El viernes por la noche fui al concierto de Jabier Muguruza. Aunque yo
pensaba que se animaría más gente (no llegamos a juntarnos cien personas), el
trío de negro tuvo un ambiente cálido. Muguruza ha dado otra vuelta de tuerca
más en su viaje a la búsqueda de la desnudez, del minimalismo. Circula ahora
acompañado de un gran guitarrista, Ángel Unzu, y de una buena corista, Mireia
Otzerinjauregi. Aún así, vi al mismo Jabier de siempre en la sala Imanol
Larzabal: tierno, próximo, elegante, irónico...
Antes de acudir al concierto había leído la reseña literaria que Julen Gabiria hacía del
concierto de la víspera en Bilbao. Refleja atinadamente la propuesta de Jabier.
El sábado también leí la reseña de Joseba
Martin titulada Lagunen arteko bilera (Una reunión de amigos). Se
puede decir lo mismo del concierto de Donostia. Quítese Iñigo Muguruza y
Rafa Rueda, póngase Harkaitz Cano y José Luis Padrón. Lo
que no tenemos en Donostia es un clon de Iñaki Irazu: este hombre es
irrepetible.
Para los que no sepan euskara, el crítico del Diario, Iñaki Zarata escribió una reseña del concierto donostiarra.
El sábado pasado Javier Vizcaíno invitó a su programa “Más que palabras” de Radio Euskadi a Muguruza y Jorge Drexler. La excusa era el último trabajo de Jabier y la participación de Jorge en él. El irunés estaba en casa, Vizcaíno en el estudio de Bilbao, el uruguayo en la carretera. La voz de este último no llegaba en buenas condiciones, pero nos ofrecieron una interesante conversación-reflexión sobre la música.
Me llamó la atención cómo ambos músicos se aferraban a la importancia del disco como formato. Teniendo en cuenta la realidad actual, me llamó la atención, sí. Jorge expresó su preocupación en una frase rotunda: "No vivimos del disco, pero sí que vivimos por y para el disco".
El viernes, en esos ratos tan suyos entre canción y canción, Jabier habló una vez más de ello: "Si desaparece el disco, perderemos muchas cosas. Dicen que permanecen las canciones, pero no es lo mismo. El disco es un formato, un momento en el tiempo. Detrás hay un grupo, una gente que participa. Las canciones, por sí solas, no reflejan eso". Es lo que dijo más o menos y ha explicado más extensamente en su columna dominical hoy en “Más que palabras”.
Estoy de acuerdo con lo que Jabier dice. Es más, todavía sigo comprando los discos que me interesan, que me importan. Apenas me bajo canciones de las redes de intercambio. No soy pirata, aunque tampoco me parece un mérito no serlo. Opino, sin embargo, que los artistas no pueden vivir de espaldas a la realidad de las nuevas tecnologías y las redes P2P son una magnífica oportunidad para darse a conocer. De hecho, la tecnología ha posibilitado que las grabaciones sean más baratas y (casi) cualquiera puede tener en casa un estudio casero.
Eso es así, pero la legislación española (mejor, la legislación de cualquier país situado en el mundo supuestamente civilizado) trata de poner puertas al campo. Los artistas-activistas que quieren ceder al dominio público sus canciones y licenciarlas copyleft tienen que saltar muchos obstáculos. Por ejemplo, la SGAE.
La música no está en crisis, está en crisis la industria. El disco, el concepto, seguirá existiendo. Eso sí, deberá ofrecer un plus al comprador, al melómano (no sé cómo, no tengo fórmulas mágicas). La venta como churros, como zapatos, de los CDs ha hecho mucho daño al formato. Claro que también les hace pupa a artesanos como Drexler o Javier, seguramente más indirectamente, por las dificultades que compañías como Resistencia tienen para subsistir. Decir que tienen que ser audaces es fácil, lo difícil es concretar esa audacia. Si yo lo supiera...
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Escrito por: Irazú.2006/06/08 23:03:23.431000 GMT+2