Esta agonía va a alargarse. TVE no es puntual. El periódico dice que la serie de Ana Obregón (joder, en la que me estoy metiendo) empieza a las 22 horas. Ya son las malditas 22 horas, y están echando anuncios. Me venden la película de Harry Potter, unas pizzas (gracias, pero ya he cenado); ropa deportiva (esto debe ser publicidad selectiva, porque conocen mi sedentarismo rampante); me invitan a irme a Asturias en un anuncio en el que han matado de cansancio a un perro con el dichoso palito, lanzándoselo de un lado a otro como posesos. Vale, ahora lavadoras (¿y qué hago con la que tengo?); gotas para los ojos, pañales (espero no volver a llevarlos nunca); galletas con chocolate (una desconcertante acidez ataca mis tripas, no sé si es el anuncio de las galletas o los nervios de la cita). Ahora caramelos, libros de bolsillo, yogures con bífidus activo; más yogures; un coche, un disco patrocinado por una petrolera... ¡Y la información meteorológica! ¡Ahora el del tiempo! ¡Toma isobaras para la espera!
Me preparo otra tila.
Se acabó, llegó el momento... ¡Más anuncios! ¡Más anuncios! Otra vez el disco patrocinado por la empresa de carburantes. Ahora crema y productos dermocapilares.
Ya está, ya está. "Ana y los siete". Diez minutos de serie y vuelta a los "consejos publicitarios". Esta vez me ofrecen una guía de carreteras (tendré que sacarme el carné de conducir); una revista del corazón; una hipoteca (ahora sólo me falta el piso); un concurso de mensajitos del móvil; gafas de sol (todos los años cambian la moda, ¡serán capullos!); cremas antiarrugas (sus mu...); cerveza (vaya, ahora que me había levantado a por el yogur con bífidus activo); crema para la piel; una crema para la vagina; pasta precocinada; arroz (vuelta a la acidez); otro coche; más pizza; ¡otro coche! Ahora, nada, una montaña rusa de un parque de atracciones... ¡Qué cosita más mona! Una colección de piedras preciosas con su correspondiente fascículo, que termina en culo, como todo el mundo sabe. ¡Más yogures! (¿es una tomadura de pelo?); un musical. De nuevo las gafas de sol y antes de volver a ver a Ana... ¿Lo adivináis? Y-o-g-u-r-e-s. Sí.
La tila se me ha enfriado. ¿Y la serie? Iba a decir que la idea, el concepto, el argumento, la escenificación, todo, absolutamente todo es infantil. Pero seamos justos, ¿qué culpa tendrán los niños?
Y encima el yogur me ha sentado como un rayo. Serán los bífidus y la madre que los parió.
Comentar