2003/11/26 09:00:00 GMT+1
Me creía inmune a los delirios febriles de la serie UPA Dance, un castigo televisivo del que deberá responder Antena 3 el día del Juicio Final. Pensé que no volverían a sorprenderme sus guiones, por peregrinos, insensatos o inverosímiles que resultasen. Esas tramas rebuscadas, ese victimismo desolador, ese auténtico gafe sin fin que sufren los personajes día tras día, ese tiovivo de desgracias no tiene fin en la rancia academia, un garito que no se parece a la escuela de "Fama" (la popular serie estadounidense de los años 70) ni en los calentadores que lucen los actores bailarines. Creí que nada podría ya llamar mi atención, pero confieso resignado que la pasada semana sentí, una vez más, un enorme e indescriptible desaliento.
Resulta que la directora de la academia -sí, ese arca de Noé en el que suceden más fenómenos paranormales por episodio que en toda la trilogía de Poltergeist-se reencuentra con un viejo amigo que llega procedente de Argentina. Al principio, resulta chocante oír a un actor forzando un acento sin demasiado éxito. Argentino, lo que se dice argentino, pues no, pero el hombre lo intentaba con tanto ímpetu, que, bien -piensa uno-, pase por hoy. Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía, y es más, aceptamos que ese tío salido del madrileño barrio de Chamberí viene del Mar del Plata. Pero miren ustedes por dónde, en la siguiente secuencia el actor ha perdido su acento argentino y proclama a los cuatro vientos un castellano seco, contundente. El anterior tic argentino se ha esfumado. Quizá alguien del rodaje con cierta sensibilidad se diese cuenta de que no colaba su parlar bonaerense y decidió cortar por lo sano. Pero lo grandioso fue que no se molestaron en repetir la primera secuencia -ésa en la que el actor se afanaba en pasar por un pibe más-, con lo que nos encontramos con un personaje que llega de Argentina con su correspondiente acento argentino adosado en las amígdalas y que sufre en un abrir y cerrar de ojos una mutación, un trasplante de cuerdas vocales, o una invasión de perversos espíritus que modifican su forma de hablar.
¿Increíble? Pues ocurrió. Se lo juro por Maradona.
Escrito por: Marat.2003/11/26 09:00:00 GMT+1
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2003/11/26 08:00:00 GMT+1
El secreto está en la masa, que decía aquél. A Iturgaiz lo pillaron con las manos en la masa. Una masa casual, eso sí, producto de la casualidad. Una masa crujiente, con el descaro como de hojaldre, por seguir con la receta de la impostura del amigo Iturgaiz. Un falsete este Iturgaiz. Un tramposillo este Iturgaiz. Y no se ha ganado estos calificativos precisamente en una partida de mus, sino ejerciendo su cargo representativo en el Parlamento Vasco.
No se juega uno lo mismo sobre un tapete con unos amigotes y unas copichuelas, que en una votación parlamentaria escondiendo el as debajo de la manga de la impostura y la desvergüenza. Esa triquiñuela del impostor Iturgaiz olía a fraude, a gatuperio, a estafa. Una estafa a los ciudadanos vascos. Lo trincaron dándole al manubrio, consumando el camelo, el tongo.
A uno lo pillan copiando en un examen, chuleta en ristre, y lo sacan del aula con un cero patatero y una convocatoria maligna para septiembre; a un extremo lo calan "tirándose a la piscina" en el área rival y le muestran una tarjeta amarilla, que si es la segunda deja a su equipo con un peón menos en el terreno de juego, sea un amistoso o sea la final de un Mundial. ¡Y no digamos si es la insaciable Hacienda la que detecta tus maniobras orquestales en la oscuridad! Pero en política es otra cosa: te hacen la foto en plena fechoría y no pasa nada. Encima, se echan unas risas a costa del televidente. "Una incidencia casual, producto de la casualidad. Se habrá apoyado sin querer". ¿Pero es que estos tíos se han creído que somos un hatajo de estúpidos?
Aquí, en este sarao pendenciero, en esta arena del circo donde los leones ya no asustan a nadie, uno se pasa la ética por el forro de los mismísimos, y en el partido se toman unas cañas recreándose con la moviola de las mejores trampas de la votación mientras se jalan unos pinchitos, que paga el contribuyente. Hablan de vocación de servicio al ciudadano, pero marcan las cartas de la baraja para arrojar la moral al inodoro y tirar después de la cadena, para que desaparezca con el resto de los desechos.
Ni el Partido Popular le pide a Iturgaiz que dimita, ni lo destituye, ni al tramposo de marras le da por pedir disculpas, hacer las maletas y dedicarse a otra cosa.
Iturgaiz se comportó como un tunante de capa raída, como un bribonzuelo de escaño encantado, como un jeta. Aunque, a decir verdad, no ha descubierto la pólvora en su obscenidad política. Ni ha sido el primero en alargar la mano y votar por cuenta ajena, ni, lo que es peor, será el último. La deshonestidad no se castiga en el reino de la Política.
Pero, ¡ay, malditos roedores!, ¿qué hubiera sucedido si el diablillo de largas manos, si el tramposillo, si el caradura hubiese sido el lehendakari Ibarretxe? Es probable, entonces, que la CNN hubiera abierto sus informativos con las imágenes del malvado secesionista realizando tan estruendosa afrenta a la democracia. Resulta factible creer, incluso, que la Conferencia Episcopal hubiera puesto el grito en el cielo, o en el Cielo, quién sabe. Carlos Dávila habría entrevistado al cámara que consiguió las imágenes y le habría preguntado si se siente amenazado. Javier Arenas luciría su bronceado y hablaría de deslealtad a los españoles. Aznar concedería una entrevista relámpago a Urdaci para denunciar tan denigrante actitud. El diario La Razón regalaría el vídeo de la "jugada", con los comentarios de Paloma Gómez Borrero e Isabel San Sebastián. Ibarretxe sería tratado en los medios progubernamentales poco menos que como la niña del exorcista, recibiendo salivazos de agua pura y cristalina. A los niños se les presentaría al lehendakari como a un bicho al que le da vueltas la cabeza y que echa papilla verde por la boca. Pero no fue Ibarretxe, sino Iturgaiz, y, como diría Julio Iglesias, la vida sigue igual.
Lo que me pregunto es si los votantes del PP en el País Vasco seguirán fiándose de Iturgaiz después de ver cómo se las gasta. ¿O es precisamente por eso por lo que confían en él?
Escrito por: Marat.2003/11/26 08:00:00 GMT+1
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2003/11/19 08:00:00 GMT+1
España se juega esta noche (*) ante Noruega el pase a la Eurocopa, la competición futbolística que se disputará en Portugal el próximo año, si Ibarretxe y su "perverso" plan lo permiten. El partido de ida, disputado en Valencia el pasado miércoles, finalizó con un marcador de dos a uno favorable a España. Escasa ventaja. Y las cosas como son: no estar en la Eurocopa representaría un sonado fracaso para el fútbol español. Si Selección no es capaz de superar a combinados como el noruego, es que no está preparada para pelear frente a los italianos o los franceses, bastante más duchos en las grandes citas internacionales y poseedores de un palmarés mucho más brillante.
No sería, en cualquier caso, la primera decepción. España hace tiempo que no rasca bola en las grandes competiciones. Es un equipo potente, pero en el pelotón perseguidor, muy por detrás de Brasil, Argentina, Alemania o Francia. Sus participaciones en los Mundiales y en las Eurocopas de los últimos cuarenta años así lo evidencian. ¿Por qué entonces los tropiezos de la selección española provocan una y otra vez la hilaridad de los comentaristas de TVE? ¿Por qué enjugan tan dolorosamente los traspiés de España quienes deberían limitarse a describir y analizar con mayor frialdad y profesionalidad los acontecimientos que se retransmiten? ¿Es que no terminan de acostumbrarse a la modestia de las aspiraciones futbolísticas de España?
No se trata, obviamente, de convertir la narración de un encuentro en un acto solemne (léase, por ejemplo, la pedida de mano de S.A.R. don Felipe de Borbón , sí, S.A.R., que no está el horno pa bollos ni Fungairiños), sino de procurar un tanto de objetividad (curioso palabro, quizá inalcanzable), una pizca de decoro, una limosna del análisis basado en datos y no en simples apreciaciones egoístas y foroferas. Y más que nada, porque estas apreciaciones provienen en la mayoría de los casos de periodistas, y no de expertos en fútbol (que no es lo mismo, por mucho que se empeñen algunos periodistas deportivos).
El periodista encargado de la narración de un encuentro debe describir, narrar, porque es eso, alguien especializado en contar las cosas que suceden. Sin embargo, ese papel le suele resultar insuficiente a muchos para saciar sus ansias de futbolistas frustrados. Uno está para estas alturas cansado de escuchar de viva voz de los narradores comentarios acerca de la idoneidad de un cambio en el sistema de juego, del acierto de una sustitución en el once, etc. ¿Cuántos periodistas tienen el carné de entrenador? ¿Cuántos conocen las posibilidades técnicas o la situación anímica de cada jugador de la plantilla? ¿Aceptarían los opinantes impenitentes que el entrenador de cualquier equipo cuestionase la oportunidad o la coherencia de "su" titular a cuatro columnas o que valorase públicamente su trabajo en televisión?
Todo se mete en el mismo saco de apreciaciones singulares, opiniones vagas, razonamientos malheridos y quejas en voz alta ante una audiencia perpleja por el doble desafío: la contrariedad en el marcador y la ausencia de escrúpulos de los periodistas "expertos" a la hora de diseccionar cualquier partido. Una perplejidad que se dispara hasta el infinito cuando la selección española marca un gol. Entonces, el grito descarriado y vertiginoso del locutor se funde con el jipío del analista y juntos mandan al olvido todas las críticas vertidas hasta ese momento. Se entierra solemnemente la dialéctica, se desdibujan los esquemas tácticos y se hace un llamamiento épico al pasado de la "furia española".
"El fútbol es así". "La prensa es así". "Así son las cosas y así se las hemos contado". Falso.
Es así, si así queremos que sea. Mientras mezclemos en la batidora la información y la opinión, el resultante seguirá siendo un producto ambiguo, indefinible y, en cierta forma, bastardo.
Muchos aficionados al fútbol tienen la costumbre de seguir el partido de fútbol a través de la televisión, pero prefieren conectar la radio para escuchar los comentarios de los especialistas. Total, el narrador perenne de TVE en este tipo de encuentros, José Ángel de la Casa, se dedica a contarnos lo que ya estamos viendo ("Raúl, Valerón... retrasa para Helguera... Helguera toca para Puyol, Puyol para Salgado..."), mientras el ex futbolista Míchel nos presenta una batalla léxico-argumental que sólo De la Casa y él parecen comprender.
Sirva como ejemplo el comentario del otrora magnífico "ocho" madridista al gol noruego de la pasada semana en Mestalla: "España ha recibido malas noticias". Pura literatura.
Así las cosas, muchos televidentes se convierten en radioyentes al conectar sus equipos de radio en busca de un análisis más amplio, de más voces. En cierta forma, se invierten los papeles -ya escribió algo sobre esto Javier Ortiz en uno de sus Apuntes del natural- y la radio juega el papel de la televisión, y viceversa.
El binomio de TVE funciona con apreciable cadencia. De la Casa mantiene el mismo tono que hace veinte años (tan sólo rompió las normas de protocolo con ocasión del gol de Señor ante Malta en aquella noche inolvidable para los españoles y para el maltés Bonello) y no se despeina fácilmente al contarnos quién lleva el balón en los pies en cada momento; Míchel, al mismo tiempo, se encarga de bucear en el diccionario para inventar un nuevo idioma en cada encuentro. Su labor constructora y divulgadora es, cuando menos, un ejercicio noble aunque vano, pero su amable espíritu bienintencionado se va al carajo cuando ambos saltan al césped con desmedida pasión y comienza el juicio sumarísimo a los futbolistas desacertados o al errático entrenador. En ese instante saben más que nadie de fútbol; más que el propio entrenador, por veterano que éste sea. La televisión se convierte así en una sala de autopsias y los comentaristas juegan a ser forenses. Ni que decir tiene que el cadáver, que ya huele, es el de cualquier profesional del mundo del fútbol que yerre un penalti o se equivoque al realizar un cambio. Hurgan con el instrumental en busca de la causa de la derrota. El doctor Míchel juega a ser el doctor De la Casa; el doctor De la Casa juega a ser el doctor Míchel.
Nada más fácil que hablar de fútbol, una ciencia inequívocamente inexacta, inabarcable, una pócima secreta que penetra en el terreno esotérico. Todos van en busca de ella, pero ninguno la encuentra.
Al menos nos queda esa ecuanimidad intachable de la pareja de marras: cuando Casillas realiza una buena intervención, es que "estamos ante un portero magnífico"; si, por el contrario, es el guardameta noruego el que salva un gol, entonces es que "se la ha encontrado".
Al final, va a llevar razón Vujadin Boskov, aquel técnico que llegó a España procedente de los Balcanes. Él se sacó de la manga la frase "fútbol es fútbol". Y la afirmación ha creado toda una escuela filosófica, no crean. Casi como la de Aristóteles, aunque en esta ocasión, viendo a los alumnos, uno debe ser honesto y aclarar que esta escuela es más bien "patética", sin el "peri".
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(*) Marat escribió su comentario -y aquí apareció- el 19 de noviembre de 2003. Si quien repasa estas líneas lo hace más tarde, mejor para él -o ella-, porque sabrá qué sucedió, y peor para él -o ella- porque será menos joven.
Escrito por: Marat.2003/11/19 08:00:00 GMT+1
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2003/11/12 09:30:00 GMT+1
Canal Plus es más. Pero que mucho más. Ayer emitió la película "Princesa por sorpresa". Aunque que el título original sea "The Princess Diaries", hay que quitarse el sombrero ante el don de la oportunidad del canal de pago. La peli es un bodrio, pero tiene morbo, que es lo que cuenta.
Otra cosa es lo de Telecinco, que con un racimo indecente de mala leche va y emite también ayer "Territorio prohibido".
Qué poco tacto y qué agorera.
Escrito por: Marat.2003/11/12 09:30:00 GMT+1
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2003/11/12 09:00:00 GMT+1
Los anuncios de cremas para las hemorroides suelen ser bastante ocurrentes. Algunas de las frases concebidas en ellos han pasado a formar parte de nuestro lenguaje cotidiano más irónico. Solemos decir muchas veces que sufrimos en silencio alguna desgracia, aunque no se encuentre precisamente ésta en nuestra retaguardia. Sin embargo, ¿cómo es posible que los creativos de publicidad no se hayan percatado aún de lo rentable y barato que les resultaría utilizar las imágenes de un par de presidentes para describir gráficamente los efectos de las hemorroides en la forma de andar de un ser humano?
¿Se han fijado en esa forma de caminar que tienen George W. Bush y José María Aznar? Es que le duele a uno sólo de verlo. Y encima, todo el día de país en país, de visita en visita, de inauguración en inauguración, de acción anticipatoria en acción anticipatoria, de misa en misa (con esos bancos de madera tan injustamente crueles).
Bush y Ansar (presidente de la república española) tratan de amortiguar al máximo su peso en su caminar diario. Eso sí que es sufrir en silencio. La musiquilla de los himnos les permite aliviarse con algún quejío bien disimulado, con algún lamentillo de esa afección tan dolorosa que padecen sin pestañear.
En la ejecución de sus pasos va incrustada esa dolencia mortífera, ese calvario, ese sufrimiento desconsolado, un martirio descomunal y aterrador. Ambos emprenden cada zancada atemorizados, llevan en ese rostro el sufrimiento desgarrado, pero mantienen el rictus de los hombres de estado. Si acaso, un hilillo de lágrima huidiza emprende su aventura durante algunos instantes, pero es sofocada rápidamente en un movimiento espontáneo y con la ayuda del siempre socorrido pañuelo.
Los creativos no habrán caído en ello, por evidente que resulte ver a ambos mandatarios caminar, pero se ahorrarían muchos quebraderos de cabeza y muchas tormentas de ideas utilizando el desfile oficial de ambos dirigentes. Está la cosa esa de los derechos de imagen, es cierto. ¿pero es que iban a poner pegas sabiendo que tendrían barra libre de cremita para las posaderas? (Y luego está aquello del "tú me das cremita, yo te doy cremita", pero eso ya depende de lo escrupulosos que resulten).
Porque digo yo: si no tienen hemorroides, ¿por qué coño andan de esa manera?
Escrito por: Marat.2003/11/12 09:00:00 GMT+1
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2003/11/12 08:30:00 GMT+1
La entrada del Grupo Planeta en Antena 3 está siendo de órdago. Pues pocos libros van a vender entre los afectados por ese expediente de regulación de empleo, un eufemismo que sirve para embellecer un tanto la verdadera putada que van a vivir más de doscientos empleados de Antena 3.
Entre los que reciben la patada en el culo, autorizada y consentida por las huestes de Zaplana, se encuentra la periodista Rosa María Mateo, considerada la musa del 23-f. Y que conste que a mí me suena eso fatal. Leche, es que parece que Tejero cuando entró dando tiros en el Congreso llevaba una foto carné de la Mateo bajo el tricornio.
Otro de los despedidos es Carlos Hernández, enviado especial de la cadena a Irak en el último arrechucho bélico de la corporación Bush. O sea, que lo mandan a un país en guerra, a un país invadido por la mayor potencia militar, el tipo se juega la vida, y luego, si te he visto no me acuerdo.
Con esta delicadeza ha irrumpido en la feria de Antena 3 la familia Lara. Empleados con trece años de jornal en esa empresa se han topado en las puertas de su edificio con guardas de seguridad impidiéndoles la entrada. Éste es el nuevo estilo de vida aznariano, preconcebido por un tal González, viejo amante de la pana primero y de la seda más tarde. Ambos dirigentes han permitido que crezca la maleza en el mundo laboral. El despido es prácticamente una caja de bombones. Te la dan cuando menos te lo esperas.
Así vienen las rebajas de este sistema que premia el uso de la fuerza bruta. Los mandamases de turno determinan que no se necesita tanto camarógrafo: "Que trabajen más horas los que queden" (los que sobrevivan diría yo).
No sería de extrañar que los empleados que obtienen ahora el indulto se sientan como Charlton Heston en el planeta de los simios, como seres explotados preguntándose cómo han llegado hasta allí esos castigadores que portan látigos y armas para mantener el orden establecido. En silencio, aterrados ante la amenaza de verse en la cola del INEM (una especie de Casa del terror plagada de deshumanización y burocracia), pocos se atreverán a preguntar en voz alta quién ha establecido ese orden, ese maldito orden cimentado en la insensibilidad, en la ineficacia y en el gangsterismo.
En el gremio de los periodistas no luce la solidaridad; es tierra de penumbra. Con una pizca de solidaridad otro gallo le cantaría a la prensa.
¿Se imaginan que todos los periodistas de este país comenzaran a boicotear al grupo Planeta?
Escrito por: Marat.2003/11/12 08:30:00 GMT+1
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2003/11/12 08:00:00 GMT+1
El príncipe de Gales le ha visto las orejas al lobo, y éste, inevitablemente, se las ha visto a don Carlos. El lobo es la prensa británica, capaz de poner en jaque a la Casa Real, algo imprevisible, impensable e imposible en estas tierras movedizas de la España de pandereta (Anguita dixit).
Empavesado en su traje de príncipe de Gales, el futuro rey de Inglaterra vive estos días una auténtica pesadilla. Las portadas de los diarios británicos cuestionan su sexualidad, basados en la reconstrucción que de los hechos o tocamientos realizó un lacayo irreverente. Sí, el muy traidor afirma que Charlie se lo montaba con un mayordomo. Y ya saben aquello de "Caray con el mayordomo...".
El fondo de la cuestión no es ya si mantener a la prole de Isabel II cuesta una pasta o no, o si es coherente que a estas alturas de la película sigan existiendo unos señores que van en carroza con tres mil tíos a caballo tras ellos, o si hay que ponerse de rodillas ante su paso. Ni siquiera vamos a plantearnos desde una óptica psiquiátrica de dónde le viene a la familia real británica la cosa esa de los sombreros con zoológico incorporado. No, ahora la cuestión es si un príncipe puede ser o no homosexual o bisexual.
Mientras Charlie sale a la palestra para desmentir esto o lo otro, los titulares de la prensa decapitan sin escrúpulos la presunción de inocencia, como si fuera delito dejarse encantar por alguien del mismo sexo.
La cosa se pone seria para la monarquía en Inglaterra. Alberto de Mónaco lo lleva mejor. Los rumores no parecen afectarle.
Y aquí, en España... Bueno, aquí dejémoslo en que la duda ofende. Que uno tiene que comer.
Escrito por: Marat.2003/11/12 08:00:00 GMT+1
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2003/11/05 08:00:00 GMT+1
Un rey sin reino
Es una historia de amor, una historia de nuestro tiempo. Ella es una mujer independiente, inteligente, seria, profesional, responsable, trabajadora, cariñosa. De él no dicen mucho; se supone que ya lo conocemos. Cierro los ojos y veo entonces a mi hermano y su pareja. La felicidad es un paraje ilimitado; la alegría del pueblo adorna los rincones de ese lienzo. Abro los ojos y contemplo la desventura del pensamiento transportado a la realidad. Mi hermano depende del Euribor, de los caprichos de su patrón y de su resistencia al tedio diario. Se trata de otra historia. Nadie le rinde pleitesía a su paso. Su única comitiva es la sombra sempiterna que le persigue, como los recibos traicioneros y los acreedores desalmados.
"Mi reino por unas vacaciones", musita.
Olvida, el pobre, que ya perdió su reino el verano pasado a cambio de esa quincena en aquel humilde apartamento de alquiler.
Primogenitura y primigenia
Contradicciones varias, sumisas a la sinrazón. "No queremos una mujer extranjera para nuestro príncipe", grita la señora embutida en su abrigo de cuadros. Caray, juraría que esta misma señora estuvo con ese mismo abrigo de los domingos apoyada sobre una valla hace poco saludando a la reina de España, Sofía... de Grecia.
Sinrazones varias, sumisas a la contradicción. "Hay que luchar por la igualdad de sexos, pelear por la igualdad de condiciones, alcanzar el fin de la discriminación por razón de sexo". Pregunta inocente, y previendo, asumiendo de antemano la esterilidad en la respuesta silenciada: ¿es que Elena y Marichalar no podrían ser respectivamente reina y rey consorte? ¿Es que, en todo caso, Cristina no podría desempeñar el cargo/carga de reina con habilidad, dignidad y desparpajo real?
¡Ah, que para eso está el varón!
Se abre la veda
Se apelotonan a la entrada de palacio. Los codos son importantes en estas situaciones. Es una carrera de fondo, una maratón, una prueba de resistencia. Ha comenzado el plazo de preinscripción, y los pelos lacios se enmarañan con los del vecino en un ejercicio infinito de ruindades.
Los agasajos pasan silbando cerca de las cabezas, como balas atolondradas, como balines de feria, de esos que se disparan con la escopeta trucada. En la precipitación de las figuras de estiércol, la saliva se convierte en un peligro para los transeúntes. Esa saliva se escapa de unos labios podridos. La verborrea y el caciquismo resuenan atronadores. Poco a poco se va generando una multitud. Todos quieren formar parte del pueblo elegido. El mar se abrirá de nuevo para ellos, aunque, demonios, en este caso no tienen de quién huir. Si acaso, de su inquebrantable indecencia.
Visto lo visto
La respublica camina resfriada por tierra de nadie. Asaltada con violencia, fue violada hasta la saciedad por aquellos bandoleros de traje de seda. Se divirtieron lo suyo mientras unos muchachos repletos de galones custodiaban la entrada a escena. De res hemos pasado a rex. Que cada cual decida si es una herencia legítima o no. Esto escapa a la tele. Bueno, como ya saben, todo lo que debe escapar a la tele escapa a la tele. Giran los guiñoles como el girasol de juguete de un niño pobre. La concurrencia aplaude en el preludio del banquete. Su olfato les vale para soñar que mastican los productos escogidos de la viña olímpica. Les basta ese hilo de olor a estofado para recrearse en su condición de seres inferiores.
Debe cambiar el dicho. Es urgente el trasplante. No cabe ya decir que alguien tiene más moral que el Alcoyano. Se hace justo e imprescindible decir a partir de ahora -visto lo visto- que ese alguien tiene más moral que un republicano.
Lo que usted diga, señor alcalde
Alberto Ruiz-Gallardón asegura que la ciudad de Madrid "se siente muy honrada" por haber sido elegida como escenario de la futura boda entre el príncipe Felipe y la periodista Letizia Ortiz. Coño, la ciudad, la ciudad. A ver qué dice la ciudad de los atascos, de la doble fila, de los precios de sus viviendas, de la suciedad en las calles de sus barrios obreros, de la delincuencia en su distrito Centro...
No contento ni satisfecho con tal nimiedad (hacer hablar a la ciudad), don Alberto hizo, además, llegar a la Casa Real la felicitación del pueblo de Madrid por la buena nueva, lo de la boda. Así que el alcalde de Madrid pasó del vulgo republicano, de los que "ni chicha ni limoná" ante la unión eclesiástica venidera, vamos de esos a los que les trae al pairo con quién se case el heredero de la corona española. El alcalde de Madrid pasa, pues, de los madrileños que no piensan como él.
En definitiva, que decide y habla por usted y por servidor, aunque nuestros pareceres estén tan distantes como la lógica discursiva y la lógica de Gallardón.
Con lo mono que está calladito y subiendo los impuestos.
Enredadera
El término vocación proviene del latín (vocatio -õnis; acción de llamar). Mi colega Letizia Ortiz ha ejercido la profesión de periodista por vocación, o sea, por una supuesta llamada. Ahora, su "vocación de servicio a los españoles", que suena como muy institucional, obedece a otra llamada.
El término ambición proviene también del latín (ambitio, -õnis), y no representa sino "el deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama".
¿Puede ser alguien ambicioso por vocación?
Escrito por: Marat.2003/11/05 08:00:00 GMT+1
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2003/10/29 08:00:00 GMT+1
¡Y pensar que le montaron una persecución inquisitorial al bueno de Manu Chao por utilizar la voz de los locutores del Metro de Madrid en una de sus canciones presentando lo que no era sino un avance del futuro! Esas voces eran como una especie de arcángel anunciando la siguiente estación, dejando entrever, en definitiva, que Esperanza acabaría por ser la siguiente estación. Groucho Marx se hubiera bajado en ella. Bueno, el genial Julius Marx se hubiera bajado del mundo, pero ganaba demasiado dinero con ese humor surrealista. Harpo, su hermano silencioso y modelo capilar inspirador de David Bisbal, también ganó lo suyo, aunque no se hiciera oír nunca más que a través de una bocina. Harpo jugaba con los gestos, no con las palabras. Muchos madrileños con derecho a voto han sido un poco Harpo en las recientes Elecciones. Han callado. No sabían y, por lo tanto, no han contestado. Pero eso en sí era ya todo un gesto.
La filmografía de los hermanos Marx es un canto épico que se inscribe de nuevo en nuestra historia más reciente. Tamayo se fue pitando desde la Asamblea hasta el hotel de los líos el día de la traición; Madrid le ha mostrado a Esperanza Aguirre su amor en conserva; Simancas soñó un día en las carreras y perdió todo cuanto apostó; el recuento de los votos fue toda una tarde en el circo, con mesas arlequinadas procurando las risas de quienes se conocían vencedores; el menú racionado para los electores fue el pasado domingo esa sopa de ganso, administrada cucharada a cucharada, como los datos del recuento, como ese escrutinio espasmódico.
Alberto Ruiz-Gallardón, tenor popular, tiene esas cejas de Groucho, descomunales (el hilarante Marx se las pintaba, creo que con
betún), asustadizas, hiperbólicas. Pero el alcalde de Madrid no se atreve con un bigote como el de Groucho. Claro, resultaría demasiado parecido exteriormente a José María Aznar, lo cual no es del agrado de don Alberto, por más que compartan formas, deseos, actitudes, admiraciones y sueños.
Cuando le preguntan a muchos madrileños su opinión sobre Ruiz-Gallardón, se les viene a la cabeza la faraónica empresa emprendida por éste en el Metro de Madrid. Encarnando a un Ramsés cualquiera, el presuntamente moderado Gallardón (prescindamos del Ruiz) ha multiplicado los kilómetros de raíles, las estaciones, los puntos desde los cuales la mano de obra barata puede acudir presta y veloz, sudada y melancólica a la fábrica o a la oficina. "El mejor Metro del mundo", se apresuran a decir los más entusiastas, como si conocieran todos los del mundo.
Cuando se piensa en Gallardón, a uno le viene a la mente esa imagen del ahora alcalde de Madrid oculto bajo un gran casco blanco de albañil, escoltado por señores de traje que saltan de piedra en piedra para evitar mancharse los zapatos. Pues bien, este Eiffel del Madrid actual se presenta ante los madrileños en la noche de la victoria y ante un rojerío cautivo y desarmado comienza a realizar un ejercicio de muecas anunciando la victoria de su compañera Esperanza. Gallardón manejaba los datos que nadie más que él tenía, reservándose así el jolgorio del chascarrillo, el corte de mangas a los hermanos marxistas, el guiño final, el susto de muerte, la huella de Atila, el post scriptum.
A falta de conocerse casi un seis por ciento del escrutinio, el alcalde, el presidente en funciones, el hombre de las grandes cejas sin
betún, le arrojaba el jarro de agua fría a la izquierda del desánimo y de las victorias morales. Fue una muestra clara y evidente de que sabía algo más en ese instante. ¡Vaya si lo sabía! Como lo sabía Ana Mato. ¿O debemos pensar en una corazonada? ¿Quizá una visión, un poder extrasensorial que la tranquilizaba? ¿Quizá una aparición mariana calmó el avatar de su inseguridad ante esos datos intrigantes e intranquilizantes?
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Por qué estaba tan sonriente Ana Mato cuando los resultados abofeteaban la jeta de los populares? No habrá explicación en esta representación del Rigoletto.
El bufón continuará con su trabajo para agradar, para que salga el Gallardón de turno a clavar el estoque en la desesperanza de las hordas marxistas. "Saborea el caramelo, populacho estúpido, hasta que des con el veneno que contiene en su interior", repetía el bufón ataviado con las ropas verdes y amarillas para la ocasión mientras hacía sonar los cascabeles con los movimientos de su maltrecha cabeza.
Y Rajoy abrazaba el triunfo, recibiendo las loas que se le escapaban de entre las manos a Esperanza en ese escenario sagrado de los
reaccionarios de Génova. Rajoy saboreando las mieles del triunfo y recordando que Ibarretxe le había dado el golpe más fuerte a la
Constitución en toda su vida. Flaca memoria para un aspirante al sillón presidencial. ¿Olvida Rajoy que el 23 de febrero de 1981 unos militares trataron con pistolas de que el vagón no se detuviera nunca más en la estación de Esperanza?
Escrito por: Marat.2003/10/29 08:00:00 GMT+1
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2003/10/22 09:00:00 GMT+2
Lo del formato de Fútbol es fútbol, el programa de la televisión autonómica de Madrid que intenta analizar cada domingo la jornada de fútbol, da para una tesis doctoral. Pero no está uno para esos trotes este año. (En un futuro, ya veremos. Una hipoteca va a terminar con mi salud. Pero tengo que sacar fuerzas de flaqueza como sea. Por lo menos, hasta que amueblemos el salón. Luego, el Euribor dirá.)
Al espacio en cuestión -el programa, no mi salón- , que trata de presentar Javier Reyero, se une como colaboradora Milene Domingues (Sí, Domingues, por más que el endemoniado autocorrector éste del Word se empeñe en que es Domínguez, de los Domínguez de toda la vida). Según el supuesto conductor del programa, la risueña canarinha lo hace en calidad de futbolista del Rayo Vallecano y de la selección brasileña. Vamos, que el que esté casada con un tal Ronaldo (* ) no tiene nada que ver con su fichaje audiovisual.
¿Tanto cuesta decir la verdad? ¡Tanto!
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(*) La primera pregunta que le realizó Reyero fue sobre su marido, quien se encuentra, por cierto, bastante molesto con el reciente reportaje fotográfico de Milene en la revista brasileña VIP, en el que se presenta ligerita, muy ligerita de ropa. Entre otras grandes e ingeniosas frases, la esposa de Ronaldo dice: "No quiero que él se ponga celoso, pero para mí es bueno que los hombres me deseen. Hace muy bien para el ego". Ven qué poco cuesta decir la verdad..
Escrito por: Marat.2003/10/22 09:00:00 GMT+2
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