Estoy acabando el Diario (1932-1987) de Miguel Torga, escritor portugués nacido en São Martinho de Anta, Trás-os-Montes, en agosto de 1907 y fallecido en enero de 1995 en Coimbra.
Poeta y médico, pasó la mayor parte de su vida en Portugal, salvo un breve periodo brasileño en sus años mozos. Conoció la cárcel durante la dictadura de Salazar y vivió mucho tiempo sin tener permiso para salir del país (lo cual conllevó que viviera una especie de exilio interior). Amaba Iberia, un continente con varias naciones según sus propias palabras. Y le gustaba tanto lo que había más allá de la raya que el Miguel de su apodo (a efectos registrales era Adolfo Correia da Rocha) era un homenaje a Unamuno y Cervantes.
«Le he robado a la pluma los mejores momentos». Diarios de #migueltorga
— Mikel Iturria (@iturri) June 7, 2020
Gehi bigarren irudiko propina. pic.twitter.com/0gm26leomV
Me ha llamado la atención la frase que aparece en este tuit. «Le he robado a la pluma los mejores momentos». Su vocación era la de escribir, pero dedicaba a esa faceta las últimas horas del día, «las de mayor cansancio».
[ERREPORTAJEA @7k_GARA]
— naiz: (@naiz_info) June 7, 2020
‘Iragan loriatsuko sektorearen eraisketa’https://t.co/br5FDxA0Sl
EHko musika talde, manager eta aretoen egoeraren lagin bat jaso du @joniubeda-k pic.twitter.com/BiD1ne4ZpL
He leído esas líneas de Torga por la tarde, pero al mediodía he leído el reportaje que Joni Ubeda publica hoy en Zazpika sobre la música en directo en el sur de Euskal Herria (Iragan loriatsuko sektorearen eraisketa).
Grupos a los que se les han congelado los discos y las giras (Liher eta Skakeitan), responsables de las salas Jimmy Jazz y Kafe Antzoa, Ritxi Aizpuru (Baga-Biga), el técnico de los estudios Elkar Víctor Sánchez... Dibujan un panorama sombrío.
Si ya el sector funcionaba de manera muy precaria, puede que ahora la música quede en tercer o cuarto lugar para muchos. Si es que queda en algo.
Me ha venido a la cabeza una idea que le escuché a Harkaitz Cano allá por el 2003. Un acto cultural. Cuatro pelagatos. Alguien puso sobre la mesa una visión descarnada del asunto. Remató Cano diciendo que quizá había llegado el momento de parar seis meses. Es decir, dejar de organizar actividades culturales durante ese periodo sin decir nada a nadie. Una vez pasado el medio año, ver cómo estaba el panorama. Si nadie pedía nada, dejar las cosas como estaban.
En lo que a la música en vivo se refiere, estamos más cerca de lo que parece. Han pasado ya casi tres meses.
Mikel Lizarralde ha citado a The Saxophones en Berria: Nostalgiaren aldarria. En marzo de 2020 han publicado el álbum Eternity Bay.
Sei hilabeteko itzalaldia, apunte hau euskaraz.
Comentar