Somos especialistas a la hora de hacer ruido. Alguien me dijo recientemente que España y Brasil son los dos países más ruidosos del mundo. No sé si el dato es fiable, pero no me resulta extraño.
Los vascos vamos de la mano de los españoles en esta cuestión. Si entras en cualquier bar, es tremendo comprobar lo que les gusta a muchos bareros poner música mala y ruidosa, incluso cuando sólo hay txikiteros, incluso cuando todos los clientes estamos comiéndonos un bocata, incluso cuando no tenemos ninguna gana de bailar. Cuando escribo esto, tengo un pueblo del litoral vasco en la cabeza. No lo citaré, porque los demás también son parecidos.
Unos amigos le pusieron Esan Ozenki (Grita / Dilo fuerte) a su discográfica. Ixilik (En silencio) es el nombre de una asociación creada por vecinos de la Parte Vieja donostiarra para protestar por el ruido que se genera en esa zona.
Entre Esan Ozenki e Ixilik hay un camino que podemos transitar. Mientras tanto, tendremos que crear empresas exportadoras de ruido. Los brasileños, al menos, convierten muchas veces ese ruido en música y lo extienden por el resto del mundo.
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