Conocí a Oier Iruretagoiena allá por el 2003. Entonces tenía apenas 15 años y utilizaba el nombre artístico de Tüsüri. Fue Txesus Garate Tzesne quien me habló de él. Resumiendo, era un artista sonoro en ciernes en la onda de Xabier Erkizia.
Cuando le llegó la edad de ir a la Universidad, eligió la carrera de Bellas Artes en Bilbao. Le había perdido la pista, aunque sabía que andaba por Le Larraskito, un taller artístico del barrio de Rekalde (ahora mantiene allí su estudio). También había visto algún artículo suyo en el diario Berria.
El Museo San Telmo y la Fundación Kutxa tienen un programa llamado «Artea Abian» e Iruretagoiena fue el artista elegido en esta edición. Eso le ha llevado a que tenga una exposicón en la sala Laboratorio del museo titulada San Sebastian eta fantasma (San Sebastián y el fantasma). Se puede visitar hasta el próximo mes de enero.
El pasado jueves, día 18, había programada una visita guiada por el propio artista y aparecí por allí.
Oier nos contó que la propia sala había marcado mucho la muestra; es decir, el peso del museo y las características de la propia sala le habían llevado a hacer lo que había hecho: el cemento, la tarima, los enchufes por el suelo... le habían condicionado.
Ha vestido las cuatro paredes con sus trabajos y la primera, la situada a la izquierda, la ha utilizado para ganar confianza, echando mano de obras anteriores propias que le daban un cierto respaldo.
A partir de ahí ha reflexionado sobre el santo mártir de San Sebastián y ha trabajado en su taller con materiales como la madera, el cemento, el plástico, el vino, los chicles, etc. Le han servido de inspiración un cuadro del santo que hay en el museo, así como un grabado del siglo XVI en el que aparece la ciudad guipuzcoana (si no estoy equivocado, apareció en la muestra Al abrigo de Urgull).
El fantasma, por su parte, es la emisión en directo de una radio. En el suelo hay desperdigados un buen número de auriculares, los cuales expanden por el lugar lo que la radio emite en ese momento.
Contaré como anécdota que Oier nos dejó cinco minutos para dar una vuelta y que yo me puse uno de los auriculares en la oreja. Oier me dijo luego que no era su intención que el público hiciera eso. El ruido debía estar presente, pero únicamente en un segundo plano fantasmal.
El último artículo publicado en Berria se titula Komunitatea (La comunidad) y su eje es la necesidad de todo artista de evolucionar en comunidad.
El sábado estuve en el concierto que Joseba Irazoki eta Lagunak dieron en Intxaurrondo. He elegido para acompañar el texto esta canción: Lehiakortasuna (La competitividad).
Fue bonito encontrame con Oier tanto tiempo después y saber que sigue adelante su carrera como artista.
Tüsüri eta Oier Iruretagoiena, lerro hauek euskaraz.
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