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2003/09/10 08:00:00 GMT+2

Antena 3: Arrás

Negar la evidencia ni siquiera es un ejercicio sano. Las cosas como son: sin la publicidad, las televisiones ofrecerían la misma imagen agónica que un pez fuera del agua. Las cadenas agitan sus bolsillos repletos de monedas gracias a los anunciantes; es su medio de subsistencia.

Existe una legislación que regula los tiempos máximos permitidos para la emisión de anuncios publicitarios, pero no parecen tomarla demasiado en serio. Total, las sanciones son ridículas en comparación con el beneficio que obtienen gracias al incumplimiento de la normativa. No existe la proporcionalidad de la sanción. Para las empresas anunciantes, y por tanto para las televisiones, el espectador no es más que un animal consumidor.

Lo de los anuncios da para un ensayo de aúpa. No voy a dedicarle demasiado tiempo. Profesionales del sector que dispongan de mayor conocimiento sobran. Además, mi intelecto no da siquiera para comprender los anuncios de compresas. Pero déjenme que me desahogue en algunas líneas.

Resulta evidente que las empresas se apoyan desde hace mucho tiempo en figuras relevantes para anunciar sus productos. A mí me resultaba realmente chocante que un jugador como Emilio Butragueño acudiese a casa con sus amigos y le colocase a su madre el marrón de tener que preparar la merienda para todos. "Vengo con mis amigos a tomar Caoflor", creo recordar que decía el ex jugador del Real Madrid. Claro que la imagen de Alfredo Di Stéfano se utilizó para vender medias a las señoras en plena década de los sesenta.

Parece perfectamente legítimo que un famoso nos recomiende con entusiasmo desayunar con esto o lo otro, beber este refresco, incluso calzarnos aquellos zapatos. Si le pagan bien, pues fenomenal. La audiencia, los consumidores buscan en muchos casos compartir gustos, preferencias y privilegios con sus ídolos, o simplemente adquirir los mismos productos que se supone que consumen las personas de mayor reconocimiento o éxito. No hay un análisis real de la situación. No se detienen a pensarlo. Se tragan que José Coronado esté todo el día dándole al bífidus, o que la menstruación sea casi La Verbena de la Paloma para las adolescentes. Algunos spots se han convertido incluso en un referente tradicional. Pensemos en las burbujas Freixenet o en la cancioncilla de ese spot en el que alguien siempre vuelve a casa por Navidad para jalarse el turrón ajeno y cenar de gorra.

Otros insisten en los sorprendentes beneficios de un producto. Por ejemplo, a Matías Prats le tiene que ir de cine con esa cuenta ahorro que anuncia constantemente. El tío está encantado de la vida. Lo de las cuentas ahorro le da mucha más alegría que presentar esos telediarios mundanos repletos de morgues y goles. Y es que después de hincharse a recomendarnos que jugásemos a la quiniela ("Juega millones", nos animaba), ahora, Matías Prats jr. se preocupa por nuestros ahorros. Bueno, de los ahorros del que los tenga.

Esos casi cuatrocientos empleados de Antena 3 a los que van a dar una patada en el culo también tienen preocupaciones. Y también relacionadas con los ahorros y las quinielas. Es de suponer. Y no digamos Sáenz de Buruaga. La de quinielas que puede rellenar con sus seis millones de euros.

Recientemente, me ha llamado mucho la atención ver al ex copiloto de rallys Luis Moya, compañero de fatigas durante muchos años de Carlos Sáinz, anunciando productos varios en la pequeña pantalla. Abandonado esta temporada por la que parecía ser su pareja vitalicia, el extrovertido copiloto gallego se hace con unos ingresos extras gracias al aprovechamiento que de su popularidad hacen algunos anunciantes. El particular léxico del mundo del rally y la impresionante forma de manejarlo de Luis Moya lo convirtieron en un personaje imitado hasta la saciedad en varios programas de radio. La cosa tenía su gracia... hasta que dejó de tenerla. No obstante, en su primer año fuera del coche de competición, Moya se ha convertido en un hombre anuncio. Pero esta vez en la televisión, que va en otra onda. Lo último que nos vende es una colección de piezas de Scalextric. El spot termina con la voz de Moya entonando su celebérrimo "Arrás".

No seré yo quien se gasté los cuartos en ese Scalextric. No pienso coleccionar dedales, ni cascos de guerreros, ni cochecitos antiguos, ni Mariquitas Pérez. Pero el anuncio de Moya me hace gracia. Su sello inconfundible resulta ser ese "arrás". Y qué importante resulta poseer un sello propio.

Yo sigo buscando uno que produzca los mismos rendimientos que el de Sáenz de Buruaga. "Así son las cosas y así se lo hemos contado"*, sentenciaba a la conclusión de sus informativos. Hizo bien los deberes. Los cuatrocientos de Antena 3 a los que dan la patada en el culo harán más caso esta vez al "Arrás" de Luis Moya. Está claro que deberán sujetarse bien. Vienen curvas.

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* Nunca he sabido cómo son verdaderamente las cosas, pero si alcanzara a saberlo, soy consciente de que no podría contárselo tal cual. (Nota del autor)

Escrito por: Marat.2003/09/10 08:00:00 GMT+2
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2003/09/03 08:30:00 GMT+2

Sin remedio

«A Rajoy le ha bastado con decir sí a Aznar, pero para ser presidente del Gobierno lo tienen que decir cuarenta millones de españoles». La frase es de Zapatero. Todas las televisiones se hacen eco. No es culpa del calor; lo dijo en una zona bien fresquita. Esta perla cultivada es una simple muestra, una más, de las declaraciones vacías, patéticas y carentes del más mínimo sentido con que martirizan al pueblo los políticos.

Veamos, si bastara con "decirlo", ¿para qué demonios haría falta votar? Y además, ¿es que van a votar los cuarenta millones de españoles? ¿Los bebés también, señor Zapatero?

No tienen remedio. Y eso que se venden precisamente como tal.

Escrito por: Marat.2003/09/03 08:30:00 GMT+2
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2003/09/03 08:00:00 GMT+2

Sonrisas, karaokes y mariposas

Los asesores de imagen del PSOE no dan más de sí. Tienen más paciencia que el santo Job y más trabajo que el recuperador emocional de Mayor Oreja estos días. Cada vez que una cámara de televisión recorre la fisonomía de algún personaje del sarao socialista, tiemblan los cimientos de Ferraz y les entra el tembleque en los sondeos electorales. Lo mismo que cuando Aznar era el pardillo de la oposición y buscaba arañar votos con esa sonrisa dadaísta que ha traído en jaque a los cultivadores de la buena facha en el PP. Entonces, cuando lo del deificado José María -Aznar, que no Escrivá, aunque todo se andará-, se decía que cada vez que sonreía y mostraba su armadura dental, se iban al garete sus posibilidades de asaltar La Moncloa. Luego se comprobó que eso era una supina estupidez. El personal le acabó cogiendo el gustillo a la sonrisa profidén del discípulo de Bush jr., incluso a la de la señora Botella... incluso a la de la señora Aznar Botella... y si me apuran, pronto triunfará la del señor Agag, cuando éste se reponga del fiasco de su amiguete Suárez Illana, quien puede seguir dedicándose a los poemas en cuerpo y alma.

En el PSOE, la verdad, no tienen muchos motivos para esbozar la menor de las sonrisas. Y eso que Zapatero da muy bien ante cámara, que se suele decir. Aunque luego lo echa todo a perder con su discurso y esos gestos aprendidos en un cursillo acelerado de réplicas de González Márquez. (¿Terminará Zapatero fumando puros habanos en la intimidad?)

Precisamente el mandamás del PSOE quedó este pasado fin de semana en fuera de juego en un karaoke multitudinario celebrado en Rodiezmo (León). El secretario general socialista compartía escenario con varios compañeros de faena en la fiesta minera celebrada allí, a la que pusieron el broche final entonando La Internacional. Pues bien, Zapatero realizó un play back de aúpa, de estos en los que el cantante no se sabe siquiera la letra y mira de reojo a sus compañeros de coro, pasando un apuro, sudando tinta hasta que llega la parte del estribillo, que ya le suena algo más, y entonces se envalentona y eleva el volumen al tiempo que levanta la cabeza tratando de concentrar las miradas de un público que secunda el cántico. Zapatero no se sabe La Internacional. Se limitó a mover los labios tímidamente; no pudo sino realizar un ejercicio labial parcialmente insonoro. Toda una delicia; todo un documento. El PSOE debería poner remedio a estos lunares musicales. Por ejemplo, podría contratar a base de talonario a David Bisbal o, ya puestos, a Enrique Iglesias, que una estrella popularizara el tema en los 40 Principales. A Zapatero le costaría menos aprenderse el cántico. Luego aparecerían distintas versiones, eso sí, y quizá se liara la cosa. Porque es seguro que Tamayo y Sáez realizarían su propia composición de La Internacional al estilo Pimpinela.

Por cierto, en ese mismo acto estuvo también en cuerpo y alma el ex vicepresidente Alfonso Guerra, al que le gusta conservar esa imagen de animador cultural chispeante y dicharachero. Guerra echó mano de ese gracejo distendido y amplio con el que la naturaleza le ha dotado. La naturaleza tiene esos errores, qué quieren que les diga. A Guerra le dio por hacer una gracia con el flamante sucesor de Aznar. "Rajoy es un mariposón", dijo con esa mala leche que ni siquiera alguien como Cascos puede sacar a relucir hoy en día. Luego, para darle barniz a la maldad, dijo que Rajoy iba de flor en flor y no sé qué estupideces más. Pero lo cierto es que Guerra debe saber mucho más de mariposas que cualquier otro político.

¿En que, sino en mariposas, estaba pensando el ex dirigente socialista para no darse cuenta de que uno de sus hermanos se estaba haciendo rico mientras él era vicepresidente del Gobierno?

Escrito por: Marat.2003/09/03 08:00:00 GMT+2
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2003/08/28 09:00:00 GMT+2

El sonido del silencio

Nos lo han contado todo (o casi todo) acerca de la nueva estrella mediática del Real Madrid, David Beckham. Cómo se peina, qué ropas viste, qué come, qué música le gusta, cómo se inició en el mundo del fútbol, cómo vive. Prácticamente todo. Y lo que es peor: a todas horas. Telecinco ha secundado con todo su arsenal informativo este férreo marcaje al hombre. Lo ha hecho con un sinfín de minutos dedicados al rubio de oro en cada informativo.

Pues bien, llega su esperado debut en tierras españolas en el trofeo Naranja, que se disputan el Real Madrid y el Valencia, y el informativo de la cadena de Berlusconi no dice ni pío. Restan tan sólo unos minutos para que se produzca el estreno del inglés, pero ni una referencia, ni un puñetero chisme, ni una solitaria imagen, ni la más mínima conexión en directo, ni una anécdota, ni fans enloquecidos. Nada de nada.

¿Tendrá este silencio algo que ver con el hecho de que sea Antena 3 la que retransmite el encuentro en directo? ¿Acaso algo deja de ser de interés informativo por tal circunstancia? ¿Es ese es el rigor informativo que cabe esperar de los profesionales de la información? ¿Se trata de una omisión voluntaria?

Se dio un caso parecido el pasado domingo en Telemadrid. Mientras el asturiano Fernando Alonso estaba a punto de convertirse en el primer español en lograr una victoria en un gran premio de Fórmula 1, el periodista encargado de la información deportiva en el Telenoticias de la cadena pública madrileña guardaba un mutismo absoluto sobre tal circunstancia. Alonso tenía en esos instantes el triunfo al alcance de la mano. Todo parecía indicar que se convertiría en la noticia del día, pero alguien tomó la decisión de ocultar esa información. ¿Se silenció ésta porque la 2 de TVE retransmitía en ese instante la prueba automovilística en cuestión? ¿Fue un error o un silencio deliberado?

Pobres telespectadores. Aures habent et non audient.

Escrito por: Marat.2003/08/28 09:00:00 GMT+2
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2003/08/28 08:00:00 GMT+2

Mens sana in corpore sano

La pasada semana, el programa Documentos TV (TVE) emitió el reportaje "Cuerpos a la carta", que se centraba en las experiencias de varias personas que por diferentes motivos se sometían a operaciones de cirugía estética. Si bien es cierto que existían casos en los que la causa, el empuje al quirófano venía motivado por un complejo físico (orejas de soplillo, por ejemplo), lo cierto es que casos como éste no representaban sino la excepción. En la mayor parte de los ejemplos retratados por el programa lo que los pacientes requerían era una mejora, un retoque, una restauración de su físico, pero sin que existiera un defecto notorio que pudiera provocar a priori un complejo.

En España se llevan a cabo cada año 350.000 operaciones de cirugía estética. De ellas, aproximadamente el 80% corresponde a mujeres. Nuestro país se sitúa al frente de Europa en esta nueva necesidad estética. Nueva en cuanto al modus operandi. La preocupación por la belleza no es algo nuevo, obviamente -en el antiguo Egipto, por poner un ejemplo, ya existían pelucas con las que se perseguía mejorar la imagen-, pero la novedad reside en que ahora para satisfacer esta necesidad de resultar más bellos hay que someterse a una operación quirúrgica. Y ello conlleva riesgos, incluido el de perder la vida.

El reportaje mostraba a diferentes personas dispuestas a someterse a este tipo de intervenciones, dispuestas a afrontar este riesgo. Algunas de ellas ya habían pasado por el quirófano con anterioridad, pero seguían insatisfechas, continuaban sin "gustarse". Una de las protagonistas de la emisión confesaba no tenerle ningún miedo al quirófano y estar preparada para someterse a cuantas
operaciones considerara necesarias hasta dar con el físico deseado.

Esa apreciación subjetiva que supone considerar que algo es mejorable no puede ocultar la auténtica obsesión que padecen algunas personas -muchas, a tenor de los datos-, dispuestas a sumergirse en una reconstrucción física ordenada a partir de unas exigencias psíquicas. ¿De dónde nacen estas órdenes? Probablemente de la necesidad de adaptarse a los imperativos estéticos con los que nos bombardean a diario, a cada instante, los medios de comunicación. Por las pasarelas de la moda "oficial" suelen desfilar jóvenes modelos con cuerpos extremadamente delgados, especialmente en el caso de las féminas. Esa delgadez esconde horas de sacrificio, rigurosas y discutibles dietas y ríos de sudor y esfuerzo en el gimnasio. Pero, ¿quién determina, quién decide qué modelos, qué cuerpos, qué perchas son las que deben desfilar? ¿Quién fija en cada momento cuál es el cuerpo "correcto", cuál es el cuerpo perfecto? Parece claro que un interés económico. El capitalismo más caníbal está detrás de esto. Es el verdadero centro de toma de decisiones. Hay que vender. Y vale todo. La "industria" de la cirugía estética es la segunda más próspera, tras la armamentística. El volumen de negocio crece día a día, y ya se sabe que donde el dinero aflora hay un sinfín de desalmados dispuestos a coleccionarlo, utilizando los métodos que sean necesarios.

No es una epidemia sin antídoto, pero el contagio siempre amenaza. El peligro siempre acecha. Ese es el canibalismo que impera en un capitalismo salvaje. Podrían analizarse las tallas de la ropa que se venden en buena parte de las tiendas de moda en España dedicadas a los jóvenes. Se comprobaría que para vestirse en esas tiendas es necesario no excederse, no tener más talla de la que ese comercio aconseja. Más bien de la que impone en su oferta interesada. Basta con echar un vistazo a las propias dependientas de la tienda para entender cuál es el cuerpo correcto, cuáles las dimensiones, las medidas apropiadas. ¿Que cómo lo aconseja? Sencillo: no disponiendo de tallas grandes, entendiendo por grande lo que hasta hace unos años era una talla media. Cabe imaginar la desesperación de una adolescente al no poder comprarse ninguna prenda en una cadena comercial que viste a media España, la media que entra dentro de los estándares impuestos por esa marca comercial.

A esto podemos añadirle el flujo continuo de imágenes esbeltas que anuncian comidas sin grasas, yogures con mil y una propiedades, patatas light, mayonesas ligeras, bañadores minimalistas, operaciones de senos, productos adelgazantes, etc.

Un nuevo problema se une a esta espiral de la obsesión por la belleza. Cada día son más los menores de edad que piden, sugieren e incluso ruegan a sus padres que les costeen una operación de cirugía estética. La más reclamada entre las menores de edad es la operación de mamas. El tradicional regalo de fin de bachillerato en algunas familias de un segmento determinado de la sociedad, caracterizado por su alta capacidad adquisitiva, ha pasado de ser una motocicleta a una operación de aumento de mamas. Y es que estamos hablando de operaciones de un alto coste económico.

El salto cualitativo es peligroso. Algunas niñas ya no quieren una Barbie; quieren ser la Barbie. Hace una década, el juego de videoconsola que más éxito tenía entre los jóvenes era el Pacman (comecocos), pero ahora permanece a la sombra tras la irrupción de Lara Croft, de cuyo físico no llaman la atención precisamente sus amígdalas.

No resulta tan difícil, después de esto, entender el inmenso y creciente valor que se le concede a la imagen es la sociedad actual.
En muchos casos el pretexto es gustarse a sí mismo, pero ¿qué pensarían quienes lo utilizan si tras alcanzar ese objetivo no lograran el visto bueno de los demás? ¿Qué pensaría una joven que se "inserta" una talla 105 de pecho si los varones no se fijaran en esa parte reforzada de su organismo? ¿Le daría igual, puesto que buscaba tan sólo gustarse a sí misma? ¿Acaso no ha sucumbido ya al imperativo machista que impone, que prefiere y premia con su descarada admiración los senos de grandes proporciones?

En EEUU un programa está causando furor estos días. Los concursantes reciben como premio operaciones de cirugía estética. Otro cambio perceptible. El Un, dos, tres de Chicho obsequiaba con un apartamento en Torrevieja a los más afortunados; ahora, por hacer el mendrugo te premian con una rinoplastia. ¿Tardará mucho en llegar a España este nuevo formato? Belleza e inteligencia no deben estar reñidas, pero la obsesión por la belleza al precio que sea parece muy poco inteligente.

Ya no se vende el alma al diablo. Eso ha pasado de moda. Dorian Gray es una antigualla. Hoy, se vende el alma al capitalismo. ¡Y a qué precio!

Escrito por: Marat.2003/08/28 08:00:00 GMT+2
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2003/08/13 09:00:00 GMT+2

Jugo periodístico

Me divierte la prensa en verano. Me refugio en ella cuando huyo de la tele. Algunas entrevistas son sacos repletos de jugo periodístico. La de Rafael Torres a Marina Castaño en las páginas de El Mundo, sin ir más lejos. Al margen de que sean amiguetes, cosa que se nota, supura, vamos, la viuda de Cela es una caja de sorpresas y se retrata con intensidad e inmensidad. Dice la escritora (snif) que ella es aficionada a los toros, pero que está en contra de la tortura a los animales. El entrevistador le pregunta que cómo se come eso, y la señora Castaño dice que en el caso de las corridas de toros no se puede hablar de tortura porque el animal se puede defender, porque es una lucha.

Eso es coger el toro por los cuernos.

El director de Televisión Española tampoco le anda a la zaga. Le trata de sonsacar algunas cosas Karmentxu Marín en la contraportada de El País al director del Ente, y vaya si lo consigue. Le dice a Sánchez que tiene fama de facha. Que si patatín y patatán, pero la entrevistadora va al grano: "¿Es usted antifranquista?". Y responde el máximo responsable de la televisión pública española. "No. No hay que ser anti nada".

No pretendo resultar demagogo, pero... ¿no hay que ser antiterrorista? ¿No hay que estar en contra de los malos tratos, de la pederastia, de la explotación infantil?

Qué suerte la de Sánchez. Yo cada día encuentro más cosas con las que estar en absoluta oposición.

Escrito por: Marat.2003/08/13 09:00:00 GMT+2
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2003/08/13 08:30:00 GMT+2

Más vale prevenir...

Terminó la gira asiática del Real Madrid. Los jugadores han sufrido un desgaste mayúsculo. Yo me voy a mojar: si no fichan a un central de garantía, no huelen un título este año. Pero a lo que iba: los madridistas han terminado exhaustos su excursión oriental. No quiero resultar cenizo, pero a ver si con tanto trasiego, tanta expedición mercadotécnica, tanto loor de multitudes y tanto avión, los futbolistas van a terminar como Pelé, vendiendo Viagra.

Escrito por: Marat.2003/08/13 08:30:00 GMT+2
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2003/08/13 08:00:00 GMT+2

La dichosa cremita

El poder de la televisión es infinito. Esperanza Aguirre, musa pepera y descubridora de la genial Sara Mago, sacó a relucir en el transcurso de la verbena de la Asamblea de Madrid la figura de Goebbels, para quien una mentira repetida muchas veces acababa convirtiéndose en verdad. Discípulos no le han faltado al agitador nazi, ciertamente.

Con la canción del verano pasa algo parecido. No, no es que Esperanza Aguirre entone el Aserejé en perfecto alemán, ni que María Teresa Sáez se coloque número uno en los 40 Principales con una versión rumbera del "A todo que no". Con la canción del verano sucede lo que con la mentira repetida miles de veces: acaba conquistando la confianza de la audiencia, termina por conquistar los feudos del éxito.

Poco o nada importa la calidad de la canción a la hora de situarse en la carrera del éxito estival; realmente lo que cuenta es que sea un tema pegadizo, y que logra ser aupado comercialmente por una casa discográfica.

Jesulín se desgañitó al son del "Toa, toa, toa te nesecito toaaaa". King África, presunto cantante dicharachero, martilleó a media humanidad con una "bomba musical" que procuró jaquecas a la otra media. Son sólo algunos ejemplos recientes.

Pero ya no vamos a discutir acerca de la calidad de estas joyas musicales, no. Ahora lo que está en cuestión es el significado mismo de la música. Si Mozart hubiera nacido a finales del siglo XX, es muy probable que hubiera dado con sus huesos en cualquier empresa de trabajo temporal en busca de un trabajo como teleoperador. Pero pensemos en positivo: imaginemos que Mozart hubiera nacido en la última década del siglo XX, lo más probable entonces es que el genio de Salzburgo hubiera compuesto su celebérrimo Réquiem a los cinco años de edad. Le hubiera bastado con comprobar el panorama musical para liarse pluma en mano con el Confutatis y el Lacrimosa sin consuelo alguno(por no recordar al último representante de Austria en el Festival de Eurovisión, una especie de versión autóctona de Mr. Bean en trance psicodélico-depresivo).

En algunos países de Europa los discotequeros bailan con desenfreno la espeluznante versión de los Beatles con la que la señora Blair castigó a los jóvenes japoneses superpijos que asistieron a una capea o sesión informativa con los mandamases de la Gran Bretaña. Imaginemos aquí a Ana Botella arrítmica perdiíta con un tema del Dúo Dinámico. Que no es que la señora Blair cante mal, no, es que hace buena a la mismísima Yoko Ono. La señora esposa del Premier británico ha demostrado tener menos sensibilidad que el alcalde de Marbella con su palillo mondadientes en una sobremesa. Pues bien, a pesar de todo, la versión de Cherie Blair arrasa en la pistas de baile, bajo las luces de neón.

Y aquí la cosa no está mucho mejor. Descartada la opción de Ana Botella, porque se negaba a aparecer sin su pareo en la portada del disco, en la piel ibérica se retuercen los cogotes al ritmo de la dichosa cremita. Sí, que si yo te doy cremita, y tú me das cremita, y cosas así. Inverosímil, de verdad. La sinfonía es cosa de unos creativos que la encargaron para vender cupones de la ONCE, y resulta que los propios publicitarios se aferraron al micro, le dieron un toque de parodia al asunto... y al estrellato. En las playas, en los chiringuitos, en los corrillos de críos, en la pescadería, a la salida de misa o en los aledaños de Las Ventas no se oye otra cosa: "Yo te doy cremita...". Pero el mal no viene sólo sino acompañado. Al megahit veraniego, encanto de niños bien y chusma popular, se le suman otras tantas variantes entre las que tiene especial aceptación el dúo formado por una camarero y un señor cliente. Aquí el concepto musical ya ha sufrido una crisis nerviosa, con amnesia transitoria, sarpullido y quemadura neuronal de tercer grado. El cliente le pregunta al camarero... ¿pero qué demonios hago explicándolo, si no hay ser vivo en 1.000 kilómetros a la redonda que no haya sufrido el acoso televisivo del anuncio: "Tengo gambas, tengo chopitos...".

Y no me malentiendan. Olé sus narices. Estos creativos no sólo han cumplido su deber profesional con absoluto éxito, sino que además han protagonizado la canción del verano, demostrando que una verdadera operación triunfo necesita de un bombardeo mediático. Así, no es de extrañar que vendan discos Dinio (que no sé cuándo demonios lo grabó si estaba todo el día dale que te pego), Malena Gracia, el Dioni...

Caray, que cualquier día nos sacan la versión bacalao con Arias Navarro y su "Españoles, Franco ha muerto".

Ah, y a ver quién es el listo que consuela ahora a Georgie Dann.

Escrito por: Marat.2003/08/13 08:00:00 GMT+2
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2003/08/06 08:00:00 GMT+2

Ni moda ni gaitas / Ni mil millones ni gaitas / Ni corazón ni gaitas / Matrimonio de conveniencia / Tener las cosas claras

Ni moda ni gaitas

Se encuentra estos días el Real Madrid en el Lejano Oriente tratando de vender camisetas y, de paso, jugando al fútbol. Algunos medios de comunicación, cadenas de televisión incluidas, ayudan al club merengue en sus pretensiones con los trapitos. De cualquier detalle nimio crean una noticia. De cualquier anécdota.

Resulta que ahora en China se ha despertado el furor por llevar el mismo corte de pelo que Beckham. Eso dicen. Tres informativos distintos incluyen esta información en el tiempo dedicado a los deportes -que es un decir, porque no hay vida más allá del fútbol- ¡Qué demonios de moda de peluquería ni qué gaitas! Se trata sencillamente de la imagen de un aficionado , cliente, o como se le quiera llamar, sentado en una peluquería con unas fotos del jugador británico en las manos. Pero es siempre la misma imagen. No existe tal moda . Son imágenes de una agencia de información. A partir de ellas se infla el globo, para regocijo de don Florentino, y se rellenan los minutos de información presuntamente dedicada al deporte. La exageración se vende en el top manta del periodismo. Si es una moda, ¿por qué no aparecen cientos o miles de aficionados rapados como el nuevo icono merengue? ¿Por qué no nos venden imágenes de una factoría china con obreros peinados como el Spice boy? Pues porque los chinos pasan, por más que los medios se empeñen en falsear la realidad.


Ni mil millones ni gaitas

Cada día tengo más claro que no se miden las palabras en los telediarios. Especialmente en esos que se encuentran más predispuestos al servilismo que a la labor informativa. Tampoco se "miden" las cifras. Así, la presentadora de uno de tantos informativos se marca impunemente la siguiente perla: "Unos mil millones de chinos presenciaron el encuentro del Real Madrid en Beijing a través de la pequeña pantalla". Hala, mil millones, venga, récord de audiencia de la historia de la televisión en China. Venga, mil millones y tirando por lo bajo. Claro, casi el 85 por ciento de la población china estuvo pegado al televisor desatendiendo toda clase de tareas. Los ancianos, los niños, los enfermos en los hospitales, los trabajadores con turno de noche, los servicios de urgencia, los presidiarios... China entera. Mil millones. Y la locutora se quedó tan campante, tan ancha.


Ni corazón ni gaitas

Si los contenidos televisivos son el reflejo de las preocupaciones de la audiencia, apañados estamos. Que vamos por buen camino, vaya. La teoría de la evolución yace hecha añicos, mientras una legión de clones camina por ambos lados de la calle, sin rifles, pero con la revista del corazón bajo el brazo. Demonios, el personal está en un sinvivir a causa de las desventuras de Chiquetete, acusado de ser un gallito, un peso gallo en el cuadrilátero de los malos tratos. Las masas se paralizan, sin rebeliones por medio, cuando se vislumbra un nuevo episodio de los líos de la familia Pajares. El protagonista de cintas históricas como "Los bingueros" es el cabecilla de un clan que ya quisiera para su pluma un guionista de cualquier serie B. La clientela más feliz y predispuesta al consumo compulsivo se lanza en tropel a la caza de los discos de Dinio, capaz de convertirse en fenómeno mediático, en cantarín de postín y en un donjuán de tres al cuarto con mitos fálicos incluidos. Se cuentan por miles los seguidores de la compleja trama montada alrededor de un domador indomable casado con una mujer bárbara. A él lo echaron a los leones y le montaron un cristo de mucho cuidado. A ella, con lo de su apellido... Mejor lo dejamos.

Y así todo. Se sigue con devoción infinita el ir y venir de personajes zafios y rancios. Personas que ni siquiera destacan en el ejercicio de ninguna profesión. Simplemente se han convertido en máquinas mediáticas, en espabilados, en granujillas, en encantadores de serpientes. Los periodistas de este apartado tan sugerente de nuestra sociedad se amontonan en busca de una silla en cualquier tertulia o avispero. Se proclaman periodistas del corazón. Las arritmias se suceden al tiempo que el mal gusto se acomoda en el trono. ¿Corazón? Los rumores han sucedido a la noticia contrastada. Ya no es necesario el esfuerzo. Se vilipendia, se insulta, se difama a los cuatro vientos. No hay mayor problema. Hoy, que te insulten en la caja tonta es la mayor garantía del éxito. Y si no, que se lo pregunten a Enrique del Pozo, quien dice ser artista -no sabemos de qué arte- y "una puta más de este país".

Pues eso.


Matrimonio de conveniencia

Jesús Gil y Julián Muñoz protagonizaron un lamentable y rentable espectáculo el pasado sábado en esa ensaladera del mal gusto llamada "Salsa Rosa". Ambos pusieron en evidencia que no hay quien pare ya la consagración de este nuevo romance. No, no es que ambos filántropos hayan declarado su amor en público -ellos han vivido sus aventuras y sus rupturas, pero dentro del marco político-. La pareja del verano está formada por la política y la televisión. Telebasura y política basura se encaminan hacia el altar. Miles de invitados encargan ya sus vestimentas. La boda se ha confirmado. En enlace promete ser espectacular.

Las muestras de cariño se sucedieron en la Asamblea de Madrid. La fauna ibérica que ha ido desfilando en las comparecencias ha conseguido divertir al pueblo. Ya sólo nos falta el pan. Algunos personajes parecen salidos de un cómic.

Lo de Gil y Muñoz con Marbella -más bien con su suelo- por medio ha sido la confirmación definitiva. Los novios se quieren, se desean.

Eso sí, a la novia que no se le ocurra ir de blanco, porque virgen, lo que se dice virgen...


Tener las cosas claras

Me cuentan que una joven promiscua -polémica donde las haya- recibe periódicamente la llamada del director de un programa nocturno para que acuda a él a cambio de 1.800 euros diarios. La joven, a la que se relaciona con diferentes varones de toda índole -y demarcación en el campo de juego- sólo tiene clara, según su confesión, una cosa: debe resultar pueril, mediocre y montar el pollo.

Es una profesional. Siempre vuelven a llamarla.

Escrito por: Marat.2003/08/06 08:00:00 GMT+2
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2003/07/02 09:00:00 GMT+2

En un país multicolor...

España es el tercer país europeo en consumo de televisión. Los españolitos estamos en el podio dejándonos la vista y otras cosas aún menos recuperables ante la caja tonta. La tele en España va bien, aunque Telecinco reconozca que se equivocó en el cásting de Hotel Glam. A ver si al penitente arrepentido señor Vasile, consejero delegado de la cadena, le da una noche por ver Crónicas Marcianas y emitir un juicio sobre el cásting de esa mesa que organiza Sardá.

Y es que algo le pasa a este país, para que parte del personal esté pendiente de las romerías y besuqueos de la Pantoja y el alcalde minero, que cada vez que le enfoca la cámara está realizando una incursión "digitonasal", hurgándose en los orificios de la nariz, que cualquier día va a realizar la travesía completa hasta dar con el paladar. Este hombre lenguaraz, de gomina rancia y barriga prominente se despacha con los periodistas con hemorroides verbales, sin tener en cuenta que las cámaras le han pillado in fraganti en el pleno del ayuntamiento imitando a la abeja Maya, no en un zumbido pendenciero, ni en sus jugueteos con Willy, sino en la creación y cuidado de la cera. Cualquier día, el Diez Minutos regalará con cada ejemplar de la revista una celdilla del panal del novio de la Pantoja. Y los reporteros tendrán que ir vestidos como apicultores.

Tiempo al tiempo.

 

Nota: Antes de que finalice esta semana estaré en la finca de Bush disfrutando de unas merecidas vacaciones que, a pesar de todo, deberé pagar. Ni una sola de las televisiones ha tenido el detalle de ofrecerme unos eurillos a cambio de una crítica favorable. Así que deberé costearme el total del viaje. Me compré un disfraz de cocodrilo, pero ni por esas. A ver si para el año que viene cambian las cosas. De momento, estoy pensando formar parte del futuro partido de Tamayo, y cambiar de look, como ha hecho María Teresa Sáez.

Me despido de ustedes y del señor Ortiz hasta dentro de unas semanas. Le echaré de menos.

No, no me digan nada ahora. Háganlo después de la publicidad.

Escrito por: Marat.2003/07/02 09:00:00 GMT+2
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