El sábado por la mañana me fui a la playa. Por segunda vez este verano, me acerqué nadando a uno de los gabarrones. En el viaje de ida, me pegué un coscorrón con un jubilado porque ambos nadábamos de espaldas. Él: "¡Qué casualidad! ¡En medio de la bahía! No me había pasado nunca". A mí, en cambio, es la segunda vez que me pasa.
Tras el atentado de Niza y el golpe de estado en Turquía, me llevé lectura adecuada: Lasai, ez da ezer gertatzen (Tranquilidad, no pasa nada) de Ana Malagón. La página donde estaba el marcador decía lo siguiente:
Lubakian (En la trinchera)
Traduzco del euskera: "Se agachó en la trinchera. Solo. No quedaba nadie. En vez de ir hacia adelante con sus conciudadanos, hasta el final, hasta las últimas consecuencias, retrocedió al escuchar los primeros tiros y explosiones. Dejó caer su cuerpo en aquel agujero. Pensó en otras trincheras. En las del enemigo. En las de sus conciudadanos. ¿En alguna de ellas habría alguien tan solo como él? ¿Alguien que se sintiera tan cobarde como él? Reparó en su tembleque. Le temblaban las rodillas, las manos, los labios. Era un soldado sin ejército. Abandonado en una trinchera que no conoce la gloria. En el pasado, en el olvido, un desertor".
Hil ostekoak (Póstuma)
"El hermano pequeño de mi abuelo era militar. Murió en la guerra pero no en el frente. Le mataron pero no el enemigo. Le dieron una medalla póstuma. Y hostias. Póstumas también. Al día siguiente, le llevaron al frente y lo dejaron en el suelo. Lo contabilizaron como una baja más al final. Escribieron una carta a su madre diciéndole que había muerto por la patria con todos los honores. No en aquella mierda de pelea alcohólica entre soldados".
Luistxo aka This Charming DJ me envió esta canción por twitter para darme las gracias: Istanbul (Not Constantinople). Curso recibo aquí.
Lasai, ez da ezer gertatzen (apunte hau euskaraz).
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