He de confesarlo: cada vez veo menos la tele. Sí, mi salud mental está mejorando, pero se me hace más difícil rellenar este hueco de crítica televisiva. Y eso que bastarían cinco minutos del infame espectáculo que trata de conducir Leticia Sabater para inspirar cientos de páginas. Pero tengo que cuidar mi colon. Si acaso, se lo comentaré a un amigo psiquiatra. Da para un gran trabajo.
El caso es que no es ni vaguería ni desgana. En realidad, es una especie de autoayuda. ¿Acaso está preparado el organismo humano para soportar una gala presentada por Pedro Ruiz y al día siguiente ir a trabajar como si nada? ¿Es que no había otra posibilidad tratándose de Galicia?
Déjenme que les muestre mi perplejidad ante unas imágenes en las que aparecía una señora de Portonovo, maravillosa localidad gallega, que, ante la visita del príncipe Felipe, lo que pedía ante las cámaras era que a ver si el futuro monarca se echaba una novia gallega. ¡Toma ya! A eso se le llama conciencia crítica y actitud beligerante. ¡Menudo centollo!
Y mientras, otro chapapote de morbosos y supersticiosos acude a Galicia en busca de lotería. Ya me gustaría a mí echarme a la cara al individuo ése -una réplica de Coto Matamoros, pero sin el chicle intelectual entre los dientes-, con sus duendecillos volantes, repartiendo millones como el que no quiere la cosa. ¿Dónde te metes el día 23? Deja que te eche el guante. Ya verás. Pones la tele y ya no se conforman con bombardearte con pestilente publicidad -la propaganda la dejan para los informativos-, sino que, además, te incitan a jugar, jugar y jugar. El calvete de las narices parece que este año se va a acordar de ti, pero qué va, ni el reintegro. Y eso que uno compra en el trabajo, en el club, en la pescadería o en la Asociación de Padres del cole no por fe, sino por miedo a ser el único lelo que no pilla un pellizquito. Sería insufrible verse sometido a la singularidad en ese terreno. Horrible ser el único que se queda con cara de tonto. Es más que probable que, entonces, te llovieran ofertas para presentar galas. A mí, si no me toca este año, me gustaría presentar la gala en la que Aznar dé a conocer a su sucesor. Pura poesía.
Comentar