Viene de aquí: Uxue Alberdi entrevista a Xabier Erkizia (y II).
Uxue Alberdi: Te acercaste al sonido a través de la música, pero tú también comenzaste tocando el acordeón.
Xabier Erkizia: Sí, comencé con el acordeón porque era un capricho de mi madre. Hasta los 16 años era un chico pequeño y, aunque sólo fuera por el tamaño, ¡odiaba el acordeón! Mi vecino era txistulari, Santiago Irigoyen; aunque ha sido más que un vecino para mí, porque cuando nuestros padres trabajaban nos quedábamos en su casa. Santiago y Margarita fueron como nuestros abuelos. Cuando Santiago vio que no me gustaba demasiado el acordeón, y ya que él necesitaba un atabalero, me dijo: "Pues aprenderás a tocar el atabal". Y entonces sucedió un hecho muy curioso, el cual he sabido valorar más adelante.
Creo que aquel momento tuvo mucha influencia en mi trayectoria. Santiago no sabía tocar el atabal. Pero me dijo con total tranquilidad: "Yo no sé tocar el atabal, pero te enseñaré". Para un chaval de esa edad era un disparate tremendo, ¿cómo me iba a enseñar alguien que no sabía tocar el instrumento? Santiago me daba ejercicios técnicos al principio, pero llegó un punto en que me dijo: "yo ya no sé más de aquí en adelante. De aquí en adelante deberás encontrarlo tú". Y entonces comenzó a usar metáforas. Me decía: "Ese ejercicio que has hecho has de llevarlo más lejos y has de hacer un sonido parecido al del trueno". Piensa que a esa edad quieres que te lo den todo hecho y es una putada que alguien te pida que hagas un trueno. Con el tiempo me he dado cuenta de que estas formas de entender la música tienen que ver con aquellas metáforas. Luego comencé a tocar el atabal en la charanga y la charanga fue la forma de descubrir el espacio. Entrabas en una calle y, buuuuaahhh, el sonido tomaba otra dimensión, crecía ni sé cuántos metros; y de repente acababa la calle, llegabas a una plaza y, plofff, el sonido variaba. En el momento en que controlas el espacio, todo cambia, incluso la relación con el público, porque comienzas a pensar que la cuestión no radica en cómo oyes tú, sino en cómo oirán ellos.
Uxue Alberdi: ¿Qué ruido tiene el silencio?
Xabier Erkizia: El silencio no existe, como lo demuestra la cámara anecoica. En los 50, John Cage entró en una sala sin eco para saber si existía o no el silencio y se dio cuenta de que no. Cuando yo me introduje en la cámara anecoica, al principio no pasaba nada. Pero, de repente, comencé a escuchar el corazón; y luego el ruido de las pestañas, como frooooop o así, y te dices a ti mismo: un sonido que me acompaña durante toda la vida y jamás me había dado cuenta. En Arteleku, hicimos con Alex Mendizabal un "concierto para apagarse". Metimos a la gente en penumbra y pusimos en marcha un montón de máquinas, ordenadores y así, todos encendidos, sin hacer ruido, bueno, sin reproducir el sonido pero encendidos… La base del concierto consistía en ir apagando máquinas y te dabas cuenta de que el silencio era cada vez más profundo. Como hacer un agujero en el silencio.
Uxue Alberdi: ¿Hasta qué punto oímos sólo los sonidos que necesitamos?
Xabier Erkizia: En Buenos Aires me molestaban tremendamente los frenos de los autobuses. Iba en un taxi con la ventanilla bajada cuando escuché ese ruido de los frenos. Le dije al taxista: “¡Joder! ¡Ese ruido!”. Y me dijo: “¿Cuál?”. Él no le daba importancia y no lo oía. Porque teniendo en cuenta el trabajo que tenía, si le diera importancia se volvería loco. Por tanto, nuestra capacidad auditiva se adapta al medio, pero ¿hasta qué punto? Porque son los sonidos los que nos vienen. A las imágenes acudimos nosotros, pero los sonidos nos vienen. Entonces, ¿quién se adapta a quién?
Uxue Alberdi: ¿Qué sitio tienen los sonidos en nuestra memoria colectiva?
Xabier Erkizia: Hay sonidos que aceptamos colectivamente. Pondré dos ejemplos: en los pueblos aún persiste la codificación de las campanas. Cada campana tiene su sonido, pero no somos capaces de descodificarlas. Quizás sepamos que tocan a muerto, pero no si el finado es un crío, un hombre, una mujer. Antes sí que lo sabían, pero ese idioma se ha perdido. Quien vive en la ciudad sabe distinguir las sirenas de los bomberos, las de la policía y las de las ambulancias. La memoria colectiva se moldea por las situaciones y las necesidades. Quiero pensar, románticamente, que hay algunos sonidos que son colectivos porque son diferentes: la voz de la madre, por ejemplo. La voz de todas las madres no es igual, pero hay una memoria colectiva, porque nos hace sentir algo a todos.
Uxue Alberdi: En estos tiempos en los que tanto se habla de los derechos de autor, tú reivindicas la copia: dices que es imposible no copiar.
Xabier Erkizia: Si no hiciéramos esa reflexión desde la perspectiva del sonido, sería mucho más problemática. Pero tengo claro que el sonido no es de nadie, que no puede ser de nadie. Cuando hacemos música, igualmente. Puedes hacer un acorde con una guitarra, pero desde que lo ejecutas, ese acorde ya no es tuyo, es de otro, o mejor dicho, no es de nadie: es, y punto. Porque cada uno lo recibe de una manera, le da o no le da importancia, el espacio moldea el sonido… Puede que sea más del espacio que tuyo… Ponerle límites a eso y decir "este sonido, da igual dónde y cómo se reproduzca, es siempre de esta persona", no tiene sentido. Quizás sea más complejo si nos refiriéramos a las imágenes o a los objetos. Puedes guardar los objetos, no mostrarlos… ¿Pero con los sonidos? Pierde todo sentido. Aceptar los derechos de autor de modo radical supone la muerta de la música. Desde pequeños aprendemos copiando. Nada más nacer, comenzamos a imitar a nuestros padres, y en esa reproducción logramos ser lo que somos. Copiando también conseguimos diferenciarnos, pero esas peculiaridades no tienen por qué ser nuestras; es posible encontrar otra persona que de experiencias diferentes llegue a la misma peculiaridad. Me parece más sano aceptar la copia de un modo más positivo. Los derechos de autor nos llevan a tomar la copia como algo malo. Puedo entender que eso tenga sentido desde el punto de vista de la economía, pero no desde la perspectiva de la personalidad –y la creación está directamente ligada a la personalidad-. No podemos utilizar el mismo modo para medir ambas cosas. Por ello, me parece más interesante entender la copia como ejercicio humano más que como ejercicio económico.
Comentarios
merezi al zian horrenbertzeko lana hartzeak elkarrizketa hau zabaltzeko?
noski, nere partetik ezin diat eskertu bertzerik egin, luxua duk norbaitek halako lana hartzea baten hitzengatik... beraz, eskerrik asko! ta laister arte!
Escrito por: berau.2009/09/21 17:09:51.342000 GMT+2
http://www.arteleku.net/audiolab