Es un texto breve y bastante clarito. Se titula Gezurti hutsak gara (Somos una cuadrilla de mentirosos). Su autor es Gari Garaialde (Bostok Photo) y es un buen fotoperiodista. La traducción y las negritas son mías.
Somos una cuadrilla de mentirosos
Hace ya algún tiempo que entre quienes compartimos este oficio, o lo que esto sea, se ha extendido el hábito de mentir. No es ninguna novedad, pero creo que se va expandiendo los dos o tres últimos años.
Muchos fotoperiodistas decimos mentiras. No hablo del dichoso Photoshop o de manipular una fotografía; no hablo del ruido provocado por haber montado la escena del último premio World Press Photo y dar por sucedido lo que muestra la imagen. Hablo de mentiras mucho más básicas; de responder a una pregunta con una mentira. Conozco a bastantes colegas que están en la misma situación en la que yo me encuentro, que cuando nos preguntan cuál es tu profesión respondemos que somos fotoperiodistas. Yo también soy uno de ellos. Pero no es así. No es verdad. Si a la hora de hablar de profesión nos referimos a la actividad que nos da el margen suficiente para llevar las lentejas a casa, muchos, demasiados, deberíamos responder que somos electricistas, camareros, ayudantes de circo, montadores de escenarios o mecánicos de coches. Cada vez somos más quienes nos ganamos el sustento y el dinero para nuestros trabajos fotográficos ejerciendo otras profesiones, ocupaciones que nada tienen que ver con nuestros quehaceres más específicos.
Ya sé que no somos los primeros, que hace ya tiempo que Hertzainak cantó aquello de ‘Euskadin rock’n’rollak ez du inoiz dirurik emanen’ (el rock & roll jamás dará pasta en Euskadi) y que estamos demasiado habituados a oír que la gente de la farándula (sobre todo las actrices y los actores) trabajan de camareros en los largos intervalos que van de un contrato a otro; pero nosotros también estamos incluidos en este grupo.
Aunque la crisis de estos últimos años ha afectado a toda la clase trabajadora, el periodismo ha sido uno de los sectores más perjudicados. Y dentro del periodismo, los fotoperiodistas que fuimos "liberados" de las redacciones de los medios hace 10-15 años.
A primera vista, la figura del freelance tiene un cierto glamour, y es verdad que la posibilidad de trabajar para cualquiera puede abrir muchas puertas, pero que también puedes toparte con muchas puertas cerradas. Muchos trabajos actuales que admiramos, muchos trabajos hechos en Donbass, Liberia, Honduras o al lado de casa han sido obra de un grupo de personas que, para que nosotros estemos informados, gastan lo que han ganado a lo largo de todo el año ejerciendo otras profesiones. No son "cuatro colgaos" que van a practicar turismo periodístico, sino profesionales como la copa de un pino que son conscientes de que son periodistas y de que tienen que hacernos llegar lo que está pasando en este jodido mundo. Sin embargo, su trabajo no se valora. No se valora lo suficiente como para pagar el coste que supone desarrollar su oficio.
Afortunadamente, nosotros también nos creemos esta mentira, y aunque nos pasamos medio año apretando tuercas, estamos deseando pasar el otro medio con la cámara al hombro para retratar aquello que nos parece interesante o que nos preocupa. Ya sea en Libia, en la selva amazónica o en la carretera de Valdemoro.
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