Hoy es el Día Internacional del Trabajo, familiarmente conocido como Día del Trabajador. Es de suponer, entonces, que los otros 364 días del año lo son del empresario. En fin.
Tal día como hoy conviene recordar la experiencia sufrida por un becario de uno de los periódicos más importantes de este país. El chico cogió uno de los coches de la empresa para cubrir una rueda de prensa de la que debía dar cuenta. A la mala suerte de ser "empleado en prácticas" de un panfleto amarillista, se sumó la desdicha de provocar un pequeño accidente. El coche que conducía sufrió algunos desperfectos; nada del otro mundo.
Cubrió el acto, elaboró la información y recibió la invitación del jefe. Quería verlo en su despacho. A los cinco minutos, salió del mismo con cara de bobo. Le acababan de decir que debería abonar los gastos derivados de la reparación. El chico se quedó perplejo y tardó en reaccionar. No se lo habían dicho siquiera de buenos modos. El tono de su capataz había sido amenazante, rozando lo chulesco. A la mañana siguiente, el joven becario se presentó en la redacción con un abogado. Dejó su "beca" y la empresa pagó la factura del taller. Aquel chico echó de menos un lugar al que acudir, algún organismo que velara por la defensa de sus intereses. Se sintió mano de obra barata, un tipo sin derechos. Recorrió el camino a su casa leyendo los carteles con ofertas de empleo que lucían los escaparates de comercios y los ventanales de diversos bares. "Se necesita aprendiz", "Se busca ayudante"... ¿Por qué no abandonar la parafernalia y pedir a las claras gente dispuesta a trabajar por cuatro duros? Y, por supuesto, que corra con los gastos de aquello que deteriore. La máxima para la "chusma becaril" debería ser "El que rompe, paga". Tiempo al tiempo.
Comentarios
Escrito por: Belén.2006/05/01 14:12:52.455000 GMT+2
Escrito por: Pregunton.2006/05/01 20:47:3.692000 GMT+2