2003/10/22 08:00:00 GMT+2
Hace algunos meses, al escribir sobre el circo de Gran Hermano, este crítico criticable, al que se esfuerzan en comprender, cosa que les agradezco, les aseguraba que la casa de Guadalix de la Sierra se había convertido en una casa de citas. Diferentes frases allí concebidas -más bien paridas-, se habían incrustado en el lenguaje coloquial de miles de adolescentes en un abrir y cerrar de ojos. ¿Quién no recuerda al legionario Berrocal preguntándose en voz alta quién le había puesto la pierna encima, y otras empanadas de nuestra gastronomía televisiva?
En esta edición hay para una antología del disparate. Es necesario rebuscar con ahínco para encontrar piezas semejantes. El último en lucirse ha sido un concursante de Ceuta, fiel a la religión musulmana, lo que no le ha impedido -del mismo modo que no se lo impide al resto, que profesa la religión católica- soltar todo tipo de culebras y palabros por su boca. Una de las genialidades de su malabarismo con el léxico se ha convertido en la cita del mes en Telecinco: "Pa chulo-chulo, mi pirulo". El pastelito artesanal seudo castizo, prepotente, machista y denigrante gira y gira de programa en programa por la cadena del cinco. Un programa tras otro saca jugo a esta clase de lindezas de los jóvenes que han sido seleccionados por un grupo de psicólogos. Enhorabuena a ellos -a los sicólogos, por supuesto- por encontrar la aguja en el pajar. Porque uno prefiere pensar que el pajar no está plagado de agujas, la verdad. Tiene mérito, pues, absorber con la pajita en el jugo de la juventud española y llevarse a la boca, o sea, al bolsillo, a la casa, a la causa, a la huerta, a la pista de baile de Mercedes Milá a los especímenes que año tras año se encierran a verlas venir en una casa repleta de cerraduras por las que se asoma el personal a husmear.
Recién salidos del concurso, estos fabricantes de citas banales corren sudorosos de plató en plató. En tiempo récord, transmiten su concepto de la vida, airean sus posaderas morales, dibujan los perfiles conceptuales de su existencia, recuentan las ganancias y tratan de dormir imaginando los billetes del mañana y aniquilando ovejas. Ya le han sacado suficiente jugo al día. En la noche no aguarda sino el insomnio. No pueden soñar, porque todos sus sueños ya se han hecho realidad. Un guiño de la Milá así se lo certifica.
Escrito por: Marat.2003/10/22 08:00:00 GMT+2
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2003/10/15 08:00:00 GMT+2
Un aficionado del Deportivo de La Coruña es, hasta la fecha, la última víctima mortal de la violencia en el fútbol español. Falleció al tratar de mediar en una pelea. Aseguran que lo mató un seguidor de su propio equipo. Un deportivista, paradojas del lenguaje. Un radical, un elemento peligroso, capaz de asesinar por una discrepancia tan peligrosa como es esa que consiste en animar al equipo rival.
Muchos de estos energúmenos de banderas indecorosas, proclamas necias y neuronas en huelga indefinida caben en el fondo de cualquier estadio, ataviados con los colores de cualquier equipo. Se dan cita en la grada cada domingo para calentarse en la hoguera del odio. Si su equipo desapareciera, acudirían al calor del fuego rival. El fútbol es una excusa, un cheque en blanco para liberar la frustración, quizá, sea tan sólo un refugio, una especie de gimnasio donde muscular esos trastornos, esos rencores y esa incapacidad para comprender su entorno vital, para entender su propia vida. Quizá por ello sientan simpatía por la genealogía de la muerte.
He visto a estos grupos violentos en infinidad de ocasiones. Y no en la pantalla del televisor, sino en carne y hueso. Les he visto intimidar a los porteros de los estadios; he comprobado cómo accedían al interior de un estadio sin mostrar siquiera la entrada; sé que han viajado gratis y gozado de entradas por su cara bonita, y que han contado incluso con locales en los complejos deportivos propiedad de los clubes de fútbol. Algunos de sus líderes han intimado con el presidente del equipo de turno, quien no ha dudado en beneficiarse de esta amistad. Sí, se ha creado un vínculo, un parentesco, un matrimonio de conveniencia, en el que el arroz ha volado cerca de las urnas de unas elecciones a la presidencia marcadas, además, por la intimidación de estos depredadores de esvástica y mollera repleta de cicatrices. Estos monstruos se mueven como los zombis, ejecutan una coreografía primaria, cuyos orígenes pueden estudiarse en cualquier zoológico que se precie. Lo de Darwin no va con ellos; no evolucionan. Ellos involucionan, dejando un charco de sangre como sello de visita, como distintivo.
Y los señores del poder se callan, realizan a lo sumo alguna mueca. ¿Qué les importa a ellos, encaramados en el palco del estadio? ¿No lo escribía aquí mismo hace algunas semanas en referencia al privilegio del que gozaba el Defensor del Pueblo, siempre acomodado en el palco, lejos, precisamente, del Pueblo?
He visto de cerca el dolor de una familia rota por la tragedia. Pasé unas cuentas horas en el tanatorio junto a los restos de Aitor Zabaleta, el seguidor de la Real Sociedad que cometió la locura de acudir a Madrid para ver jugar a su equipo frente al Atlético de Madrid. Los políticos aparecieron en escena, con ensayado dramatismo. Deberían haberse esforzado más en la tarea interpretativa, porque se les notaba demasiado. Acudían para cumplir el expediente. Soltaron su parrafada de siempre, condenaron y dijeron adiós con cara de circunstancias. ¿Qué hicieron después? Nada. Si acaso, recibir engalanados y con serpentinas (por no decir como serpientes) a los campeones. Su vida es, en muchos casos, como la de las esponjas. Absorben los éxitos ajenos y se apuntan a la brillantina, aunque lo más deportivo que hayan hecho en sus vidas sea leer la esquela de algún deportista accidentado.
Las cámaras de vigilancia de los estadios permiten desde hace años identificar a los hinchas violentos, pueden grabar a esos valentones que agitan los trozos de tela con símbolos nazis, pueden seguir los movimientos de las fieras enjauladas en el recinto. ¿Cuántas acciones se han desarrollado contra estos grupos violentos? ¿De qué ha servido este control? ¿Cuántas veces han tranquilizado a los aficionados decentes con la difusión de noticias advirtiendo de expulsiones o detenciones de los aficionados violentos?
Lejos de encontrar una solución, los dirigentes deportivos han echado más leña al fuego, han agitado las brasas de la masa. Un estadio histórico como el Camp Nou se convirtió en un campo de tiro para recibir al profesional Figo, ése que abandonó un equipo para recalar en el Barça. ¡Pesetero! ¡Le llamaban pesetero! ¿Quién no aceptaría un trabajo razonablemente parecido al actual con una subida salarial del cien por cien?
Hoy, nadie se atreve a ir, como antaño, al Santiago Bernabéu con una ikurriña. ¿La pelota vasca? ¿Cuestión política? Preguntémosles a nuestros dirigentes políticos. Y mientras, esperamos a que llegue la siguiente víctima, esquivando la presencia de quienes sólo ven en el fútbol un patíbulo donde pasar las horas libres.
Escrito por: Marat.2003/10/15 08:00:00 GMT+2
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2003/10/08 08:00:00 GMT+2
El programa Línea 900 abrió el pasado domingo una nueva temporada de emisiones en TVE con "1943, el primer año de NO-DO", un documento estremecedor. En su arranque, este reducto saludable de la información objetivamente subjetiva nos recordó tan triste aniversario. Se cumplen ahora 60 años de la primera emisión del NO-DO. 60 años. Tan lejos y tan cerca.
Esos hombre de rostros patéticos y camisas oscuras elevaban su brazo en un saludo tan mecánico como pueril. Hoy basta un guiño para emular el efecto de ese saludo fascista. Un guiño para evitar la evidencia, pero suficiente para traslucir las mismas mentiras, las mismas fábulas y las mismas letras de cambio.
Diversos historiadores realizaban comentarios acerca de estos añejos noticiarios, teñidos de soberbia, atraso cultural, tizne de bochorno y dulzuras caudillistas. Franco pretendía pasar en ellos como el gran actor supremo, el hombre semi dios, el César. Aunque hoy nos resulte un Duce abotijado, un Führer de bolsillo, capaz de mantener a raya a toda una nación de sueños republicanos abortados por quienes regaron el árbol genealógico que crece hoy en nuestro jardín de la democracia. El abono es magnífico y la frondosidad impide ver muchas veces la realidad. Pero el abono apesta. Eso resulta innegable.
Mientras muchos tiranos jugaban al ajedrez -incluso en el campo de batalla-, Franco se entretenía con el parchís. Su capacidad de estratega no daba para más. El NO-DO se encargaba de ataviarlo con los mejores ropajes del Cid. El golpista se mostraba con ese porte castrense tan de la época y esa barriga que alcanzaba las metas con insultante ventaja.
Aquellas imágenes proyectadas en los cines españoles desde los años cuarenta nos resultan hoy patéticas, aunque sobran, por desgracia, los que las lloran con añoranza (a pesar de que no necesiten forzar en exceso sus lagrimales, la verdad; que la cosa no es tan distinta; o por lo menos podía, debería, serlo mucho más).
La manipulación estaba detrás de ese aldeano que sujetaba una res con un brazo y levantaba el otro al paso del Caudillo; la amenaza y el temor a la muerte relucían en esas calles empedradas por las que corrían unas niñas humildes para saludar al general Franco. Aquélla era la España del NO-DO, y lo más doloroso es constatar cómo han cambiado los medios, pero no los fines. El pueblo sigue arando o desenvolviéndose ante un ordenador para regocijo de las mismas familias. Sigue formando parte de esa cadena de producción a cambio de unos cuantos derechos, unas migajas. "Ahora se vive mejor que antes", nos recuerdan los voceros con espíritu de sanguijuela. Pero la realidad tiene otras caras. A muchos, les petrifica la mirada de una medusa pesimista, obstinada en convertirnos en estatuas no pensantes, de piedra fría y estéril.
España es ahora una sucursal estadounidense en toda regla. En la España de blanco y negro, boina, chaleco y botijo no había lugar para el imperialismo; excesivos trueques y demasiada huerta familiar. Hoy, la manutención de los informativos televisivos depende de los ingresos publicitarios de esas multinacionales que, a carrillo hinchado, mastican felizmente el consumo de los españoles ya sin boina, chaleco ni botijo. Españoles en color, pero sujetando, como aquél, una res en una mano y saludando al cielo con la otra. Ya no es un saludo fascista, es cierto, pero nos agitan la mano desde detrás como si un ventrílocuo fuese el dueño de nuestras palabras, de nuestras voluntades. Cuesta escaparse de su dominio. La televisión es en ocasiones ese ventrílocuo. Logra mostrar -antes en el NO-DO; ahora en otros formatos más modernos- la España que va bien, la nación rica que emerge de las ruinas a las que quisieron llevarla los malvados.
Esta España sigue devorando a sus propios fantasmas. Unos fantasmas a los que se cita, pero a los que casi siempre se niega la palabra. "Los fantasmas no hablan", dicen los que pretenden pasar como centuriones del poder, pero es falso: ahí tienen a Javier Arenas, por poner un ejemplo; aunque me refería más bien a esos espectros teñidos de rojo. Ya no preocupan tanto esos espectros, ahora que Marx ha muerto. Pero los escribanos con escamas -que han seguido la escala evolutiva de los primeros reptiles- lanzas sus dardos y sus palabras, los nuevos cancerberos ladran a quienes persiguen extinguir las llamas de ese infierno de imágenes trucadas, relucientes verbenas populares y legiones de fieles a la doctrina oficial. Los malos siguen siendo enfermos estalinistas; los contrarios siguen siendo los desestabilizadores; los soñadores siguen siendo un peligro público; los que luchan contra la estandarización de los pareceres son elementos peligrosos; los que tratan de respirar de cerca la fragancia de la libertad de expresión son utópicos irreverentes, indeseables. Eso nos muestra el NO-DO de nuestros días, repartido en mil y un formatos de ilimitado alcance y obligada difusión. Los títeres son los mismos, la esperanza es, si cabe, menor.
Han pasado sesenta años. Callemos, nessun dorma, que sigan proyectando nuestro futuro a su antojo con nuestra oposición. Que no averigüen nuestros nombres. Peor será dentro de otros sesenta. Y tendremos que sobrevivir, ¿no?
Escrito por: Marat.2003/10/08 08:00:00 GMT+2
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2003/10/01 09:00:00 GMT+2
Resulta sorprendente contemplar cómo el palco del estadio Santiago Bernabéu se convierte habitualmente en la morada de políticos avezados. Se aprovechan de su cargo para recabar un espacio preferente. Uno de los más aficionados a apalancarse en esos asientos lujosos es Enrique Múgica, el Defensor del Pueblo.
Los niños, de mayores, no es de extrañar, ya no quieren ser bomberos ni futbolistas; ahora sueñan con ser el Defensor del Pueblo. Así, entre otras cosas, podrán asistir a los mejores partidos de fútbol y gozar del espectáculo sin soltar un duro. Y además, en el centro del palco, a resguardo precisamente del pueblo llano.
Qué dura carga para un hombre tener que ir siempre al palco, tener que pisar alfombras rojas. Pero todo sea por defender al pueblo. Qué noble motivo. Qué loable sacrificio. Aceptemos que el Defensor del Pueblo también forma parte del pueblo, así que resulta perfectamente comprensible que defienda sus propios intereses, aunque éstos sean futbolísticos.
Escrito por: Marat.2003/10/01 09:00:00 GMT+2
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2003/10/01 08:30:00 GMT+2
Mariano Rajoy se viste de domingo aunque sea sábado. Se va a subir al podio. Luce una sonrisa morrocotuda. Es la etapa más importante de La Vuelta, la audiencia está pendiente, el espectáculo garantizado, así que don Mariano se apunta a un bombardeo... mediático.
Ahora, el que no se mueve no sale en la foto, y Rajoy, con tal de figurar, es capaz de marcarse unas sardanas o de acudir al primer hundimiento marítimo que se produzca, incluso allende nuestras fronteras. El próximo candidato popular a la presidencia del gobierno ha comenzado ya su desfile oficial por aperturas, estrenos, inauguraciones, banquetes, homenajes y celebraciones. Y, claro, como le gusta el ciclismo a don Mariano...
Sí, como a Javier Solana, que tuvo que vestirse de nazareno y acudir a París para solucionar el affaire de Pedro Delgado en el Tour que ganó el segoviano. Un análisis había salpicado la hoja de servicios de aquel ciclista llamado Perico, y González envió a sus naves a luchar contra los elementos. En las fincas del desastre socialista tampoco se ponía el sol por entonces. Solana jugaba ese papel de ministro amante de los deportes. Luego, la cosa involucionó y el ministro socialista se decantó por los daños colaterales. Solana abandonó la barba folk, repartió sus ropas de pana a las amistades menos pudientes y se enfundó el uniforme de la OTAN. En Serbia no le guardan mucho cariño. Y motivos tienen. Aunque eso al pretendido socialista le importe un comino. No da de comer.
Pues bien, Rajoy también va sobre ruedas, derrapando ante Mayor Oreja, venciendo en las metas volantes y arrasando en los avituallamientos. Y entre etapa y etapa se da unos bailes en la plaza del pueblo para celebrar lo del Prestige. Ya saben: aquella barcaza de los hilillos. Después de todo, tras esas multitudinarias muestras de desencuentro, de esas manifestaciones con millones de españoles presuntamente encrespados, llegó la reconciliación; las elecciones autonómicas y las municipales pusieron punto y aparte; España envió sus tropas a Irak; y Rajoy agradeció a las meigas su intercesión.
Con su camisa de cuadros, el pantalón bien arriba -como el jefe-, y esos bucles en el cabello adecentado por la colonia, se presenta el candidato en busca de la foto. Sube las escaleras como si fuera un congreso de los populares, engancha el ramo de flores, el trofeo, lo que haga falta y lanza apretones de manos a diestra y siniestra, abrazos por doquier y poses de político serio y responsable especializado en desastres naturales y desprestigios fuelísticos.
Ahí permanece don Mariano, el presente, el futuro y, tarde o temprano, el pasado. Mira de reojo con una mirada avariciosa el jersey oro, el maillot amarillo del líder. Se lo enfunda en sueños de fácil cumplimiento. Él también irá en una caravana multicolor, también pedaleará, también llegará exhausto a la meta. Pero a diferencia de los ciclistas, Rajoy, don Mariano, sólo tiene un rival, y además con una gripe permanente y los micrófonos abiertos.
Qué paradójico, los políticos son esos personajes que se suben a un podio a pesar de no haber ganado nada. Y ni siquiera tienen que pasar el control antidopaje.
Escrito por: Marat.2003/10/01 08:30:00 GMT+2
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2003/10/01 08:00:00 GMT+2
La Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión de China ha prohibido la emisión de anuncios de determinados fármacos y productos de higiene femenina durante las horas del almuerzo y la comida. A los dirigentes del país oriental no les parecía conveniente que millones de chinos tuvieran que soportar las experiencias hemorroidales de sufridos compatriotas precisamente a la hora en que acostumbran a llevarse a la boca un arroz tres delicias de esos que quitan el hipo y las ganas de más revoluciones culturales.
Aquí, sin embargo, ya estamos acostumbrados. Y no exactamente a la revolución cultural, sino a padecer el escaso tacto de los anunciantes y esas cadenas complacientes siempre con el ring ring de la caja de ingresos.
Ahora, sea la hora que sea, Concha Velasco nos confiesa que lleva un protector para "esas gotitas" que aparecen de manera desconsiderada cuando no deben. La actriz abandona esa alegría ye-ye de antaño para inmiscuirse en un halo de aflicción, de vivencia pesarosa, de procesión y saeta sentida. La incontinencia urinaria está arruinando su jovialidad, y ella sólo ha hallado remedio en ese producto que aparece en escena a la hora del té. Que aunque no estemos en Inglaterra, alguien habrá que tome té, digo yo.
Sea la hora que sea, igual te plantan, sin quererlo ni beberlo, una dentadura postiza en un vaso con agua efervescente. Las cadenas no tienen el menor de los decoros en estos asuntos. Como todo vale para vender, pues se aprovechan y te pillan desprevenido. A traición.
¿Que te vas a comer ese trocito de aguacate con salsa tártara? Pues nada, compresa al canto. ¿Que te dispones a engullir un bocado de merluza a la bilbaína? Pues chúpate anuncio de plantillas Devorolor. ¿Que mamá se ha atrincherado en la cocina con papá para desarrollar una nueva receta del brazo de gitano que fabricó Arguiñano la pasada semana? Pues justo cuando vas a devorarlo, te calzan un anuncio de cremas para las almorranas.
Y no se trata de ser o no un escrupuloso mayúsculo, sino de imponer una cierta coherencia. Imagínense a ese pobre empleado de oficina de banca* que sufre a diario un montón de horas sentado detrás de una ventanilla. Bien, de acuerdo, no vale el ejemplo, porque si descontamos las horas de los varios desayunos, la cosa no es para tanto. Pero imaginemos, sin más, a un teleoperador - uno de esos empleos, por cierto, nacidos de la usura y el desprecio a la condición humana- sentado interminables horas sin poder siquiera acudir al aseo. Pues bien, supongamos que ese teleoperador sufre en silencio -que parece la única forma "oficial" autorizada de hacerlo- las hemorroides. ¿Qué gracia le hará a nuestro teleoperador contemplar en la tele esos remedios milagrosos cuando precisamente trata de distraerse y olvidar su padecer a la hora de la cena? Y para mayor inri, resulta que el paciente teleoperador ya ha probado sin éxito todos las pretendidas soluciones y pócimas que se agolpan en casa del boticario.
La televisión suele ser un cóctel irreverente. Es posible ver una información en la que se hace mención a la cifra de fallecidos en la carretera durante el último fin de semana, y a continuación, en la siguiente pausa publicitaria, asistir a la emisión de un anuncio de un vehículo que va escopetado por una carretera llena de curvas peligrosas a tropecientos por hora. Así de paradójico es este medio.
En China ya comen sin arrugarse el estómago ante ese televisor insolente que no solía respetar el ritual del almuerzo.
A ver si en España toman nota, y suman a esa iniciativa del país asiático la de negar espacio y tiempo a los políticos que sólo dicen tonterías.
¡Menuda criba! ¡Y qué buen gusto!
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* Mis respetos para los empleados de banca. Esta injusta apreciación, por cuanto tiene de generalización, ha sido fruto de un momento de obcecación: he pensado en los empleados de mi sucursal, que son de película de Fellini, lo juro.
Escrito por: Marat.2003/10/01 08:00:00 GMT+2
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2003/09/24 09:00:00 GMT+2
Ha llovido, incluso se han producido diferentes tormentas. La programación ha vivido altibajos y conocido nuevos productos milagrosos, esos capaces de levantar el ánimo de los accionistas que tienen la mosca detrás de la oreja casi siempre.
Parece que fue ayer, pero ha transcurrido todo un año. Doce meses tratando, semana a semana, de reflejar esa televisión que nos ha tocado en suerte. Esa televisión, todo hay que decirlo, a la que uno se acerca ya con un desprestigiado automatismo.
Parece que fue ayer, pero ha transcurrido todo un año. La primera vez que presenté mi opinión en esta plaza sin burladeros me detuve tratando de analizar las crónicas marcianas de Sardá, un verdadero Rambo de la televisión. Solamente él ha sido capaz de equipararse a Johnny, quien, según el coronel Trautman, era capaz de "comer alimentos que harían vomitar a una cabra". Sardá tiene el mismo estómago, audiovisualmente hablando, si se me permite la licencia, que no veo por qué no.
Parece que fue ayer, pero ha transcurrido todo un año. Les hablaba también, en una de mis primeras faenas, de esa presentadora que es capaz de devorar el protagonismo ajeno sin despeinarse... aún más. Mercedes Milá no ha desarrollado ese exagerado ejercicio facial del que hace gala su hermano. En realidad, no conozco a nadie sobre la faz de la Tierra que lo haya hecho, pero, en cambio, doña Mercedes es capaz de eclipsar a cualquiera de sus entrevistados, excepción hecha de Paco Umbral, que con un libro de por medio es capaz de cambiar de sitio el Valle de los Caídos.
La presentadora Milá vuelve a aparecer en escena, como hace un año, para introducirnos en la religión de Gran Hermano, un nuevo credo cuyo número de adeptos crece día a día, casi al mismo ritmo que los contertulios de las mesas de debate de María Teresa Campos.
La fauna -quiero decir los participantes-, acude desde todos los rincones del país. Especial atención merece una joven llamada Nuria, que entró en la casa de G.H. al grito de "Viva Salou". Orgullosa como pocos de sus raíces, Nuria se presentaba a sus nuevos compañeros con un heráldico "Nuria, de Salou". Durante unos instantes llegué a pensar que esa chica era una infiltrada de la concejalía de turismo de esa localidad costera. Claro que más gracioso fue un concursante gallego que emprendió rumbo al pasaje del esperpento televisivo con un "Galicia siempre arriba", como si hiciera falta recalcarlo, no fuera a ser que se descolgase y acabase Vigo limitando con Gibraltar y los monos del peñón.
Y así, uno a uno, fueron entrando en la casa más rentable de la historia de la televisión en España todos los jóvenes que ven cumplido, según sus propias palabras, "un sueño". No sabemos si el sueño se culmina convirtiéndose en portada de Interviú o besando la fama como vocero mayor en el gallinero de Sardá.
Mucho se ha escrito y hablado sobre la intrascendencia de las vicencias de estos jóvenes concursantes que aspiran fundamentalmente a dar el "pelotazo". Tanto se ha escrito, que al final los que han dado el pelotazo han sido los que opinaban (aunque hay tristes excepciones cercanas al jacobinismo, doy fe).
Un año después, volvemos a contemplar a trece concursantes encerrados en una casa, que presenta un aspecto tragicómico en esta edición. El lujo o la confortabilidad han decrecido notablemente respecto a ediciones anteriores. Pero lo que se mantiene intocable, idéntico e imperturbable es el vago ejercicio de lo intrascendente, banal, insulso, ñoño, anodino, vulgar, latoso, baldío, romo, ramplón y sinsorgo.
Esto es para mí Gran Hermano, sea la edición que sea. Y así volveré a escribirlo dentro de un año.
Escrito por: Marat.2003/09/24 09:00:00 GMT+2
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2003/09/24 08:30:00 GMT+2
La insultaron. Pretendieron agredirla. Estaba claro que era una mujer despiadada. Claro como el agua para los que siempre han vivido en el fango de la mediocridad y en el engaño constante del ruido de sables y de la calderilla que caía de los bolsillos de los señoritos. La habrían linchado. La habrían lapidado. En otro tiempo hubiera terminado en la hoguera o en el garrote vil.
¿Para qué un juicio? ¿Para qué la presunción de inocencia? ¿Para qué estudiar el caso? ¿Por qué no dejarla en manos del pueblo soberano? Soberano y ebrio. Los eructos de ese sentido particular del derecho han resonado en toda la zona. La masa caminaba entorpecida y como una cuba. Su eco pervive en la mente de una mujer a la que se le ha negado la dignidad. Era culpable antes de sentarse en el banquillo. Era una asesina antes de que la más mínima prueba así lo atestiguase. Ese pueblo zopenco, piedra en mano y cobardía moral colgando del cuello devora a los sospechosos y después se lamenta al comprobar su inocencia.
La triste monotonía y el crudo resentimiento nacido de la frustración crean seres descompuestos, irracionales y peligrosos. Cuando se juntan y el calor del sudor les agita, se convierten en una turba con instintos asesinos. Claman venganza, pero devoran sin remedio cualquier atisbo de justicia.
Los muy infelices creen que la democracia es simplemente acudir cada cuatro años a jugar a las urnas.
¡Qué asco!
Escrito por: Marat.2003/09/24 08:30:00 GMT+2
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2003/09/24 08:00:00 GMT+2
Lo busca la cámara pero no aparece. ¿Dónde se habrá metido? Su liderazgo está quedando en entredicho. Al menos en Quintanilla de Onésimo. Allí, donde muchos lo reciben como al maná, se preguntan por qué no está con los grandes.
El emperador del pádel se ha quedado fuera, una vez más, del encuentro de los verdaderos líderes europeos. Pero no importa, un viaje relámpago al Reino Unido y la correspondiente entrevista con Tony Blair le devolverán algo de protagonismo al telonero del Partido Popular.
José María Aznar puede ser muy amigo de George W. Bush, pero en Europa le han dado con la puerta en las narices. Schröder, Chirac y Blair apañan las cosas ellos solitos, sin considerar necesaria la presencia del presidente español.
¿Se han fijado alguna vez en el lugar que ocupa Aznar en las fotografías oficiales de las cumbres europeas? A él, que tanto presume de trabajar en el centro, siempre lo colocan en un extremo. Lo que demuestra que en Europa no van tan desencaminados.
Escrito por: Marat.2003/09/24 08:00:00 GMT+2
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2003/09/17 09:00:00 GMT+2
No es oro todo lo que reluce
Proliferan las galas de las cadenas televisivas para anunciar sus respectivas programaciones de la nueva temporada. Más de lo mismo. Bueno, con algunas novedades impactantes. Por ejemplo, TVE incorpora a una promesa del periodismo musical español. Sí, un tal Joaquín Luqui. Guauuuu, es totaaaaaal.
Los programadores han engrasado la maquinaria bienpensante y amenazan nuestra tranquilidad con unas propuestas tan desalentadoras como de costumbre. El desierto televisivo contempla escasísimos oasis en una parrilla audiovisual con más colesterol que el desayuno de Homer Simpson.
Y eso que nunca hacer televisión resultó tan fácil. Ahora se hace un programa con tres o cuatro ex novias de Jesulín, ese librepensador con finca de peligrosa rima.
En la gala de la nueva programación de TVE Ramón García llevó una vez más la batuta. Si la orquesta desafinaba no fue por su culpa. Él puso toda la carne en el asador. El presentador bilbaíno anunció una nueva edición del concurso infantil "Pequeños grandes genios", una competición para los niños con mejor expediente escolar de España, según rezaba el guión. El presentador del espacio será un profesor de la academia de Operación Triunfo, emergente cantera del panorama televisivo de La Primera. Para adornar la cosa, Ramón García aseguró que los mayores iban a quedar como auténticos "tontorrones" al lado de estos niños brillantes. Evidentemente, exageró. O bien hablaba por su experiencia personal. O en ese momento se le vino a la mente el circo de la Asamblea de Madrid, que todo es posible. Lo cierto es que no parece muy apropiado anunciar que esos 200 niños concursantes son los más brillantes de España. Fundamentalmente, porque un buen expediente no es siempre sinónimo de brillantez. A determinadas edades (De 0 a 99 años, sin ir más lejos) el expediente puede ser un simple reflejo del esfuerzo llevado a cabo durante el curso. Bastaría con repasar los expedientes académicos de muchos genios del siglo XX para cerciorarse de ello. Grandes inventores, pensadores y artistas han pasado con más pena que gloria por los pupitres, si es que tuvieron siquiera la oportunidad de ser escolarizados. En el otro polo, sesudos benjamines han compartido partida de naipes en su edad adulta con el mismísimo Mefistófeles.
Y la luz del infierno también brilla.
Aquí no hay quien viva
Antena 3 estrena la serie "Aquí no hay quien viva", una especie de espíritu maligno del 13 rue del Percebe, aquel ingenioso tebeo de Ibáñez. Ni que decir tiene que entre uno y otro hay varios años luz. Algunos chascarrillos y escasísimos apuntes del guión invitan a esbozar una sonrisa, pero la credibilidad de la trama y de buena parte de los personajes es nula. Casi me creería con más facilidad lo del "corta y pega" de aquella presentadora escritora. Pero, aguardemos al tercer capítulo. El segundo fue mejor que el primero. Y eso es ya un avance. Aunque estando detrás José Luis Moreno...
Relamerse las heridas
Una de las sensaciones más surrealistas de los últimos tiempos en esta televisión de toma pan y moja ha sido, sin duda, la escena protagonizada por Mariano Rajoy -esta vez sin telonero- y Manuel Fraga en Galicia. El hijo pródigo ha vuelto a casa para abrazarse al presidente de la Xunta y ¡para inaugurar un monumento sobre la "herida" del Prestige! ¡Y en Muxía! Con un par de narices. Es como si Álvarez Cascos planta un monolito al estilo Kubrick como homenaje a cada cagada de las obras del AVE. Claro que mejor no dar ideas, no vaya a ser que nos llenen España de monolitos en lugar de toritos de Osborne. Es el colmo del descaro, pero el personal sigue sonriendo para la foto.
Vistas así las cosas, no sería de extrañar que José María Aznar ordenase levantar una réplica del Taj Mahal para celebrar sus particulares "heridas".
Ir de culo
La imagen más repetida en televisión durante la pasada semana tuvo como protagonista a un pertiguista. No batió ningún record ni tuvo accidente alguno. Simplemente, se bajó los pantalones y enseñó gozoso sus posaderas al público del estadio y a las cámaras de la tele. Y le hizo gracia a los editores. En Telemadrid, por poner un ejemplo, les faltó poco para abrir el informativo con los glúteos del deportista de la pértiga (ya sé que suena mal, pero no seamos malvados con los juegos de palabras).
¿Alguien se imagina a Neil Armstrong con el culo al aire en la Luna? ¿Y a Hillary celebrando su ascensión al Everest con una bajada de pantalones ante su sherpa? ¿Y a Cristóbal Colón descubriendo América con las calzonas por los tobillos? ¿Ya a Einstein corriendo con la retaguardia al descubierto para celebrar la relatividad de su teoría?
Mucho cuidado
Sin duda alguna, una de las imágenes más impactantes de la última quincena fue la protagonizada por Iñaki Anasagasti, probablemente el único político español al que se le juzga antes por su peinado que por su discurso. El portavoz del PNV en el Congreso se encaró con el ministro de Justicia y le reprochó las acusaciones que éste había vertido sobre él. Con un par de narices, le recordó a Michavila su adscripción -militancia o como prefieran denominarlo- a los Legionarios de Cristo Rey, recriminándole que actuase como tal y no como el titular de la cartera de Justicia.
Y puede que en esa legión no tengan cabra, pero hay que andarse con cuidado con ellos, con mucho cuidado. Yo por si las moscas, me salgo ya de la bañera. Que ya va siendo hora. A ver si no voy a poder celebrar en un par de semanas mi primer año como remero en esta nave del señor Ortiz.
Escrito por: Marat.2003/09/17 09:00:00 GMT+2
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