Viene de aquí: Rumanía (I): Transilvania.
27 de agosto, sábado. Baia Mare - Suceava
Nos despertamos en Baia Mare y dormimos en Suceava. Para ello, salimos del hotel a las 8:30 de la mañana y, 234 kilómetros después, llegamos a eso de las 16:00 horas a nuestro nuevo hotel. Estuvimos parados unos veinticinco minutos en un pueblo para que nos dieran paso porque había una obra de 3 kilómetros y no había manera de pasar. Comimos en el camino, cerca de Humor, a unos 40 kilómetros de Suceava.
A veces parecía que estábamos en los Alpes o en los Pirineos. Por ejemplo, el sitio donde paramos a tomar café era precioso; lástima el ruido del ir y venir de los coches que impedían la contemplación.
El Hotel Sonnenhof era el que habíamos contratado en Suceava, uno de los mejores del viaje. Era estandar, pero tenía ascensor, lo cual parecerá una tontería pero a la hora de mover las maletas es bastante importante.
Suceava debe de ser, por territorio, la segunda ciudad más grande de Rumanía, pero la población no llega a los 100.000 habitantes. Al atardecer, nos costó encontrar el centro de la ciudad y, finalmente, cenamos en una terraza de una plaza grande. El dueño estaba sentado, mirando el teléfono, mientras dos chicas muy responsables ponían buena cara y se movían deprisa de un sitio para otro.
28 de agosto, domingo. Suceava - Gura Humorului - Voronet - Humor - Suceava
Salí a trotar por la mañana y, después de desayunar bastante bien, nos dimos cuenta de que teníamos una pequeña avería en el coche, hecha la víspera al salir del aparcamiento situado cerca del Mercado Central. No me di cuenta de que el parachoques estaba atrapado en el bordillo del jardín y sí que oí un ruido al moverlo. Como era de noche, continuamos la marcha y fue el domingo por la mañana cuando ví que el parachoques estaba suelto.
Con la ayuda del chico que estaba en recepción, hablé con la oficina de la empresa de alquiler de Autonom en Otopeni (el aeropuerto de Bucarest) y fueron ellos quienes nos dijeron que sería la oficina de Suceava la que asumiría la asistencia.
Tras una larga espera de un par de horas, recibí un correo en el móvil: que llamara a la oficina de Suceava. Aunque parezca extraño, sin decirnos nada a nosotros, habían pasado por el aparcamiento del hotel y puesto el parachoques en su sitio.
Siguiendo sus indicaciones, llevamos el coche a la oficina, situada a unos diez kilómetros, y nos prestaron un Renault Clio por veinticuatro horas. El lunes a primera hora el carrocero fijaría la pieza convenientemente.
Al mediodía nos fuimos a Gura Humorolui, pero no había sitio para comer en el restaurante que queríamos y nos movimos hacia el Monasterio Voronet. Había un hotel majo en el camino y paramos para ver cómo estaba el restaurante (La Conac in Bucovina): allí también había mucha gente y pedimos un par de ensaladas para no complicar mucho más las cosas.
Cerca había un sistema de telesilla que, aparentemente, te subía a una estación de esquí. A mano izquierda, tras cruzar un puente un tanto danzarín, había una zona de ocio: se podía correr, caminar, practicar Nordic Walk, etc. Cerca del río los domingueros de rigor se dedicaban al deporte de la barbacoa.
En verano cierran los monasterios a eso de las 19:00 horas y, por tanto, sólo teníamos tiempo para ver dos: elegimos Voronet y Humor. Unas cuantas cosas sobre los monasterios:
- Destacan las pinturas del exterior, las cuales tenían como objetivo transmitir las enseñanzas de la Biblia a las y los fieles de la época (en su mayoría analfabetas).
- Es necesario pantalón o falda largos a la hora de acceder a los lugares. Pero no te preocupes, porque te dan pañoletas para taparte las piernas.
- Cada entrada costaba 5 lei (1,30 euros más o menos). Había que abonar también otro tanto para sacar fotografías o el doble para grabar vídeos, pero yo nunca pagué y no vi en ningún sitio a nadie que controlara eso.
- Lógicamente en el interior de las iglesias las pinturas están mejor conservadas, pero allí no se puede sacar fotografías o grabar vídeos.
- Sorprende la devoción de la gente en el interior de los templos.
- Cobrando entradas, controlando accesos, vendiendo souvenirs... había monjas, sobre todo.
Tras la visita a los monasterios, en Humor vimos una boda. No era la primera de todo el viaje, pero sí que fue la primera vez que pudimos sacar fotos. Era domingo por la tarde, a eso de las 19:00 horas. El vídeo es muy malo, pero vale para ver cómo accedieron a la iglesia.
29 de agosto, lunes. Suceava - Slanic Moldova
Antes de las 10:00 de la mañana estábamos en la oficina de Autonom de Suceava. Pocos minutos después trajeron el coche. Le dijimos que estábamos interesados en prorrogar el alquiler un par de días más y el tipo nos dijo que ya nos arreglaríamos al final en Otopeni.
De todas maneras, envié un correo con dos preguntas:
- ¿Cuánto nos iba a costar el arreglo del parachoques?
- ¿Cuánto nos costaría la prórroga?
Llegamos al mediodía a Slanic Moldova, pero nos costó un rato encontrar el hotel Vila Siam. Finalmente aparcamos debajo y, tras comer en el pueblo, subimos las escaleras con un par de maletas. Lo que aparentemente era la entrada estaba cerrada, pero la verdadera estaba a mano derecha, bajo un toldo. Nuestros anfitriones nos dieron un par de pasteles de coco y vino dulce australiano. Nos vino muy bien para subir otros dos tramos de escaleras con las maletas.
Tras descansar un rato, dimos una vuelta por el pueblo. Sacamos pasta en un cajero y cenamos en el mismo sitio que al mediodía.
Le deben de llamar la pequeña Suiza y tiene señalizado un camino con un buen número de fuentes de agua mineras que finaliza con esta de aquí abajo:
30 de agosto, martes. Slanic Moldova
Tras trotar un rato, desayuno. La señora de la casa, Lili, y su marido era gente muy maja. En el hotel había una foto de la Miss Universo 2005 (Natalie Glebova) y la web del hotel dice que fue ella quien montó el hotel. Lili nos dijo que su hija estaba en Australia, pero no sé cuál es la relación que tenían con Natalie.
En la parte superior está el Hotel Venus. Subimos para hacer un par de gestiones y vimos que el hotel estaba lleno de jubilados; Lili nos dijo que funcionaba con un sistema parecido al Inserso: los jubilados y el Estado pagaban la estancia a medias.
La zona es muy tranquila y hay un balneario (cerrado). Creo que hay un spa, pero no dimos con él. Se pueden hacer bonitas excursiones por el monte.
Tras un par de masajes en Vila Siam (100 lei en total), fuimos a cenar al Restaurant Cascada y volvimos a casa bajo la lluvia, con esa sensación tontorrona de que se están acabando el verano y las vacaciones.
31 de agosto, miércoles. Slanic Moldova - Tulcea
Nos pusimos en la carretera a las 10:30 para hacer 300 kilómetros y llegamos a eso de las 16:30 a la puerta del hotel de Tulcea (Hotel Europolis). Paramos un par de veces en el camino y también cogimos un ferry para un trayecto de diez minutos.
A la tarde, dimos una vuelta larga por la ciudad. Tiene un lago con un circuito donde la gente camina, trota, corre y anda en bici.
La razón principal de ir a Tulcea era conocer el Delta del Danubio. En la guía leímos que el hotel nos propondría excursiones. Y así fue que la chica de recepción hizo llamar a Daniel, quien nos dijo que tenía un viaje de nueve horas organizado para el día siguiente. 50 euros por persona, comida incluida.
1 de septiembre, jueves Tulcea (Delta del Danubio)
Nos levantamos a las 7:30 y a las 8:30 estaba, puntual, Daniel en la puerta del hotel. Siete personas fuimos con él hacia el embarcadero: un cuarteto de Timisoara (abuelos, hija y nieto), un hombre italiano (dijo que estaba recorriendo en solitario Eslovenia, Hungría, Ucrania y Rumanía). En el puerto se sumaron al grupo un par de señores de Roma. En total, nueve viajeros y el patrón-maquinista nos subimos al Lolita.
El barquito pilló velocidad crucero (tucu-tucu) y nos adelantó todo el mundo, creando a veces olas incómodas (podéis hacer click en la imagen de abajo y veréis un video de 20 segundos en flickr). Nuestro patrón no perdía la calma en ningún momento. Nos pasó un carguero que, según parece, se dirígia al mar.
Tras tres horas de excursión llegamos a un pequeño embarcadero. Nuestro tripulante se bastó el solito para atar la barca, cogió un par de bolsas llenas de pan y nos condujgo a una casa. En el jardín había una mesa para nueve comensales. De primero pescado del río con patatas cocidas y sopa (ciorba). No tuvo mucho éxito. De segundo, el mismo pescado pero frito. A mí me gustó más.
Tras tomar unos cuantos pasteles de chocolate y un café, la señora de la casa nos dijo que el patrón nos estaría esperando en el barco. Había pasado ya hora y media desde que llegamos a puerto.
La vuelta fue más larga (cuatro horas y media), pero más tranquila porque había menos tráfico. Eso sí, se echaba en falta un guía que nos contara qué estábamos viendo y centrara la zona.
Llegamos a las 18:00 a Tulcea. 9 horas. La guía señalaba que las excursiones eran de tres o cuatro horas, pero tras ver a la velocidad que iban las motoras, creo que es mejor conocer el Delta con un vapor tan lento como el Lolita.
Cenamos en una pizzería cercana al hotel. Camino de la misma, al igual que la víspera, había un ring y combates de boxeo cerca de una tienda de H&M. Público de todas las edades, sobre todo familias. Se oían las voces de los entrenadores y ayudantes de cada boxeador. Aguantamos únicamente un asalto, porque se hacía desagradable ver aquella pelea en aquel ambiente. Más adelante, nos encontramos con un grupo de boxeadores, chavales de 16-18 años, calentando a la espera de su momento para subir al ring.
Errumania (II): Bucovina-Slanic Moldova-Danubioren Delta, apunte hau euskaraz.
Nota del 8 de diciembre: mi intención era contar algo más sobre la visita a Bucarest, pero he releído las notas que tomé y no hay nada del otro mundo en ellas..
Llegamos el viernes 2. Habíamos reservado un hotel en el centro (Hotel Elisabeta), dejamos allí las maletas y nos fuimos a entregar el coche al aeropuerto. Ya por la tarde, al anochecer, tratamos de encontrar la Parte Vieja, pero no dimos con ella.
El sábado por la mañana visita al Palacio del Parlamento, comimos cerca de allí, una vuelta más por las cercanías y, finalmente, sí que dimos con la Parte Vieja al atardecer. Desgraciadamente estaba repleta de terrazas y turistas.
El domingo por la mañana nos fuimos caminando hasta el Arco del Triunfo (está en una zona que le llaman Pequeño París). Muy recomendable el Parque Herastrau: amplio y con un gran lago. La cena la hicimos nuevamente en la Parte Vieja.
Y el lunes día 5 cogimos el vuelo de regreso.
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