La Comunidad de Madrid prepara un decreto para aplicar la denominada Ley Antitabaco. Ni los hermanos Marx serían capaces de darle un sentido más surrealista al asunto. Ni una oda de Ramoncín lograría alcanzar cotas tan altas de desparpajo espiritual. Los chicos de Esperanza prevén autorizar que se fume en bodas, bautizos, comuniones y actos institucionales. La estupidez no conoce límites ni fronteras, vuela cual gaviota ebria. Claro, cómo no íbamos a poder darle al cigarrito en la comunión del niño. Cómo iba a faltar el puro en la boda. Cómo íbamos a dejar de hacer el gili...
En esta ocasión no se han planteado pedir firmas para la convocatoria de un referéndum. Algo es algo. Se trata de tocar las narices al Ejecutivo. Esta nueva paranoia popular y populachera se concibe como un asunto más en la percusión desestabilizadora y confrontadora que han diseñado en Génova el hidalgo Marianín Rajoy y su séquito de liberales, papanatas y otras especies protegidas. Y es que no podemos olvidar que detrás de los malos humos existe un negocio poderoso, con una influencia económica gigantesca y una caja registradora que no necesita que la engrasen. Su misión es enganchar al personal, lograr que se cree una dependencia, una adicción insalvable. Donde hay un negocio rentable, donde hay alguien poderoso, allí está el Partido Popular dispuesto a remar, empujar, soplar.
Ayer, Soraya Sáenz de Santamaría, considerada la mano derecha de Rajoy en política territorial, confesaba en elmundo.es: “En el Partido Popular tenemos la responsabilidad de defender los intereses de los españoles, por encima de estrategias electorales”.
Hace falta decir gilipolleces como ésa para llevar la carrera meteórica que lleva esta chica en el partido reaccionario de Acebes, Zaplanator y Esperanza. Soraya, vas por buen camino. No pierdas la fe; puede que llegues a ser la nueva Esperanza.
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Escrito por: Belén.2006/02/09 11:45:52.831000 GMT+1