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2005/07/28 08:00:00 GMT+2

Una gran derrota

¡Qué verano! ¡Qué hartazgo! Este mundo vive atolondrado en un bucle melancólico. El Gran Hermano que describió Orwell se va a quedar en un gilipichis, comparado con lo que nos tienen preparado esos mamarrachos del G-8. "Menor libertad a cambio de mayor seguridad" es el lema que brilla en los ojos de las alimañas dominantes. Es el día de la bestia, llega el 666 maldito y se pone uno, ya ven, tontamente apocalíptico. Se acerca el asalto definitivo a las libertades. Se cumple la profecía, mientras el rebaño asiste sin ton ni son desde el redil a la actuación de la charanga.

"Defender nuestro modo de vida", éste es el argumento blindado y estelar de los amos del mundo. Antropología pura y dura. El monolito de Kubrick es ahora más que nunca ciencia ficción. La fe yace en la cama de un hospital, víctima de un coma etílico.

Los bufones bailan alrededor de la hoguera. El rey se divierte, que dijo Víctor Hugo. Luego Verdi le puso música y nació Rigoletto. La fatalidad se centra en el personaje diminuto y marcado a fuego por el odio. Me recuerda a un gran frustrado, a un personaje también diminuto. ¿Cómo es posible que el nefasto y caricaturesco Aznar se pasee de foro en foro, edulcorado por abrazos sarnosos, besuqueado por señoras de permanente y catecismo, ovacionado por tardofranquistas venidos a menos, rociado de babas de engominados mequetrefes, como si de un Moisés en madera salido de Ikea se tratase? Sí, ponga un Aznarito en su vida; usted se lo lleva, se lo monta, lo barniza y lo coloca en la estantería del salón. Muy apañado el Aznarito. "El mundo es ahora un lugar más seguro". ¿Cómo tiene el descaro de ir vomitando conferencias por ahí un tipejo capaz de soltar tal mamarrachada? Definitivamente, señores rezagados, este hombre es un peligro público.

Miles de muertos en Irak, coches bomba en Egipto, Turquía, Bali. Pánico en Londres, dolor en Madrid, conmoción en Nueva York. Eso sin contar las matanzas diarias que tienen lugar en localidades del planeta que pocos sabrían localizar sobre el mapa. Los muertos llevan etiquetas de diferentes colores según su peso en los medios de comunicación, según la conmoción que despierten en el "mundo desarrollado". Y ésta es una lectura generosa de la situación; es muy probable que algunos muertos dejen de existir -qué puñetera paradoja- incluso para las estadísticas del dolor y para los maquetadores de los periódicos. ¿Se han fijado qué lugar ocupa en cualquier diario de prestigio una noticia sobre el asesinato de decenas de civiles en Níger?

Vivimos la maldición de las Azores. Sufrimos las consecuencias de dejar en manos de personas como Aznar las riendas de los gobiernos de nuestros países. Bush, Berlusconi, y Blair comparten con él una concepción del mundo en la que el pez grande se come al pez chico y luego le eructa en la cara a la viuda. Y claro, no esperarán que una piraña se deje devorar sin más. Zapatero, seamos sinceros, probablemente ni siquiera tenga una concepción del mundo. Y los rubalcabas y hernandos de nuestro cuadrilátero nacional tampoco están para mucha teoría política.

Con este panorama terriblemente desolador y desesperanzador, fluyen la verborrea y la gonorrea intelectual de los que apoyan la cacería, el imperialismo y las desigualdades. "No nos intimidarán. No nos atemorizarán. No cambiaremos", dice Tony Blair. Yo debo ser un cobarde de tomo y lomo, pero, de vivir en Londres, les aseguro que cogería el Tube con algo más que congoja. Y, por supuesto, pensándome muy bien -lo señalaba el otro día Ortiz- qué ropa ponerme. Siete balazos en la cabeza de un brasileño con el visado caducado es suficiente metal como para que uno tenga doble intimidación, doble temor y doble cuidado a la hora de mirar con un ojo las mochilas abandonadas y vigilar con el otro las actitudes de policías que pueden convertir en sospechoso al más pintado. Londres es a esta hora el escenario de un western.

Volvamos al triste Aznar, al rencoroso Aznar, al derrotado y amargo Aznar. Retomemos la siniestra escena de los dueños del mundo, de Bush y el vasallo Ansar con los pies encima de la mesa. "Estamos en guerra", sentencian. El presidente del Tribunal Supremo, Francisco José Hernando le pone apellidos: "Es la tercera guerra mundial". ¿Por qué habla entonces el controvertido responsable del poder judicial en España de terrorismo y no de ataques de las tropas enemigas?

Les falta, en definitiva, a los Aznar, Bush, Blair, Hernando y demás tropa aclararnos quiénes nos han metido en esta guerra. Quizá la conclusión sea tan simple como triste: no saben reconocer que están perdiendo todas y cada una de las batallas que ellos mismos han empezado. Eso sí, con nosotros viviendo las escenas desde las trincheras.

Escrito por: Marat.2005/07/28 08:00:00 GMT+2
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2005/07/02 09:00:00 GMT+2

Tercios de comunicación

Cómo se nota que terminada la temporada futbolística, los periodistas deportivos no tienen de qué hablar. ¡Pues no convierten el paso de un tenista español a los cuartos de final del torneo de Wimbledon en una proeza galáctica merecedora de titular a toda página! La exageración me recuerda -por lo opuesto- a los comentarios mitad jocosos, mitad despectivos de José María García, que sentenciaba en la década de los 70 que la actuación de los españoles en los mundiales de natación había sido todo un éxito porque ninguno de ellos se había ahogado. No se trata de restar méritos a los deportistas españoles, pero tildar de gran éxito el pase de un tenista a los cuartos de final de una competición, por mucho que sea el primero en 30 años en lograrlo en el caso de Wimbledon, no deja de ser un ejercicio de cinismo, una exhibición de venta al estilo del antiguo charlatán. La Razón, además de eso, te regala dos cruasanes.

Los medios de comunicación ya no llegan ni a eso, ni a medios; se quedan en tercios, en tercios de comunicación. Eso sí, con dos cruasanes de regalo.

Escrito por: Marat.2005/07/02 09:00:00 GMT+2
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2005/07/02 08:00:00 GMT+2

Pasando por el aro

No, yo no estoy en Singapur (¿seré el único?). No me mueve ese afán altruista incalculable de los sacrificados personajes españoles que se han desplazado hasta allí para asistir a la designación de la ciudad que será sede olímpica en el año 2012. Tampoco brillan sobre mi cabeza la misericordia y el noble espíritu constructivo de esos 100 españoles dadivosos que han hecho las maletas para pasar ese calvario de viaje en pos del bien común de los madrileños, en honor al dios del bien colectivo. Gallardón espera que le entreguen unas leyes sagradas escritas en piedra. Eso llevan haciéndolo los constructores en su Comunidad desde hace una década.

Pobre gente. Qué desinterés, qué martirio, qué gran penitencia. Ministros, concejales, consejeros, directores, deportistas, cocineros de postín y otras especies han puesto rumbo al país asiático con Esperanza - Aguirre- y con la esperanza de ver cómo los miembros del COI eligen a Madrid como ciudad organizadora de los Juegos Olímpicos de 2012. ¿Qué tendrán unos Juegos para despertar ese interés general lo mismo en las filas del PP que en las de PSOE e IU?

¿Quién costea el tinglado? ¿A cuánto asciende la cuenta? ¿Quién se está beneficiando de tanta actividad, tanto viaje, tanta banderita y tanto desmadre? ¿ Nos presentará Ruiz Gallardón la cuenta de resultados? ¿Nos contarán cuánto nos ha costado no organizar los Juegos o, en el mejor de los casos, cuánto nos costará hacerlo? Porque, imbecilidad dogmática al margen, está claro que quienes van a pagar de su bolsillo el despilfarro, el lujo y las obras son los madrileños, a quienes, por cierto, les espera una buena con la factura de las carreteras que el alcalde está dibujando en los últimos tiempos. Se dice que los impuestos deberán subir. Yo pongo la mano en el fuego de la consabida llama olímpica a que suben. Vaya que si suben. No hay problema: Ruiz Gallardón es un experto en la materia. Que se vayan preparando en los madriles...

La cosa esa de los Juegos beneficia a unos cuantos de manera ostensible, entretiene al personal, que paga un alto precio por asistir a las pruebas deportivas ( a diferencia de los personajes al estilo de los que han acudido a Singapur, que van de gañote, al palco VIP) y se gastan la pasta comprando gorritas con el logo oficial y bocatas de chorizo a 6 euros.

Aquí huele a muerto. Me voy de vacaciones, me tomo un respiro. A la vuelta ya sabremos si Madrid es la ciudad elegida. Como dice Belentxo, siempre nos quedará París. Yo no paro de pensar en qué será lo próximo que nos venda Ruiz Gallardón.

Ah, y en Singapur estará animando el cotarro con la bandera de Madrid un tal Fernández Tapias. O sea.

Escrito por: Marat.2005/07/02 08:00:00 GMT+2
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2005/06/22 08:00:00 GMT+2

Miña terra galega

Hace aproximadamente dos décadas, un grupo vigués convirtió el clásico Sweet Home Alabama en un himno gallego, tras retocar convenientemente su letra y adaptarlo a la idiosincrasia de la tierra de la muñeira. La canción estaba empapada en morriña. La titularon Miña terra galega. Narraba la singular nostalgia que sentía un gallego lejos de su tierra. Le cantaban al cielo eternamente gris y aceptaban con dolorosa resignación que era duro estar lejos de allí. Sonaba convincente la voz de los emigrantes, el sentir de los hijos de una Galicia añorada. Abandonar la miña terra galega era poco menos que haber dicho adiós al paraíso, esa región "donde la lluvia es arte y Dios se echó a descansar".

Fueron los orígenes del grupo un paseo por el punk gamberro y osado; sus atrevidas composiciones hacían reír a unos y enojarse a otros. Hoy, quién sabe, las letras de sus primeras canciones quizá hubieran provocado que los integrantes del Foro de la familia o los del club de fans de Zaplana se manifestaran por millones en contra de un ataque frontal al buen gusto, a las normas establecidas y a los principios generales del movimiento.

Aquellos jóvenes vigueses le dijeron al Ayatollah que no les tocase la pirola. Aseguraron, sin pelos en la lengua, que a Brian Ferry (ex cantante de Roxy Music) le olía el aliento. Su paranoia musical les llevó a ver "chochos voladores". Le cantaron a la Nocilla y no tuvieron pudor en reconocer que les picaba un huevo.

Abrían sus conciertos en Madrid dando las buenas noches a Santander, destrozaban el We are the World de las estrellas de la industria discográfica estadounidenses con un descaro sin límites; se divertían y lograban que su audiencia se divirtiera. Dijeron aquello de Menos mal que nos queda Portugal y aconsejaron a la humanidad con sabiduría en su disco Ante todo, mucho calma. Lograron que muchos jóvenes gallegos despertaran del letargo y abandonaran las convenciones y las imposiciones del protocolo. Algunas cosas en Galicia estaban cambiando.

Pero en la tierra de los minifundios, el caciquismo permanecía lo suficientemente arraigado como para que la travesura musical de nueva hornada no calara demasiado. Ambas Galicias corrían en paralelo en busca de una única identidad. Los jóvenes de Vigo, A Coruña y Pontevedra aprendieron pronto las letras de los creadores de Miña Terra Galega, pero no sucedió lo mismo en la otra Galicia, donde la impermeabilidad a los cambios logró que pocas cambiaran con la llegada de los nuevos tiempos.

La realidad política de Galicia es como una gran superficie repleta de esos minifundios de diverso colorido, de forma desigual, alambradas casi invisibles y espantapájaros tristes. Cuenta la leyenda que un espectro sonámbulo sale de entre las sombras cada noche para vagar por los caminos, recorriendo cada aldea en busca de almas. No es una meiga. De él se dice que cuando arranca el alma de un aldeano la guarda con celo en una urna para que sólo él pueda disfrutarla. Los pocos que contemplaron el cruento instante del delirio de la caza han narrado que el rostro del atacante es el reflejo terrible de la insaciabilidad. Lo más inquietante, lo que ha hecho crecer esta leyenda de horror, es la descripción de las víctimas que realizaron los escasos testigos que se atrevieron a hablar soportando para siempre el estigma del rechazo popular bajo el andamiaje de una supuesta locura. Cuentan esos testigos que, lejos de resistirse al asalto del espectro, las víctimas entregaban hipnóticamente satisfechas su alma, sin resistencia. No había dolor. La ignorancia siempre fue la más eficaz de las anestesias.

No sé si en los colegios de Galicia se lee El retrato de Dorian Gray. Quizá ya sea demasiado tarde, ahora que el espectro vive sus últimas horas. No sé si en las fiestas de los pueblos se bailan las canciones del grupo vigués que cantó Miña terra galega. No sé si los votos de los emigrantes le darán la mayoría absoluta al ex ministro franquista Manuel Fraga. No sé si el espectro volverá a la tierra de nunca jamás. Finalmente, todo es un bucle, un miedo centrípeto ante el que no hay escapatoria. Esos chicos vigueses enamorados de su tierra se hicieron llamar Siniestro Total. Un puñado de votos puede hacer que toda Galicia se apodere de su nombre. Un puñado de votos puede convertir a Galicia en un siniestro total.

¡Pobre terra galega, qué cerca estás del abismo y de la desmemoria!

Escrito por: Marat.2005/06/22 08:00:00 GMT+2
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2005/06/18 08:00:00 GMT+2

El baño y el rebaño

Ni siquiera la vanidad o el amor propio han logrado rescatarme de la pereza y la racanería de las que he hecho gala en los últimos tiempos. Últimamente, en el trasiego laboral me diluyo como un azucarillo débil y sumiso. Siempre he acostumbrado a buscar refugio en mi humilde bañera. Allí, un cincel y un punzón me han servido en un sinfín de ocasiones para eliminar las toxinas y los malos espíritus. También para modelar a mi gusto y antojo la deformante realidad histriónica de este país de falsas izquierdas, derechas cavernosas y gentes decentes. Comprenderán que ahora, con esta sequía acuciante, uno suspenda sus baños termales y balsámicos, y así las cosas, sin esa fuente de inspiración, sin ese refugio relajante, mi dermatitis de misántropo convierta mis días en cargas difíciles de soportar. Sin la húmeda relajación desaparecen tanto la inspiración como las fuerzas para renegar y echar por la boca de la literatura sapos y culebras.

Camuflado en medio de la selva humana, reconozco hoy, no sin cierto rubor, que he traicionado la causa medioambiental llenando la bañera para tratar de recuperar mi hábito de censor, y reiniciar mi peregrinaje por las tierras del desconsuelo. No me han faltado estos días, la verdad, inspiraciones o musas. A uno siempre le queda el club de la comedia, con Acebes, Bono, Fraga y Esperanza Aguirre, fieles y puntuales a su cita con el disparate y la caricatura. Quizá me esté enrollando demasiado para contar lo que me pasa. Creo que puedo resumirlo: estoy más estresado que el director del consejo regulador de manifestaciones, excursiones y otras denominaciones de origen del vilipendiado Partido Popular. Esa gente va a reventar. Han iniciado un maratón de jolgorios pancarteros que va a terminar con su salud, por muchos bocadillos de chorizo y mantequilla que le den al personal. Tanto estirar la cuerda de ambos lados, y al final, Zaplana y Marianín han utilizado los mismos trucos que González y Guerra. Aunque los populares, claro está, figuran a años luz de la pareja socialista, maestra en el arte del mitin y la fiesta de casetas, pescaíto frito y bailes.

Por cierto, hablando de ex presidentes, que alguien me explique por qué demonios esperan a que alguien se muera (o pierda la memoria) para rendirle un homenaje. O mejor, que alguien me explique por qué tanto homenaje. Debe ser un cromosoma más de la información genética de estos politicastros de verbena y manifa, a los que ahora se suman monseñores, reverendos, párrocos y seres de toda la galaxia. George Lucas tiene donde elegir.

Los feligreses de Génova ya han dejado claro que no quieren diálogo. Es ésta una palabra prohibida, un tabú para la mayoría de las víctimas. Es lógico y comprensible. Es muy probable que para mí lo fuera si yo estuviera en su lugar. Lo que ya no es tan comprensible es el uso político del dolor y el llanto ajenos. La flaqueza de la memoria colectiva puede jugar malas pasadas. Retratémonos en sepia, retrocediendo a finales de la década de los 70, cuando los elementos sarnosos del franquismo se frotaban las manos (o las pezuñas), modelando, preparando la operación de cirugía estética a la que iban a someter a la España de Lola Flores y Marcelino pan y vino. ¿Se escuchó entonces a las víctimas? ¿Acaso no tuvieron en cuenta entonces, terminada la dictadura, la palabra diálogo? ¿No hubo entonces pactos? ¿Encontraron dificultades entonces los gerifaltes de Franco para sentar sus culos en el Congreso de la reluciente democracia? (¿A alguien pueden seguirle sorprendiendo las maneras y los eructos del intolerante Manuel Fraga, que se merienda a un asesor de imagen en menos que canta un gallo?) ¿Cuántos de los que ahora rechazan la posibilidad del diálogo con ETA, en el caso de que ésta abandone las armas, no tienen en algunos de los posos más reales del franquismo un referente de admiración infinita?

La derecha se divierte, saca a los niños a jugar a la calle. Delante de las pancartas, abriendo la marcha, figura Jiménez Losantos, que le canta al liberalismo cual Joselito, convertido en el ruiseñor de las cumbres del fanatismo capitalista. Telemadrid se convierte en un cinexín, en una pantomima, en una parodia de la ilusión óptica, en una sombra chinesca, en un botijo sin salidas para el agua. Qué pena.

Vaya, ya me ha vuelto a pasar: se me ha acabado la tinta y no he hablado de la televisión. Otra vez será. O no, que diría Rajoy.

Escrito por: Marat.2005/06/18 08:00:00 GMT+2
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2005/06/03 08:00:00 GMT+2

De curas y zozobra primaveral

Rendido ante la insoportable levedad del ser, extasiado a causa de la inacabable fe olímpica de Ruiz Gallardón, permanentemente apenado y entristecido por la tiranía de los mediocres, llego a mi casa malhumorado, como de costumbre, maldiciendo a los cuatro vientos, refunfuñando camino de la ducha. Cada día admiro más ese mitológico y espasmódico grito de "¡A la mierda!" que nació de la ira de Fernando Fernán Gómez. Ya lo he incluido a lápiz en mi libro de citas.

Yo quería hablarles hoy a ustedes de algunos curas. En concreto, de esos curas que hacen negocio de la fe. Esperaba contarles la metodología doctrinaria de esos sacerdotes que abren el casino celestial para bodas y bautizos, exigiendo a los novios y a los padres de las criaturas prestas para el ungimiento en aceite la entrega de unas buenas perras. Son esos curillas a los que les brillan los ojos y el hilillo de saliva al contar el dinero de los sobres presuntamente entregados por la voluntad de los feligreses. Son sobres, regularmente teñidos de una coacción en forma de recomendación espiritual. Esos dineros van a la caldera del limbo para Hacienda, que sabe de sobra que el cepillo suena. Tildan de anticlerical a este Gobierno, pero, de momento, Zapa y sus chicos miran a otro lado con cierta complicidad.

Tenía yo hoy intención de describir el modus operandi de esos asesores religiosos que imponen fotógrafos, moquetas rojas y flores a precio de lujo. Quería darles yo matraca a los curas peseteros, pero hete aquí que esta zozobra primaveral me desconcierta y atolondra, y la mala leche se me adormece como un brazo tonto tras una mala postura. Pretendía mostrar las vergüenzas de algunos sinvergüenzas, pero me he perdido en la propia contradicción. Se me acaba el tiempo, lo siento; la próxima semana soltaré lastre. Me aguardan en una boda y soy yo quien lleva el sobre para pagar al cura. Que se vaya preparando: le voy a pedir factura.

Ya les contaré su reacción. Que Dios nos pille confesados.

Escrito por: Marat.2005/06/03 08:00:00 GMT+2
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2005/05/26 08:00:00 GMT+2

Una perfecta imbecilidad (y III)

El torero colombiano César Rincón se somete a las preguntas de los internautas en el chat del diario El Mundo. Le preguntan: ¿Qué le diría a quienes quieren que desaparezca la fiesta por tratarse de un maltrato a los animales?

Su respuesta es una imbecilidad en sí misma: "Que realmente no ven las bondades de nuestra fiesta brava, sino que se aferran a una barbarie que solamente ellos ven".

¿Bondades? Sí, efectivamente, el negocio taurino es bueno para quienes viven de él, obvio. Bueno para toreros, ganaderos, rejoneadores, monosabios, picadores, subalternos y acomodadores de las plazas. Bueno para reventas, fabricantes de trajes de luces. Bueno para empresas que gestionan las plazas de toros, bueno para cuadrillas, bueno para el que abre la puerta de chiqueros, bueno para quienes trasportan el ganado hasta las plazas... Un mar de bondades.

Poco importa que tanta benevolencia esté teñida de rojo, tortura y sufrimiento. La fiesta brava a la que se refiere el matador de toros es, al margen de miradas piadosas y presuntas excelencias artísticas, un ejercicio sádico y denigrante. La droga también tiene bondades para quien se llena los bolsillos con su venta; lo mismo puede decirse de los vendedores de minas anti-persona y balas de fragmentación. También hay quien ve la cara amable de la pederastia, los secuestros o la venta de armas a hutus y tutsis en plena matanza ruandesa. ¿Da placer, ofrece beneficios? Naturalmente, luego es bueno para quien se lucra u obtiene un beneficio de todo ello. Conste que no estoy comparando las corridas de toros con todo esto, sino que pretendo, más bien, situar el pragmatismo a ultranza en la cuerda floja.

Si al matador de toros César Rincón le parece que su profesión no consiste en torturar y asesinar a los toros de lidia aplicando ciertas destrezas técnicas con unos determinados utensilios, es que no es capaz de mantener el equilibrio en esa cuerda floja. Otra cosa es que se vea obligado a justificar a cualquier precio el medio que ha elegido para ganarse la vida. Un medio cimentado sobre el dolor de unos animales. Una barbarie, sí, una auténtica barbarie.

Escrito por: Marat.2005/05/26 08:00:00 GMT+2
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2005/05/13 09:00:00 GMT+2

Una perfecta imbecilidad (II)

Recientemente un juzgado de Sevilla condenó a Antena 3 TV a indemnizar con 9.000 euros a una agente de la Policía Nacional. El juez consideró atentatorios contra la dignidad de esa mujer los comentarios efectuados por el graciosillo de turno de la redacción de deportes de la cadena televisiva, en los que se describían sus miradas al futbolista David Beckham cuando vigilaba un encuentro Sevilla-Real Madrid así: "Después las imágenes se fueron a Beckham. Al menos las de la Sección Femenina de la Policía... repasito visual completo, con amago de relamerse".A la poli le estuvieron dando la coña en comisaría a raíz de las imágenes. El comentario, aparte de machista, era zafio, inadecuado y falto de sensibilidad. La broma les ha salido cara.

Pero en Antena 3 no aprenden. Manu Sánchez, otro perihumorista de la casa, tuvo la feliz ocurrencia de referirse a un jugador de Osasuna que se encontraba en el túnel de vestuarios, a punto de saltar al terreno de juego, con las siguientes palabras: "Ahí lo vemos, tomando unas vitaminas, supongo que legales". Je, je, qué graciosete el Manu Sánchez, ¿verdad? Supongo que legales, je, je. Puestos a suponer, podríamos realizar el gran esfuerzo de suponer que estos lumbreras del chascarrillo hacen periodismo. Pero no, la imaginación no da para tanto. Supongo.

Escrito por: Marat.2005/05/13 09:00:00 GMT+2
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2005/05/13 08:30:00 GMT+2

La generación de la playa

En la prensa del corazón andan un poco revueltos con el asunto de la desaparición de Ylenia Carrisi, hija de los cantantes Al Bano y Romina Power. No hay rastro de ella desde hace más de una década, pero la pitonisa Lidia Lozano, periodista en sus ratos libres, dice tener pruebas de que la hija de los cantantes está viva. Lo cierto es que su pretendido trabajo de investigación tiene más goteras que el PP madrileño. La chillona pluriempleada no es capaz de aportar ni una sola prueba concluyente.

En el programa Salsa Rosa invitaron a Yari Carrisi, hermano de la desaparecida. El chico respondió paciente y educadamente a las cuestiones planteadas por los habituales compañeros de Lidia Lozano, cosida a "navajazos periodísticos" sin piedad alguna. En un momento dado, a Yari Carrisi le dijeron que un testigo había asegurado haber visto a Ylenia arrojarse al río Misisipí al grito de "Pertenezco a las aguas". Le preguntaron a Yari si era posible que su hermana hubiera pronunciado esa frase. Su hermano dijo que quizá, que esas palabras las pronunciaban los viajantes, los hombres de la "Beat Generation". Al presentador del programa le faltó tiempo para traducir: "Sí, la generación de la playa". Y en ese instante me imaginé a Kerouac con una ración de boquerones fritos en una playa de Benidorm, a Allen Ginsberg surcando los mares en una moto náutica y a Lawrence Ferlinghetti dándole a las palas en las orilla, achicharrado.

¡Qué le vamos a hacer, así es la generación de Salsa Rosa!

Escrito por: Marat.2005/05/13 08:30:00 GMT+2
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2005/05/13 08:00:00 GMT+2

No es lo mismo. ¿O sí?

"Nos da lo mismo que sea niño o niña, le vamos a querer igual". No puedo con la filosofía, me supera. Me aterra mi ignorancia. Me reconcome esta puñetera nulidad que me persigue en mis quehaceres diarios y en mis frustrados intentos de racionalizar el entorno, los sucesos, las vivencias.

"Nos da lo mismo que sea niño o niña, le vamos a querer igual". Para caer en tan profundo sentir fue necesario saltarse el protocolo y dar rienda suelta a la ontología borbónica. Un chupete de plata por aquí, una retratro al óleo de los príncipes por allá, el agasajo, la pleitesía, la reverencia, la sonrisa inmaculada e infinita, incabable, las placas relucientes, el monumento, los homenajes, la admiración, el aplauso, la ovación, la vuelta al ruedo, el vini vidi vinci nuestro de cada día.

"Nos da lo mismo que sea niño o niña, le vamos a querer igual". La soberbia conclusión se baña en sangre azul. "No hay urgencia por reformar la constitución". ¡Oh! ¡Bravo! ¡Divos! ¡Magnifique! ¡God save the ding! ¡God save the dong! La versión castiza, traducción simultánea nacida de las simientes del populacho es ésta: "Tranquilos, tranquilos, está todo controlado, no vayáis a tocar las narices ahora, amados súbditos".

"Nos da lo mismo que sea niño o niña, le vamos a querer igual". Sí, alteza, pero si es niña resultará estar impedida. No podrá reinar. Claro que... tampoco sabrá cómo se pone una lavadora, como se zurce un calcetín o qué se siente en la maldita cola del paro.

A mí también me da lo mismo si es niño o niña, lo vamos a soportar igual.

Escrito por: Marat.2005/05/13 08:00:00 GMT+2
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