Rebecca Loos deambuló por las televisiones españolas hace algunos meses. De plató en plató, esta holandesa tuvo a bien contar sus presuntas aventuras sexuales con el futbolista David Beckham. Y no me digan que no tiene pelotas la cosa. El inglés lidera el ranking seguido de cerca por los toreros Jesulín de Ubrique y Fran Rivera. A esta terna de famosos le salen novias, amantes y pendones verbeneros todas las semanas. Las chicas van a la peluquería, se dejan caer por un par de programas del corazón, hacen caja y no se vuelve a saber de ellas, salvo que Javier Sardá decida lo contrario.
Eso de decir que te has acostado con Beckham, Jesulín o Fran, aquí y hoy, te da para comer de lujo durante una buena temporada. Da igual que no aportes pruebas, es lo mismo que todo sea fruto de tu imaginación, poco importa que se trate de un montaje. Total, si Rappel lleva viviendo toda la vida de sus presuntos poderes sobrenaturales. Rebecca no gasta túnicas ni gafas modelo paellera, es cierto, pero ni corta ni perezosa acaba de protagonizar una escena de lo más cochina en la televisión inglesa. En un programa similar al de La granja que emite Antena 3 en la actualidad, Rebequita ha tenido la ocurrencia de masturbar a un cerdo. "Al final me dolían los brazos", declaró tras la manipulación. Una auténtica cerdada, ocurrencia de los guionistas.
Distintas asociaciones británicas han puesto el grito en el cielo. Es inútil, la televisión irá cada día a peor, no tiene remedio. Y no tengo complejo de Nostradamus, se lo aseguro. Se trata de una simple constatación. Una evidencia, sin más.
Se suele decir que del cerdo se aprovecha todo. Me temo que de Rebecca Loos nadie querría su cerebro. Si acaso, algún cerdo juguetón y solitario solicitaría sus brazos.
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