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2006/02/05 11:32:12.128000 GMT+1

Efectos secundarios

Últimamente, cada vez que enciendo el televisor aparece un cocinillas recabando firmas para un referéndum. Cambio de canal y me enfrento a una procesión de cocineros. Ya no es el graciosete Argiñano el único comunicador con gorro en la cabeza, ahora se ha desatado una fiebre casi enfermiza por los programas culinarios. Así que me he puesto a degenerar con un cincel imaginario y me ha salido de la mollera un salpicón de lo más estúpido y surrealista. Como estoy perdiendo el rubor, lo dejo aquí, para que se constate el daño que provocan las tertulias de la Cope. El médico dirá misa, pero esto que me está pasando se lo debo a la verborrea del marinerito incendiario que anda vestido de Cid, campeando a sus anchas en las ondas fustigadoras de los obispos-avispas. Y eso que  ya estaba advertido...

La cocina (o de la peligrosidad de una tertulia Copeana mal digerida)

Reposa el pimentón sobre la encimera, revuelta, adornada con un toque de impresionismo atolondrado por varias especias, musas del estornudo. El perejil me sirve para reafirmar mi delirio culinario. Todo lo adorno con un microscópico ramillete de  Petroselinum crispum, hasta las natillas, si se descuida el invitado. Pero el ojito derecho del cocinero es una tabla de madera, trono de las verduras, prisión de las frutas, tatami de quesos y patés, reposo de pescados, escenario de rebozados. A la tabla van a parar todos los alimentos, formándose largas esperas,  como sucede a las puertas de las discotecas de moda. Pero este cocinero pretendido sabio por sí mismo no pone pegas a nadie ni nada, es decir, no está cortado por el mismo patrón atontado de los gangsteriles mamotretos que le dan a la vigorexia y al vacile pobre con las quinceañeras. En esta tabla de martirologios y penitencias gastronómicas nunca se llena el aforo, todo puede desfilar, sometiéndose al potro de la tortura y a la guillotina. Hay un recuerdo siniestro al terror de la Revolución francesa: ajos, cebollas, pimientos, berenjenas, calabacines, piñas, manzanas, melones, peras, morcillas, chorizos..., todos fueron sentenciados a muerte sin un atisbo de piedad. Se desangraron las carnes antes de recibir el bálsamo del huevo. También hubo tiempo para momificar aquel pescado antes de asistir a la perversión de la fritura, donde los alaridos del lenguado dieron paso a la satisfacción de los comensales, ajenos al sufrimiento de la flora y fauna que se esconde en la despensa y en el refrigerador. Este último es de carácter estricto y frío. Atempera sus  nervios y mantiene listos a los sentenciados.    

 

Escrito por: marat.2006/02/05 11:32:12.128000 GMT+1
Etiquetas: argiñano cope | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)

Comentarios

¡¡¡Es verdad!!! ¡Qué proliferación de programas de cocina!

Claro, que a mí me parece bien... pero eso es otro cantar.

Escrito por: Belén.2006/02/06 10:16:26.108000 GMT+1

 

 Oir una tertulia de la Cope tiene efectos secundarios.

 Pero ser Andaluz, y ver como la revisión de nuestro estatuto, pasa sin ser discutido o discutible, si exceptuamos las ya clásicas pataletas "de ruedas de prensa"  entre PP y PSOE.

 Para desazón mía, pregunto a personas vinculadas a la "Vanguardia Andaluza" por charlas, coloquios o chiringuitos informativos sobre el alcance de  las reformas y la respuesta que obtengo es que dicha "vanguadia" se encuentra muy ocupada en discusiones varias.

¿Cuando tocará? ¿cuando la vanguardia se dará cuenta que siempre llega tarde?

Escrito por: Miguel Rodriguez.2006/02/06 16:19:6.442000 GMT+1

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