Me gustaría dedicarle una despedida al fiscal Fungairiño, pero parace que no faltarán los coros celestiales y las ninfas verbeneras en su retirada o trasiego supremo. Debería tributarle un sincero homenaje, pero no estoy para impresiones cáusticas. Es lo que tiene este puñetero colon irritable, que en cuanto te cabreas, te da un pinchazo y te noquea. A estas alturas, no estoy dispuesto a besar la lona por un personaje tan triste y siniestro.
Su soberbia cascabelera, sacada a relucir ante la comisión parlamentaria que investigaba los atentados del 11-M, desnudaba su perfil intimista, evocado en no pocas ocasiones a lo largo de sus años en la Audiencia Nacional. Fungui se mofó de sus señorías en una hoguera de las vanidades creada para la ocasión.
La Asociación de Víctimas del Terrorismo anuncia que la próxima semana dará un homenaje a Fungui. Lo dejo aquí. Y no por falta de tiempo. Tampoco de ganas. Es cosa de este maldito colon irritable. Me voy preguntándome si la AVT tendrá intenciones de invitar al homenaje de Fungui a las víctimas de Pinochet.
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