La pasada semana fue detenida por la policía del Ministro de Interior francés, Manuel Valls, y puesta a disposición de la policía española Aurore Martin por su labor en Batasuna. Le pueden caer doce años por desarrollar su labor política en Iparralde (Norte de Euskal Herria) en una organización que es legal en Francia, pero no en España. Si es legal en Francia, ¿cómo puede cometer un delito desarrollando su labor política para dicha organización?
Su extradición ha levantado una gran polvareda al otro lado del Bidasoa (ha habido comparecencias públicas con representantes de casi todas los partidos). Rue 89 le ha cedido un espacio a su hermana, Emilie Martin, portavoz del movimiento Herrira. Dice así (mi francés está un tanto oxidado, pero lo he traducido).
El texto es, por momento, un tanto épico, pero me ha parecido interesante y por eso lo he traducico
Mi hermana, Aurore Martin
Hace ya un año que mis padres y yo nos temíamos la detención de Aurore y su encarcelamiento en alguna prisión española. Ya está. La abyecta medida ha sido tomada.
Ha sido despreciado, ridiculizado y pisoteado uno de los derechos fundamentales: la libertad de expresión. Aurore ha sido reprochada por actos que, sin excepción, tienen relación con el uso de la libertad de expresión.
Aurore ha sido y sigue siendo una militante política. Aurore no tenía más arma que sus convicciones y la legitimidad de una lucha llevada adelante por quienes en el País Vasco quieren vivir y trabajar, dignamente, para ser dueños de su destino. ¡Libres!
Esta detención la temían muchas personas en el País Vasco. Y es que el País Vasco tiene en su memoria colectiva una letanía de hechos gravísimos de los que son culpables los estados español y francés. La detención de Aurore entra dentro de esta siniestra galería marcada por el sello de la vergüenza y de la indignidad.
Un torrente de indignación
Aurore es una militante cuyas convicciones y determinación actúan como armadura. Para resistir a la barbarie carcelaria que sufre, como otros muchos más, desde el 2 de noviembre en una prisión española.
Y esta armadura se consolidó, se reforzó considerablemente. La solidaridad se organiza, se amplifica, se expande por momentos. Es un torrente de indignación que se extendió por el País Vasco y fuera de él. Con una sola cosa en la cabeza: la paz.
Dentro y fuera del País Vasco son multitud las personas que han tomado partido en favor de Aurore. En favor suyo y en favor del proceso de paz. Porque más allá del caso de mi hermana, nos enfrentamos a un peligro que debemos inmediatamente denunciar y parar. Los estados español y francés nos muestran claramente su marcha atrás en la gestión de la paz. Ellos pretenden silenciar las voces que cantan, reclaman, militan.
Actriz del proceso de paz
Aurore no ha cedido a los reflejos mortales de la retirada. Aurore ha sido actriz de un proceso de paz al que el anuncio del fin de la lucha armada de ETA ha dado pie. Un nuevo viento sopla en el País Vasco desde hace más de un año. Un viento portador de una inmensa esperanza. Es el viento de la paz justa y definitiva.
Aurore creyó. Y no hay duda de que Aurore, desde su celda madrileña, continua creyendo en el camino a recorrer para lograr la resolución del conflicto en el País Vasco.
El País Vasco necesita pacificadores y no matones que soplen las brasas para que revivan las llamas del conflicto. Aurore ha sido y continúa siendo de esas mujeres y hombres que en el País Vasco trabajan para el establecimiento de las condiciones de paz. Un trabajo muy peligroso y de ello da fe su detención. Los enemigos de la paz están allí, listos para saltar, preparados ante todas las provocaciones, ante cualquier cosa que pueda obstaculizar esta marcha hacia la paz.
Colectivo de prisioneros políticos vascos
Soy Emilie Martin, hermana de Aurore, pero también soy militante y portavoz del movimiento Herrira, movimiento en favor de los prisioneros y de los refugiados políticos vascos. Llevamos seis meses trabajando también a favor de este proceso de paz, organizando este fin de semana una manifestación que estoy segura que será inolvidable.
Mientras no sean resueltas las consecuencias de este conflicto no avanzaremos. Aurore es ahora parte de estas consecuencias, ella es parte del colectivo de prisioneros políticos vascos. En cuanto a mí, formo parte de esas 600 familias y amigos de los prisioneros y prisioneras que todas las semanas visitan a esos parientes que aman con todo su corazón y que se encuentran a centenares de kilómetros.
Ahora, Aurore está en la cárcel -puede que para doce años, tal y como prevé la legislación española. No me cabe ninguna duda de que el lugar dejado por su arresto ha sido ya ocupado. Otros hombres y mujeres jóvenes han tomado el relevo. Porque a este país no le faltan ni energía ni voluntad. El País Vasco está más decidido que nunca a continuar marcando su presencia -modesta pero esencial- en la marcha hacia la libertad.
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