que proteges más que a tu vida... y no encuentras el CD por ningún lado. Aquí verás que no eres el único. Pero al final aparece, seguro.
No es fácil de encontrar -entre otras razones, porque no siempre se transcribe igual la ortografía griega a la latina-, pero cualquier esfuerzo que se invierta en ello está justificado. El sello Lyra tiene página web y, en el peor de los casos, siempre cabe solicitarles el envío del CD contra reembolso.
Si tuviera que salvar diez discos de mi discoteca en caso de que se me incendiara la casa y hubiera de escapar por piernas, éste sería sin duda uno de ellos. Me lo regaló mediados los 80 una amiga que hizo un viaje a Grecia. Me gustó tanto que lo oí y lo oí sin parar, hasta que, con los años, el vinilo se volvió cascajo. Recientemente lo he conseguido remasterizado en CD. Son canciones de Manos (otros escriben "Mannou") Hadjidakis, con arreglos de Lena Platonos y cantadas por una jovencísima Savina Yannatou, que por entonces estaba en sus comienzos (debía de tener algo así como 18 años cuando hizo este disco). Ahora es ya una intérprete consagrada. El disco es una maravilla: las composiciones de Hadjidakis, preciosas; los arreglos, de una sencillez pasmosa, de ésas que sólo se logran cuando se conoce muy bien la técnica y se tiene la capacidad de hacer un producto depurado de todo lo accesorio; la voz de Yannatou, como un fino cristal, frágil, delicadísimo. Aunque, con el tiempo, me sé ya las letras de memoria, ignoro qué quieren decir, y bien que lo siento. Julio Rey (el de "Gallego y Rey"), al que le hice una copia, dice que nunca había escuchado una música que le relaje tanto cuando está trabajando. Estoy de acuerdo con él, pero yo ampliaría el radio de acción sentimental del disco: sirve para esa situación y para otras. Si sabéis a qué me refiero.