Dice Rajoy que España tiene sed de urnas. Esa España a la que niegan el pan y la sal. Esa España cuya cabeza ofrecen en bandeja estos liberales de nuevo cuño dominados por un bigote que en su día fue un bigote. Esta España que muere famélica, entre enredos, tergiversaciones y egoísmos políticos. La España de la incomprensión, la negligencia y el vuelva usted mañana. La España desangrada, privatizada y adulterada. La España de transiciones y prestidigitación. La España aniquilada. Esta España que se desangraba y fue cosida con remiendos. Esta España que no cicatriza. Esta España mísera y desconcertante. Esta España inacabada.
Esta España no está sedienta sino ebria. Su España, señor Rajoy, no parece mi España. Pero bien que siento que sí lo sea. Porque no hay otra, y usted y los suyos se han apoderado de ella. En el fondo, siempre fue su España y no nuestra España. Los que tenemos sed en su España somos los que anhelamos otra España, la que murió a balazos mientras los demócratas de Europa miraban a otro lado. Esta España, señor Rajoy, está sedienta de justicia. Esta España tiene sed de decencia y verdades. Su España no tiene sed, sino ganas de que dejen de manipularla. Esta España está harta de que la metan mano. Esta España quiere salir de su boca, señor Rajoy. Aquí el que tiene sed es usted y no su España de bolsillo. Son usted y los suyos los que salivan sólo de imaginarse profanando esta España hecha tantas veces mil añicos. Son ustedes quienes tienen sed de poder. De más poder. Sed de recortar, de finiquitar, de extinguir, de amedrentar, de fanfarronear, de seguir siendo los señoritos. Sed de mal, que diría Orson Welles, porque ustedes tienen una capacidad infinita para zarandear a España en su eterno beneficio.
Esta España, señor Rajoy, no puede tener sed, porque hace mucho tiempo que esta España palia su sed bebiéndose sus propias lágrimas mientras usted y los suyos ríen en la oscuridad usando a España como pretexto. Eso es España, un simple pretexto.
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