Los desayunos con la prensa puede que sean más indigestos, pero son más divertidos. Los titulares disparan dictados del capital, mientras adoctrinados escribanos reproducen las órdenes sin rechistar. El imperio Polanco se desmorona a toda prisa, mientras la derecha más clásica aún se encuentra en la sobremesa dale que te pego con el mondadientes. Hay una esquela del periodismo luciendo grasienta en el corcho de la oficina. Suena la marcha fúnebre y dos redactores bailan agarrados. Las vacunas contra la ética son hábilmente dispuestas en los botiquines, por si hay alguna oveja descarriada balando en la oscuridad. Las luces del escenario se encienden sin previo aviso. Surgen las ánimas del descaro. El star system devora a sus hijos, provocando una orgía sangrienta. Es una bacanal centrípeta.
Cuando le dicen que hace telebasura, Jordi González –amo de la noria y los entresijos descarnados- responde: “Telebasura tu puta madre”. Le hubiera quedado más mono y creíble un: “Y a mucha honra”.
Artuto Pérez-Reverte, el Chuck Norris de las letras españolas, mastica: “España es un país enfermo, inculto y que alardea de ser inculto”. Quizá por eso sus libros han tenido tanto éxito. Es un suponer.
González Pons, un señor con eterna cara de circunstancias y apariencia de empresario pijo, confunde las churras con las merinas y a Osiris con el Rayo Vallecano. La ceremonia de la confusión es el logotipo oficial de Mariano y sus pregoneros. El alumno aventajado de Camps tiene alma de sastre, y creo que me sobra un espacio en blanco.
Cospedal y Soraya ven bolcheviques en la sopa de marisco. Le han pedido al camarero que se la retire. Lástima, ese bogavante se las prometía.
La película Pan negro se ha llevado nueve premios Goya. En el papel higiénico puntocom de Alfonso Rojo aseguran que “según los críticos esta película ha ganado gracias a un frente catalanista y gay”. Sí, ya me imagino a Jimmy Jump como presidente de la Academia repartiendo el próximo año Goyas con barretina. Los abochornados discípulos del facherío prometen una colecta para filmar un remake de Raza.
Y Messina, entrenador de esa cosa que le duele a Florentino Pérez como una almorrana, o sea, su equipo de baloncesto. El técnico italiano, poco antes de volver a palmar con el todopoderoso Barcelona en la final de Copa de baloncesto, dijo sentirse como un palestino al que le arrojan bombas. Su frase no fue feliz. Su disculpa es aún más estúpida. Frivolizó con la situación que sufren los palestinos, pero… ha pedido perdón a los israelíes. Ahora ya sé donde está el estrecho de Messina.
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