La entrada del Grupo Planeta en Antena 3 está siendo de órdago. Pues pocos libros van a vender entre los afectados por ese expediente de regulación de empleo, un eufemismo que sirve para embellecer un tanto la verdadera putada que van a vivir más de doscientos empleados de Antena 3.
Entre los que reciben la patada en el culo, autorizada y consentida por las huestes de Zaplana, se encuentra la periodista Rosa María Mateo, considerada la musa del 23-f. Y que conste que a mí me suena eso fatal. Leche, es que parece que Tejero cuando entró dando tiros en el Congreso llevaba una foto carné de la Mateo bajo el tricornio.
Otro de los despedidos es Carlos Hernández, enviado especial de la cadena a Irak en el último arrechucho bélico de la corporación Bush. O sea, que lo mandan a un país en guerra, a un país invadido por la mayor potencia militar, el tipo se juega la vida, y luego, si te he visto no me acuerdo.
Con esta delicadeza ha irrumpido en la feria de Antena 3 la familia Lara. Empleados con trece años de jornal en esa empresa se han topado en las puertas de su edificio con guardas de seguridad impidiéndoles la entrada. Éste es el nuevo estilo de vida aznariano, preconcebido por un tal González, viejo amante de la pana primero y de la seda más tarde. Ambos dirigentes han permitido que crezca la maleza en el mundo laboral. El despido es prácticamente una caja de bombones. Te la dan cuando menos te lo esperas.
Así vienen las rebajas de este sistema que premia el uso de la fuerza bruta. Los mandamases de turno determinan que no se necesita tanto camarógrafo: "Que trabajen más horas los que queden" (los que sobrevivan diría yo).
No sería de extrañar que los empleados que obtienen ahora el indulto se sientan como Charlton Heston en el planeta de los simios, como seres explotados preguntándose cómo han llegado hasta allí esos castigadores que portan látigos y armas para mantener el orden establecido. En silencio, aterrados ante la amenaza de verse en la cola del INEM (una especie de Casa del terror plagada de deshumanización y burocracia), pocos se atreverán a preguntar en voz alta quién ha establecido ese orden, ese maldito orden cimentado en la insensibilidad, en la ineficacia y en el gangsterismo.
En el gremio de los periodistas no luce la solidaridad; es tierra de penumbra. Con una pizca de solidaridad otro gallo le cantaría a la prensa.
¿Se imaginan que todos los periodistas de este país comenzaran a boicotear al grupo Planeta?
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