Tras la soberana paliza zaragozana, la prensa deportiva madrileña apela a la historia y prepara una infusión de ilusionismo, adoctrinamiento e hipnosis colectiva. No sabría diferenciar muy bien determinados diarios deportivos de una secta. Bien pensado, se me viene a la cabeza uno muy conocido que es controlado por un grupo de comunicación en el que marca la pauta el Opus Dei. Así que como se trata de vender periódicos, lo de menos es analizar, explicar, investigar o informar. El propósito es, más bien, hacer sonar las castañuelas del madridismo camachesco, el poderío genital. Y se suceden en las páginas casi amarillas el misticismo del entrenador merengue, las declaraciones de algún jugador despistado sacando a relucir el "espíritu de Juanito" y los coros de los aficionados más optimistas preprarándose para vivir una gran noche. No es que resulte imposible la remontada del Madrid, pero la información deportiva no puede convertirse sin más en un ejercicio fanático de fe.
Pocos se atreven a mostrar sin tapujos las deficiencias de la gestión del constructor Florentino Pérez, samurai afín al PP , máximo responsable del desaguisado y conseguidor infatigable. Él no juega, pero ha dejado en manos de un entrenador modesto y sin experiencia un maremágnum en el que se tambalean más de 50.000 millones de presupuesto, expresado en pesetas. No sólo el PP del ridículo Aznar apoyó la entrada de Pérez en el palco del Bernabéu, sino que un buen puñado de empresas aportaron lo suyo, en ocasiones de forma cómica. También la orquestación de aquella toma de poder contó con los arreglos de no pocos medios de comunicación.
El defenestrado José María García, todopoderoso señor de las ondas en el pasado, rajó ayer en elmundo.es, desvelando conversaciones, situaciones y enredos protagonizados por el presidente del Real Madrid. Faltaban datos, pero García dejó unas cuantas perlas. Poco cuentan ya estas confesiones de un periodista caído en desgracia y expulsado del reino. Hoy, en los principales medios de radio, prensa escrita o televisión nadie se atrevería a criticar a Florentino Pérez. Los redactores saben que se tata de callar o morir, profesionalmente hablando. Y el periodismo, o lo que quede de él, es una profesión, no una fábrica de mártires.
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