Dos cosas como introducción:
1.- Una exposición fotográfica sobre las víctimas del terrorismo (de ETA, en este caso) hace diez años. Imágenes crudas. En la rueda de prensa, toma la palabra Raúl Guerra Garrido. Tengo guardada en la memoria las primeras palabras del escritor: «Siento náuseas, asco».
2.- El que fuera alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, hizo famoso en 1985 aquello de que «la justicia es un cachondeo» (ojo, ya estaba por medio Bertín Osborne y su chalet). Han pasado treinta y tres años.
La Manada
El 21 de junio soltaron a los cinco miembros de La Manada (a pesar de estar condenados a 9 años de cárcel en primera instancia) ahora que se acercan los dos años en prisión provisional.
Esta semana quería escribir algo de fundamento, pero lo que he pergeñado no me ha gustado nada. Por eso he hecho mías las palabras de tres mujeres juristas.
El 24 de junio, Berria dedicó un monográfico a esta cuestión. Recogió las opiniones de un buen número de mujeres. Entre ellas estaba Miren Ortubai, abogada y profesora de Derecho de la Universidad del País Vasco. Traduzco:
«En la medida en que soy abogada penalista, he de mantener la cabeza fría y no puedo estar a favor de la prisión preventiva. La prisión provisional debería ser una medida excepcional, algo a utilizar en contadas ocasiones, no una pena que pueda aplicarse de manera sistemática». La profesora de la UPV ve necesaria esa prudencia en todo los casos: «En el caso de los jóvenes de Altsasu, en el caso de los dirigentes independentistas catalanes y, aunque a mí me dé rabia, también en el caso de los violadores».
(...)
«En España, hay un abuso de la prisión preventiva y muchas personas confunden la justicia con las penas más duras, pero, como jurista y feminista, no puedo aceptarlo. Si estamos luchando por cambiar la sociedad y lograr la paridad, no podemos pedir penas más crueles, porque ello fortalecería el sistema patriarcal y la historia nos enseña que, cuando desaparecen las garantías jurídicas, son las mujeres las que más sufren».
Garbiñe Biurrun es magistrada y habla de feminismo jurídico y perspectiva de género (enlace en euskera) en el mismo monográfico. Me interesa esto que dice como jueza:
«Dictar sentencia es realmente difícil; resulta muy complicado tomar decisiones sobre la vida de los demás. Pero es la labor de las y los jueces y tenemos instrumentos para ello —normas que la sociedad nos da a través de sus representantes—. Es cierto que son instrumentos débiles e imperfectos y que necesitamos habilidades y destrezas para superar esos defectos, porque es lo que nos pide la justicia. Una de esas habilidades —imprescindible— es la perspectiva de género, y no únicamente a la hora de enjuiciar la libertad sexual o la violencia contra las mujeres, sino también a la hora de dictar sentencia sobre cualquier asunto. Porque la igualdad formal no es suficiente y tenemos que lograr la igualdad verdadera. En nuestra sociedad dos son las herramientas para conseguir la igualdad: la educación —porque los valores también se enseñan y se aprenden— y la justicia —para proteger y garantizar la igualdad—. El Derecho, hasta ahora en manos de los hombres, recoge su punto de vista, mientras que las mujeres hemos estado fuera de la creación de la norma, de su aplicación y de su interpretación».
Nada más conocerse la excarcelación de los cinco, María Eugenia Rodríguez Palop escribió el artículo Resistir frente a La Manada, pero yo lo he leído hoy. Rodríguez Palop es profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid.
«(...) somos muchas las que seguimos defendiendo la excepcionalidad de la prisión provisional para estos y para todos los casos, porque se trata de una medida cautelar que ni es ni puede convertirse en una pena anticipada».
(...) pero
«en la práctica, resulta casi imposible que el mismo Tribunal que dicta sentencia tome la decisión de la excarcelación porque, como señala Isabel Elbal, los jueces consideran que, una vez condenado, aunque el acusado recurra, la prisión provisional no vulnera la presunción de inocencia o no en el mismo grado que antes de la condena».
Sobre los jóvens de Altsasu, dice que «muestran la doble vara de medir que utiliza la justicia en este país y denota un uso abusivo de la preventiva que precisamente ahora se ha querido evitar (...) Con La Manada, evidentemente, se ha sido mucho más garantista».
Si os ha interesado, acudid a las fuentes y leed el resto.
Nazka gainditu nahian, apunte hau euskaraz.
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