2003/03/26 08:00:00 GMT+1
"Mucho ruso en Rusia", decía el hoy desaparecido Eugenio, envuelto en el luto de su habitual vestimenta tan poco festiva. "Muy buena la ensaladilla rusa". Se trataba de un chiste.
La candidata a Miss España, algo temblorosa ante la presencia de las cámaras y de una prole de mujeres estiradas hasta la saciedad (todas ellas en el jurado), respondió a la pregunta (¿Qué me puede decir de mi país?) del embajador ruso en España con una profunda reflexión: "Rusia ... hum... un país muy bonito... y los rusos... hum... los rusos son muy buena gente". Sí, los que enterraron a Nicolás II fueron unos pedazos de pan, que no veas. Bueno, al menos no le salió al diplomático ruso con lo de los polvorones. Algo es algo.
Las galas de Miss España constituyen todo un bazar de sorpresas. El pasado año una periodista se metió en la final y se armó la marimorena. Verla desfilar era ciertamente llamativo por lo mal que lo hacía (imagine durante un instante -no es recomendable más tiempo- una danza del vientre protagonizada por nuestra ministra de Asuntos Exteriores, jovial y alegre ella ante "el descenso del petróleo" (sic) ).
Durante aquellos días, en España se habló de lo relativamente sencillo que era contar en casa con una miss, con la ayuda de un talón y una desvergüenza a prueba de regateos. El pasado fin de semana Telecinco emitió en directo una nueva edición del concurso, un desfile anodino, absurdo, machista y pretencioso en el que se supone que se decide quién es la mujer más guapa de España. "Muy buenos los filetes rusos".
Jóvenes mostradas en un catálogo aberrante, sonrisas huecas, zancadas inacabables, medidas anunciadas como si del pedigrí se tratase. Muy de Shakespeare, me dijo un amigo. Puede que exista una relación microscópica o remota con el genio inglés, pero, por ahora, la experiencia real nos cambia el "ser o no ser" por un "estar en el candelabro o no estar en el candelabro".
"Mucho ruso en Rusia".
Escrito por: Marat.2003/03/26 08:00:00 GMT+1
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2003/03/19 08:00:00 GMT+1
No sé por dónde empezar, lo reconozco. Es que con los desalmados de siempre a punto de sumergirnos en una guerra absurda, caprichosa y mezquina, resulta cuando menos delirante sentarse a escribir acerca de un programa absurdo, caprichoso y mezquino, aunque en dosis que no llegan a ser mortales. Voy con el delirio.
Ayer di por azar con un amorfo seudoprograma del que iba huyendo desde hace unos cuantos días. Me había propuesto no darme por enterado de su existencia. ¡Y estaba siendo tan reconfortante! Pero, ¡ay!, ayer, en una de esas mecánicas convulsivas del zapeo, me topé con el circo, con un berenjenal tan patético como obtuso. La degeneración por la degeneración; lo cutre por lo cutre; lo estúpido por lo estúpido; lo chabacano por lo chabacano. Creo que esta vez han tratado de reunir en un solo formato, en un mismo cubo toda la basura. Sí, basura, diga lo que diga Gustavo Bueno. De seguir así, habrá que fabricar el televisor con una cadena. Podremos tirar de ella, y los desechos desaparecerán. Será una especie de mando de distancia, pero recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Irreparable es el daño que le hace Hotel Glamour al buen gusto, a la razón, a la ética, a la educación de los jóvenes. Sí, estoy entrando en un campo de minas.
El espectáculo que presencié ayer en esa verbena esperpéntica que se ha montado Telecinco es el paradigma de la ordinariez supina. Es más fácil acertar tres semanas seguidas La Primitiva que dar de forma aleatoria con un reparto semejante, con ese grupo de almas cándidas. El responsable del cásting estará orgulloso. La macedonia está agria: un cubano mitificado por sus andanzas en los geriátricos; una adivina que no da con el futuro ni en tanga; un peluquero sin tijeras; una chica indefinible que dijo que no cambiaría jamás, y en ello anda; dos consumidoras de silicona; la madre de una ex concursante de Gran Hermano, prototipo de las seguidoras de Ana Rosa y Terelu; un ex concursante de Gran Hermano, amante de las hazañas bélicas y las promesas matrimoniales; un menda al que le persigue su ex de plató en plató, e imaginamos que de cheque en cheque.... y Pocholo, una arritmia andante, incapaz de articular tres palabras seguidas con sentido, una especie de médium, un ser capaz de conmover al más experimentado de los exorcistas. Volcánico, traumático, excesivo, pero no peligroso. Vamos, como el Ppbús, pero sin carburante.
Tras quince minutos de movimientos sísmicos, payasadas, merengues, coñas, gilipolleces, palabros y poses bajo la dirección artística de Jesús Vázquez, presunto maestro de ceremonias, comencé a sentir lástima por algunos de los gladiadores de ese circo romano en el que Calígula no pasaría las pruebas de selección por soso. Apagué sorprendido el televisor. Una vez más, sorprendido, muy sorprendido. Durante algunas fases de la atracción llegué a quedarme boquiabierto. Ni prensa del corazón, ni reality show, ni "la audiencia tiene lo que quiere", ni gaitas. Hotel Glamour es un vómito. Lo que no acabo de comprender es por qué hay tanta gente dispuesta a tragárselo.
Escrito por: Marat.2003/03/19 08:00:00 GMT+1
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2003/03/12 08:00:00 GMT+1
Francamente, decepcionó el entrevistador y decepcionó el entrevistado. El presidente Aznar, sin acento tejano esta vez, repitió hasta la saciedad la palabra "dictador", tal y como le aconsejaron que hiciera. Se refería a Sadam Husein, obviamente. «Un dictador que gaseó a su propio pueblo», afirmó. El periodista, entonces, no le preguntó al presidente del Gobierno español por qué la comunidad internacional no intervino en España cuando otro dictador con bigote ordenaba fusilar a parte de su pueblo, o por qué la comunidad internacional no actuó contra Pinochet -también con bigote- , amigo del oscuro y premiado Kissinger, cuando se encargaba de ordenar la tortura de miles de chilenos. En el discurso de Aznar se hallaron las mismas carencias de siempre, pero el director de informativos de Telecinco no tensó la goma, no rebatió las inexactitudes de Aznar, y eso que el amigo de Bush se las ponía a huevo, como se suele decir. Una pena, pero es lo que hay. La entrevista, anunciada a bombo y platillo por la cadena televisiva más crítica con el gobierno del Partido Popular, no pasó de una charla informal sosa, sin gracia ni tensión periodística. Le faltó al guiso esa pastilla de caldo de ave, que en periodismo sería una pizca de mala leche. Pero la dirección de informativos de una televisión debe de ser más un puesto diplomático que periodístico.
Hay una variedad de Coca Cola sin cafeína y otra light. Esta entrevista fue una especie de refresco de cola sin gas, sin fuerza, sin chispa. Tampoco merece la pena preguntarse por qué dejaron previamente la botella sin tapón. A nadie le agrada un cólico de gases, es cierto. Hoy, parece como si nos conformáramos simplemente con tener al protagonista ante las cámaras, aunque luego la velada resulte ser un cortejo o una comedia de guión escueto y sencillo, fácil de representar. Da la impresión de que no se puede poner contra las cuerdas al entrevistado. ¿Temor a las represalias? Alguien nos lo explicará.
El final de la entrevista fue lo mejor:
-Que tenga suerte, presidente.
-Que tengamos suerte todos.
Falta nos hará, desde luego, para remediar los males y el poso de intransigencia que nos legan nuestros políticos de verbena (a los que Labordeta, con más o menos suerte, puso el otro día en su sitio). Pero las cuestiones bélicas no pueden ni deben dejarse a la chiripa, la potra o la suerte.
Ojalá que en esta ocasión no sea aplicable aquello de Alea jacta est.
Escrito por: Marat.2003/03/12 08:00:00 GMT+1
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2003/03/04 08:00:00 GMT+1
Algunos periodistas hacen bueno aquel Homo homini lupus que nos dejó el filósofo inglés Hobbes. Para estos personajes que juegan a periodistas con el rumor por bandera, el Leviatán debe resultarles mucho más útil que el libro de estilo. No es de extrañar, pues, que ellos mismos se tengan por ofensivos por naturaleza y empleen la técnica de las pirañas para devorar a sus víctimas, con el consabido gozo pleno de la audiencia más conformista. Así, La isla de los famosos (Antena 3) nos mostró a un concursante apellidado Temprano protagonizando todas las broncas imaginables. Las tuvo con sus compañeros de aventura, hambruna y penurias varias; las vivió con sus compañeros de mesa del programa de Ana Rosa Quintana; las protagonizó con el presentador del programa, se enzarzó con un invitado... Vamos, que el angelito no tuvo reparos en utilizar cualquier medio para buscar la victoria o para aullar tras su derrota. «Sin mí el programa no hubiera tenido tanto éxito», dijo el pieza.
El vanidoso e insaciable concursante también se marcó un discurso de lo más absurdo para justificar su teoría barnizada en un nacionalismo barato: no quería que ganara una tal Cardone -argentina ella- porque prefería que el premio se lo llevase un español. La sudamericana, finalmente ganadora del evento, parecía una caperucita, pero se ganó a la audiencia, que terminó cambiando el final del cuento con esos votos al 906 que tanto bienestar procuran a las arcas de los organizadores. Este Temprano, mecenas de la cultura televisiva, es de esos que se sientan en un corrillo de pretendidos periodistas y diseccionan la actualidad rutilante de cuanto acontece en saraos, plazas de toros, discotecas, jacuzzis, lechos, alcobas y ascensores. No desentonaría en la mesa de Sardá, desde luego.
En cuanto al programa, poco que apuntar. Los famosos demostraron tener muy poca imaginación a la hora de buscar alimentos; más bien se entretuvieron haciéndose con botines ajenos. La isla de los famosos, intelectualmente hablando, estuvo en todo momento desierta.
TVE estrenó el pasado lunes un programa con un hábil, novedoso y espectacular formato: tipos moviendo los labios sobre un escenario gigantesco, como si estuvieran cantando, aunque lo que siempre suene sea un disco. Las mismas caras, los mismos temas pensados únicamente para los compradores estándar. Más o menos como un programa especial fin de año: Amaral, Álex Ubago, Paulina Rubio... Aunque, por lo menos, esta vez no incluyeron en el repertorio clon de los 40 principales a Montserrat Caballé, muy práctica a la hora de darle un toque aristócrata a la cita. Los cerebros de algunos empleados de TVE echaron humo el día que decidieron ponerle nombre a la sobria y épica entrega: "El programa de los lunes", ahí es nada. Tal alarde de creatividad no podía caer en saco roto. Está claro.
Pase que CSI sea uno de los escasísimos oasis de esta cutretelevisión anodina que nos martiriza a cualquier hora, pero a veces a los guionistas se les va la pinza. A ver, ¿cómo es posible que estos investigadores, en su mayoría, parezcan extraídos de un catálogo de modelos? ¿Es que Sherlock Holmes era Adonis? Vale que ese departamento de investigación cuente con la más novedosa tecnología, patatín y patatán, pero es que, además, son unos tipos con mucha suerte: entran en una tienda de peluches de 5.000 metros cuadrados y en menos de treinta segundos encuentran un pelo rizado del asesino.
Si Hitchcock levantara la cabeza...
Escrito por: Marat.2003/03/04 08:00:00 GMT+1
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2003/02/26 08:00:00 GMT+1
Con toda su blanca palidez se quedó el presentador de Operación Triunfo cuando los triunfitos dieron el cante con el "No a la guerra", grito propio de estalinistas y otras especies en conserva, siempre a juicio de esos columnistas que dejan ríos de tinta en diarios y delirios de la derecha. Carlos Lozano, conductor -ahora se dice así- de la gala, está saboreando un buen momento profesional (ya comentamos aquí cuánto se embolsa por cada programa), pero el exceso de confianza le lleva a meter la pata en más de una ocasión. El pasado lunes confundió a Michael Jackson con Stevie Wonder. Y ya ni siquiera le vale la excusa de que los dos son negros. Esa misma noche decía con una sonrisa de oreja a oreja: «Quiero que toda España lleve en el móvil la canción de Beth en Eurovisión». Muy bien, pues que la regale la empresa promotora, o que Lozano se estire y se la envíe gratuitamente a todos esos españoles que gustan de consumir compulsivamente todo aquello que vomita la caja tonta. Claro que, bien pensado, cada uno se gana la vida vendiendo lo que puede... o lo que le dejan. ¡Ah!, quienes estén interesados en asistir a los conciertos de la Gira O.T., pueden comprar las entradas en "el Carrefour", el Lozano dixit.
Demasiado celo para quitar ceros. Éste podría ser el eslogan de TVE, capaz de ignorar manifestaciones multitudinarias o de joder el invento de los milagros, incluido el de la multiplicación de los panes y los peces. En lugar de multiplicar, dividen. Y así, se quedan tan anchos diciendo en sus telediarios que a la manifestación de Nunca Mais en Madrid asistieron varias decenas de miles de personas. Claro, cómo los van a contar, si los muy jodíos no se están quietos. Es la nueva forma de hacer información, es el nuevo estilo, inspirado por un renacimiento cultural popular. Si hoy hay libertad de prensa en España es gracias a Fraga. Él lo ha dicho, y como nunca se equivoca, pues será verdad. Hay una libertad ilimitada para perder un empleo por decir lo que uno piensa; hay una libertad aplastante para cerrarse las puertas de varios medios de comunicación por opinar lo que no se puede opinar, o por pretender informar de lo que no se puede informar; hay un verdadero derroche de libertad para visitar el INEM por desoír las amables recomendaciones del consejo editorial, los anunciantes o el director. Toda esta libertad se la debemos, entre otros, a Fraga y su particular modo de entender la democracia. Hoy les basta desplegar su armada invencible con propaganda a raudales para convertir la democracia en una tontocracia de toma pan y moja, en una democracia bajo el poder de las mentiras contadas a gritos y de forma repetitiva. La tele se encarga de lavar los cerebros. Nadie lava más blanco. Así es este detergente de intelectos.
Alguna vez he manifestado desde mi bañera con televisión incorporada que las series televisivas españolas carecen de ingenio. Abundan los guiones peregrinos, rancios, inverosímiles, cutres, malos de solemnidad. Da igual, siguen comprándolos; es más, algunos, como los de la serie de Ana Obregón, se van a llevar al cine. No es de extrañar, pues, que Antena 3 se pula a su cuerpo de bomberos superguays cuando apenas habían tenido tiempo de mostrar los músculos (ya lo advertí en mi crítica del 22 de enero, Impertinencias, o que TVE se pase por la piedra eso de Santa Rita, Santa Rita lo que se da no se quita, y entierre la serie "La vida de Rita". En cualquier caso, eso que ganan los telespectadores. La falta de ingenio en los guiones no obedece a la carestía de creadores inteligentes o con capacidad suficiente para escribir buenas obras, sino al empeño de los responsables en atocinar al personal con engendros audiovisuales repletos de estúpidas historias. Es un negocio rentable. Se idea -es un decir- un programa, se presenta, se vende, se graba, se embolsan la pasta, y si no gusta pan y ajos. Hay gente haciéndose millonaria a costa del talante espléndido de programadores y responsables irresponsables. Telecinco, por citar otro caso, retira de la parrilla «A corazón abierto», un macabro, indecente y chabacano subproducto con famosos presuntamente sorprendidos por grabaciones de cámara oculta. Son vendedores y compradores de humo. ¿Cuántas veces lo ha intentado con diferentes series Emilio Aragón, quien, por cierto, amenaza en un futuro no muy lejano con protagonizar -o intentarlo- otra serie? ¿Será la tercera edad de Javier, dejando de vivir solo para instalarse en un asilo de guionistas? ¿Quiénes deciden qué programas o series comprar? ¿Quiénes son esos lumbreras? ¿O es que cuando se compraron esas bazofias ellos estaban de pesca, cual Cascos redentor? En fin, que las cadenas privadas hagan lo que quieran, pero que TVE maneje con especial cuidado qué hace con las perras, que cuesta mucho ganarlas y, hasta la fecha, en la Declaración de la Renta no figura una casilla de donación voluntaria para el Ente público.
Y un apunte deportivo para finalizar por esta vez: prodigioso despliegue informativo el de Antena 3 con el baloncesto de la NBA, sí señor. En la sección deportiva del telediario, telenoticias o como quieran llamarlo, incluyen cada día tres jugaditas de la NBA. Ampliando horizontes, vamos. Eclecticismo sideral, sin duda. Nos despachan tres jugaditas en diez segundos, pero ni puñetera referencia a quién lidera cada división, qué jugadores lideran las estadísticas, nada, simplemente una pizca de NBA para refrescar a la audiencia del sopor del fútbol, al que se le han dedicado previamente diez minutos. Pues para eso... mejor repetirnos las interesantes y elocuentes declaraciones del futbolista de turno: «Sí, bueno, no sé, ¿no? El fútbol es así, tiene estas cosas. Todos lo sabemos y hay que seguir luchando, porque mientras hay vida hay esperanza, y ahora el balón no quiere entrar, pero mañana, quién sabe, ¿no? Hay que seguir entrenando para que el míster cuente con uno, ¿no?».
Lo dejo por hoy; acudo raudo y veloz al vídeo: sigo viendo una y otra vez a un tipo bajito y con bigote hablando junto a George W. Bush con acento tejano. Es una mezcla de Cantinflas y Marianico el corto, pero en versión subtitulada. Ni el peor de sus enemigos podría concebir una caricatura más jocosa. Me parece que éste, en caso de guerra, también recurrirá, como la Thatcher, a la Botella, pero de forma mayúscula.
Escrito por: Marat.2003/02/26 08:00:00 GMT+1
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2003/02/19 09:00:00 GMT+1
Jeb Bush se encuentra de gira flamenca por los madriles. El hermano del impresentable saltó el otro día con un saludo muy especial para su amiguísimo José María Aznar, al que se refirió como "presidente de la República de España". A ver si Josemari le echa un par y en la próxima gira por Disneyworld presenta sus respetos a la Casa Real estadounidense.
A Mariano Rajoy se le nota cada día más cuándo está contando una milonga que no se cree ni él mismo. Grave defecto para la profesión de las mentiras por excelencia. Los asesores tienen trabajo. Casi tanto como el Grecian 2000.
Javier Arenas se desenvuelve mejor en el medio televisivo. El portavoz de los políticos con síndrome de señorito andaluz eleva su ceja derecha con tal destreza que ha destronado a Carlos Sobera, anterior recórdman de la comunicación no verbal. Arenas es capaz de convencer a la Corporación Dermoestética de que Loyola de Palacio debe ser su imagen corporativa.
¿No le pareció importante a TVE la movilización de más de tres millones de ciudadanos españoles? ¿No lo suficientemente importante como para realizar avances informativos a lo largo de la tarde del pasado sábado? ¿Esa es la información de todos? ¿La televisión de todos, quizá? ¿Tu información es lo primero?
Lo primero es lo primero. Carlos Lozano, presentador de Operación Triunfo preguntaba el otro día a los tres finalistas si sabían dónde estaba Letonia. Como los tres pusieron cara de Defensor del pueblo, les dijo: "Tranquilos, tranquilos, nadie tiene mucha idea de dónde está Letonia". Pues nada, lo que él diga. Lo raro es que no montaron un concurso con mensajes al móvil preguntando a la audiencia dónde se encuentra ese país.
Escrito por: Marat.2003/02/19 09:00:00 GMT+1
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2003/02/19 08:00:00 GMT+1
El televisor rezuma palabros místicos, emocionantes, extenuantes; impregna el ambiente con un sarpullido virtual de maledicencias, frases épicas y citas vitalicias. Lázaro Carreter debería tener un resorte en el brazo con capacidad suficiente para lanzar miles de dardos por minuto. El salvajismo delirante se instala en las irreflexiones de los presentadores y otros devoradores de idiomas. Está abierta la veda: falta saber quién dirá la burrada más grande. Burradas, sí, pero por desconocimiento, incapacidad, imbecilidad o falta de recursos. Otra cosa es la mala leche, el sectarismo, la cobardía, la memez...
La propaganda ha asaltado definitivamente la sala de estar de la información, la ha violado y se jacta de ello en la barra de una cafetería de alto standing, con directivos que apestan a fondos reservados, perfume de querida y lodo amoral. Estos fabricantes de información se creen importantes porque plagian asuntos ajenos y llegan a la conclusión de que la información no se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma. Retocan a gusto del pagador, maquillan por orden de los señores de arriba, adornan, embellecen sin preguntar ni cómo ni por qué; sólo les mueve el olor del dinero. Han pasado de ser los tontos de la clase a creerse los listos de este Oeste sin sheriff. Un Oeste en el que el pianista es un becario, el único capaz de ponerle música a este escenario de traiciones y navajazos. Se podría decir con menos rodeos, pero yo no podría expresarlo con mayor pesimismo. Informar hoy, en muchos casos, se ha convertido en una proeza. Falsificar es el hermano sinónimo más recurrente en estos días de necedad y embrujo. La visión romántica del periodismo se ha volado la tapa de los sesos en el cuartucho de una pensión. No le daba ni para pagar la renta, y el casero le había puesto las maletas en la calle.
Descanse en paz.
Escrito por: Marat.2003/02/19 08:00:00 GMT+1
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2003/02/12 09:00:00 GMT+1
Hoy por hoy, seamos sinceros, no es ningún halago señalar que Siete vidas es la mejor serie nacional. Emilio Aragón no tiene nada que alegar; esa experiencia ultrasensorial llamada "Un paso adelante" (Antena 3) tampoco puede apuntar nada fuera de las experiencias esotéricas; y Ana Obregón...
Y eso que, temporada tras temporada, la serie perdió a varias de sus estrellas, casi una por año (Javier Cámara, Paz Vega, Guillermo Toledo). La historia de estos siete personajes en busca de un espectador es la única creada y producida en España que cuenta con guiones ocurrentes, buenas interpretaciones, ingenio y dosis de humor suficientes para humedecer los labios agrietados por la vorágine y vientos diarios. En ocasiones hay un tanto de irreverencia, una pizca de sarcasmo ácido, imposible de ver, oír o adivinar en espectros dementes como ese que se sacó de la manga Anita Obregón bajo el título de Ana y los siete. En Siete vidas se mofan de los políticos, surgen indirectas muy directas, incluidas aquellas que rozan a figuras de la Casa Real española. También ha habido pinceladas de mala uva hacia esos personajillos de sonajero y estómago retorcido que tanto triunfo cosechan en los programas del corazón. Claro, que algún columnista de La Razón argumentará en su contra que estos guiones cítricos nacen del resentimiento propio de momias estalinistas. Se equivocará; los guionistas de Siete vidas son jóvenes, muy jóvenes. La edad media de estos creadores ronda los veinticinco años. No conocieron los tiempos de Stalin, y seguramente les resultan mucho más vecinales los del general Franco. Sí, aquel tiranozuelo al que abrazó efusivamente el presidente Eisenhower, presidente de EE UU, salvapatrias de la humanidad por los siglos de los siglos.
Siete vidas ironiza con las preocupaciones más corrientes del ser humano: el sexo, la comida, el dinero, el trabajo. Los miedos, los complejos, la infidelidad o el lesbianismo desfilan por un plató de carne y hueso. Poco rentable para los obreros de deidades y para los maquiavélicos politicastros, pues por ahora no se puede responsabilizar de estos pecados a Ibarretxe. Aunque tiempo al tiempo.
Escrito por: Marat.2003/02/12 09:00:00 GMT+1
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2003/02/12 08:00:00 GMT+1
Publica el diario ABC a toda página que el bueno de Carlos Lozano se embolsa cuatro kilos por cada gala de Operación Triunfo que presenta. Olé sus... narices. La tele está para que la ordeñen. Nadie puede predecir cuánto dura un éxito, así que el lozano señor, o el señor Lozano hace bien en lograr que el feliz matrimonio de conveniencia de la oferta y la demanda le deparen generosos ingresos, amén de su trabajo. Claro, TVE no va a regatear cuando tiene el bolsillo de todos a su entera disposición. Para algo es la televisión de todos.
Nos venden el supuesto triunfo de unos concursantes -en trance desde que se levantan hasta que se acuestan en esa academia que poco tiene de platónica y mucho de caverna, y no precisamente la de los Beatles- y resulta que el verdadero triunfo es el del presentador, ex modelo, sumergido ahora en el mundo de las finanzas. Vamos, que cambió la pasarela y los trapitos por la tele y el Monopoly. Pasa lo mismo con los servicios informativos de la casa (de TVE, no de la chocita de Nina): "Tu información es lo primero", dicen. Pero claro, uno no sabe si se trata de un código secreto, si están hablando en clave, o si es simplemente parte del romance diario que le dedica el acalorado señor Sánchez (director del ente) al señor Aznar (Presidente de la cosa). Pues eso, que mi información, la que me venden y me trago a diario, está huérfana. Huérfana de voluntad ética. La información de todos no suele aparecer en los informativos, no ya de TVE, sino del resto de canales. Como dijo Javier Ortiz cierto día sin la presencia de su abogado: "Todos los periódicos hacemos el mismo periódico; basta con echar un vistazo a las portadas". En la tele pasa lo mismo, y te da igual un informativo que otro, salvo en lo referente a las desgracias del suegro de Agag y sus juegos malabares en el terreno de la política de ficción. Sí, desaparecen marchas pacifistas a Torrejón con 20.000 seres vivos; se pierden en el olvido las imágenes del talante democrático de los congresos peperos con niños que le dicen "No a la guerra" y reciben el coscorrón de la conversión definitiva; se pierden, en fin, tantas cosas, incluida la vergüenza... "Tu información es lo primero", repiten. Vale que ellos decidan qué me van a contar, pero el eslogan suena a cuento chino, a insulto a la inteligencia. Si mi información es lo primero, preferiría que prescindiesen de los cinco minutos diarios de declaraciones insulsas y estúpidamente vacías de los miembros del Gobierno o de la oposición, rival inequívoco en escatología dialéctica; estaría fenomenal que no me contasen las mil y una desgracias repletas de morbo y crudelísimas imágenes, que nada añaden salvo la falta de respeto hacia las víctimas; les invitaría a prescindir del aburridísimo y excesivo bloque deportivo de cada edición de noticiarios, salvo aquel contenido verdaderamente trascendente, que poco tiene que ver con seudoruedas de prensa en las que los futbolistas (pretendido sinónimo de deportistas, a tenor de lo que deciden los editores) echan mano un día sí y otro también de latiguillos absolutamente imberbes y huecos. ¡Y qué decir de la información cultural! ¡Pero si parece que es cosa de Marina Castaño!
Así las cosas, lo mejor de los telediarios es la información meteorológica. Total, si algo falla, la culpa es del Meteosat.
Escrito por: Marat.2003/02/12 08:00:00 GMT+1
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2003/02/05 06:00:00 GMT+1
Ver a Javier Bardem en TVE -con un premio en sus manos y con la ministra de Educación, Cultura y Deporte a unos metros- decirle al Gobierno delante de varios millones de telespectadores que "ganar las elecciones no es un cheque en blanco" ha sido una de las escasísimas satisfacciones que me ha brindado la caja tonta en muchos años. Ahí es donde les duele. El mal trago de la ministra fue en directo; al presi Aznar, que probablemente permaneciera ajeno a la señal televisiva en esos momentos, devorado por versos de Cernuda, la cosa también le debió resultar irritante, una vez conocido el carnaval malintencionado de los artistas.
Aúllan, luego les ha hecho daño. No se hacen aún a la idea de que el enemigo ha estado en su casa y se ha comido los canapés de dos en dos. La digestión de los actores reivindicativos fue placentera, pero se les estropeó el desayuno la mañana del lunes. Los leales al régimen se apresuraron a aparecer en escena ese día criticando la ceremonia de los Goya con cualquier pretexto: que si politización innecesaria y fuera de lugar; que si manifestación pueril; que si fue un vergonzante espectáculo; que si mostró una gran falta de ideas, que si se trató de un guión absurdo; que si no se vio un cartel con el "No a Sadam"; que si se echó en falta el "Sí al desarme"; y no sé cuántas gilipolleces más. Al final, lo que no se admite desde los sillones aristocráticos es la libertad de expresión, y menos en la "tele de todos". Tócate las narices: "de todos". Todavía están a tiempo de volver a las cavernas y pedirle a Fraga que regrese a un nuevo Ministerio de Información, con la foto de Berlusconi en las paredes de los despachos.
Y eso que la ceremonia no fue gran cosa; el guión resultó bastante flojo. Pero el discurso de los galardonados, eso sí, convirtió la noche en un paseo por el túnel del terror para el maltrecho Gobierno de la nación, que piensa ya en sustituir la tortilla de patatas por el Big Mac como principal envite culinario nacional. Fue la noche maldita de Pilar del Castillo, antaño mujer progresista, como lo pretende ser ahora la señora Botella. La ministra apareció como una "Maja vestida", pero su media sonrisa se tornó en espasmos intestinales y sarpullidos hasta que pudo salir de allí zumbando con el rabo entre las orejas, permítaseme la expresión. Claro que ella se debió ver más esa noche como la hija de un Saturno que devoraba así de injustamente a uno de sus vástagos. Así se las gastan estos cuatro pacifistas del séptimo arte. Y eso que Goya es autor de obras que tienen gran éxito entre la clase política. Sin ir más lejos, uno de sus caprichos es "Aguarda que te unten", obra que comparte título con el primero de los mandamientos del político de agradecido estómago tan de moda hoy día. ¡Con lo contentos que estaban con Operación Triunfo!
Ya hacía años que el propio Goya había avisado de las consecuencias de una contienda bélica con su serie "Los desastres de la guerra". Pero ya han superado al artista de Fuendetodos: los intransigentes, los lacayos de Bush han convertido la paz en la menos desastrosa de las posibilidades. ¡Pobre Bardem! No sabe que los cheques en blanco que recibe el Gobierno no parten del pueblo.
Escrito por: Marat.2003/02/05 06:00:00 GMT+1
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