Hacía tiempo que no le hincaba el diente a la traducción de material publicado originalmente en euskera. Y no lo he hecho porque últimamente estoy liado (no me voy a repetir, pero quienes seguís el blog sabéis por qué lo digo).
Sin embargo, esta tarde de domingo he leído una muy buena entrevista de Kristina Berasain a dos corresponsales vascas: Itsasargiaren talaiatik (Desde la atalaya del faro). Y me he puesto a ello. A ver qué os parece.
Olatz Arrieta (Astigarraga, Gipuzkoa, 1971) trabajó en los 90 un par de años en Moscú y, desde comienzos de siglo, trabaja para EITB: primero en Nueva York, ahora en Bruselas.
Ane Irazabal (Arrasate, Gipuzkoa, 1984) comenzó trabajando en Palestina y, sobre todo, a partir del 2011 con las primaveras árabes en Egipto, Túnez, Líbano, Jordania... Ahora tiene su casa en Italia, pero se mueve por diversas zonas. Es freelance y trabaja para la RAI y EITB, entre otros medios. Es la segunda vez que traduzco algo en lo que ella está por medio: la primera fue Ane Irazabal, desmitificando a los corresponsales de guerra.
Doble nota de edición:
1.- El título es un juego de palabras de la periodista Kristina Berasain (como veréis a lo largo de la entrevista), porque Olatz Arrieta y Ane Irazabal se fotografiaron subidas al Faro de Igeldo.
2.- La banda sonora de la traducción ha sido Mavis Staples. Me encantan, sobre todo, los tres discos producidos por Jeff Tweedy (Wilco).
Desde la atalaya del faro
Imagen: © Jon Urbe (Foku) para Berria.
Kristina Berasain.- Hubo un tiempo en que las luces de los faros servían para que los barcos se situaran, así como para salvar las vidas de los marineros. Dar información supone también dar luz. ¿Para qué sirve el periodismo?
Olatz Arrieta.- Sí, el periodismo consiste en dar luz, es una especie de guía para entender qué pasa en el mundo. La gran Historia se hace con las pequeñas historias de cada día y hace falta perspectiva; por eso el periodismo no se acabará nunca. El papel que el periodismo juega en una democracia es tremendo. Creo que el trabajo de los periodistas es muy importante, porque la democracia está en juego. La base de un estado democrático es un periodismo independiente y libre, un periodismo que cuenta lo que realmente está pasando, un periodismo que crítica lo que sucede, un periodismo que da voz a quien no la tiene... Es uno de los parámetros que se utiliza para medir si un país es o no es democrático: ¿los periódicos son libres? ¿son independientes? ¿hay censura?
Ane Irazabal.- Yo creo que vale para comunicar lo que está pasando. Sirve para despertar conciencias y abrir los ojos, pero creo que muchas veces le damos una misión mesiánica a nuestro oficio, y no la tiene. Uno de los errores que cometemos los periodistas es el de ir a un sitio y decir que vamos a ayudar, porque tenemos que asumir que, en la práctica, nuestra capacidad de cambiar las cosas es muy limitada. Sucede muy de vez en cuando y debemos ser claras. Las personas refugiadas me preguntan a menudo si sirve para algo hablar conmigo, y yo prefiero decirles la verdad, y explicarles que no lo sé, pero que, al menos, intentaré,dar a conocer su historia.
Kristina Berasain.- Cada faro tiene su código. El periodismo también tiene su código deontológico y, quizás, también tiene el suyo cada periodista. ¿Cómo es vuestro código?
Ane Irazabal.- Para mí, el código es la honestidad. Creo que la clave consiste en ser honestas y fieles a lo que has visto, porque no existe la objetividad.
Olatz Arrieta.- Así es. Cada persona ve la realidad con sus gafas, pero hay que ser honesta. Pasa muchas veces que dicen «esto es rojo», pero tú has ido a verlo y no, es verde; sin embargo, hay una presión tremenda para que eso siga siendo rojo. Cada vez es más difícil enfrentarte y decir: «no, esto no es así». Hay una tendencia creciente a simplificar las cosas. Parece que las cosas son negras o blancas, pero jamás lo son: todo es gris, en todas partes, en el periodismo y en la vida, y explicar los grises resulta complicado, porque requiere tiempo; suceden cosas contrapuestas y hay muchos intereses por medio. Hay que respetar siempre el código deóntológico, pero me parece que cada vez se tiene menos en cuenta.
Kristina Berasain.- Se han creado muchos mitos en torno a los faros, igual que alrededor del periodismo. Quizás la realidad no sea tan romántica...
Ane Irazabal.- Hoy día, nuestro trabajo es muy mecanizado y muy parecido a cualquier otra profesión. Ha desaparecido el periodismo de la época de Manu Leguineche y de Ryszard Kapuscinski. Ahora, a veces hacemos las noticias como churros. Tienes que ser muy disciplinada a la hora de trabajar para la radio, la televisión y la prensa escrita.
Olatz Arrieta.- Sí. Todo se hace muy rápido. Falta periodismo slow. Los buenos reportajes necesitan tiempo, y nuestra realidad cotidiana es muy rápida. Cada vez es más normal dar la información y contrastarla después. Antes se esperaba a que fuera contrastada; ahora, se lanza y, si luego hay que desmentirla, se desmiente. No es bueno para el periodismo, porque hay riesgo de perder credibilidad. Crea desconfianza. Hay una especie de obsesión por ser el primero a la hora de dar la noticia.
Ane Irazabal.- Ahí se ve el carácter de cada periodista. Hay quien se lanza muy rápido a la piscina, pero, en general, cada vez se tira más hacia el sensacionalismo. En Italia, por ejemplo, tienen una titularitis grandísima. Son muy catastrofistas.
Kristina Berasain.- Al igual que los fareros son mitificados por la literatura, pasa lo mismo con los periodistas, ¿no?
Olatz Arrieta.- Sí. Y por ello la profesión es también atractiva. Seguimos alimentando ese mito y a nosotras también nos gusta. Nuestro oficio tiene mucha similitud con otros muchos, pero cuando a la gente le dices que eres periodista, despierta una fascinación que no despiertan otras profesiones.
Ane Irazabal.- Sí. Y luego hay otro mito, difundido por el propio Kapucinski: ese que dice que hay que ser buena persona para ser buen periodista. Y es totalmente falso. Yo he visto a grandes periodistas que son malísimas personas, muy crueles... A medida que pasan los años, algunas nos convertimos en más ácratas, más cínicas; hay periodistas que parece que son muy sensibles, pero cuando los conoces... Hay muchos periodistas que siguen alimentando el mito y puede que nosotras también debamos desmitificar nuestra profesión.
La pasión del oficio
Kristina Berasain.- Las periodistas, como los fareros, deben vivir su oficio con pasión. ¿Lo vivís vosotras de esta manera?
Olatz Arrieta.- Sin duda. El trabajo periodístico es muy esclavo, metes muchas horas, pero te lo pasas de miedo. Yo al menos, aunque esté reventada, suelo estar contenta. Es verdad que hay noticias con las que sufres, porque te afectan, pero, cuando vives la profesión con pasión, es tanto para lo bueno como para lo malo.
Ane Irazabal.- Yo también la vivo con pasión, pero también te enfadas, y mucho. Es que este oficio sin pasión sería imposible.
Kristina Berasain.- Los fareros están habitualmente solos. Las corresponsales y las freelance también están solas ante el peligro, tal y como lo están los fareros ante las tormentas.
Ane Irazabal.- Es cierto. Es un trabajo muy individualista y, muchas veces, hay una gran competencia, sobre todo entre los freelance, aunque al mismo tiempo también hay una gran solidaridad. Por ejemplo, surgió una gran solidaridad entre la generación más joven que nos conocimos en El Cairo, pero sí es cierto que hay un individualismo muy grande. Además, muchas veces son los propios medios quienes imponen la competencia.
Olatz Arrieta.- Cuando trabajamos como corresponsales en el exterior, también estamos muy solas. Solo los grandes medios disponen de dos periodistas en la misma ciudad; por tanto, pasas muchas horas sola, en un país que no es el tuyo. En Bruselas, al final, los corresponsales hemos creado una gran redacción; pasamos muchas horas juntos, esperando a que acaben las cumbres y nos ayudamos mucho entre nosotras.
Kristina Berasain.- Hoy en día, los faros tienen una función simbólica, porque los barcos van equipados con GPS. El periodismo también ha cambiado estos años. ¿Cómo véis su evolución y las consecuencias de esa evolución?
Ane Irazabal.- Yo solo he conocido esto. La precariedad, la falta de medios, las nuevas tecnologías... Empecé a trabajar en el 2011, en mitad de la crisis, y es lo único que he conocido.
Olatz Arrieta.- Yo estoy pasando una especie de duelo. Me he dado cuenta de que ha terminado una época. No había Internet cuando empecé. Cuando estaba en Rusia, no había teléfonos móviles y, para hacer una llamada internacional, había que pedir línea. Ahora estamos en la época de las restricciones. La televisión es un equipo de trabajo: cámara, productora, jefa de sección... La periodista es una parte de esa cadena, pero cada vez trabaja menos gente ahí. No hay productoras en la información internacional y las cámaras (las personas) van camino de desaparecer. La periodista es quien ejerce de cámara, con su móvil, plantando un trípode. La tecnología ha supuesto el fin de una época. Y hay que aceptarlo. Y adaptarse. No se puede hacer nada contra el cambio tecnológico, pero hay que aferrarse a la base del periodismo. Una noticia tiene que responder a las cinco w-s y eso no va a cambiar, al igual que hay que contrastar la información; siempre hay que ir a la fuente y, en la medida de lo posible, buscar testigos directos.
Ane Irazabal.- El problema es que, a menudo, no tienes tiempo de hacerlo todo tú: el trípode, la luz, el sitio...
Olatz Arrieta.- Sí. Y además tú no eres una profesional en ese apartado. No se puede comparar la fotografía que hace una fotógrafa y la que haces tú. Y también hay intrusismo y puede incluso que haya gente que no cumpla determinadas leyes y normas de la profesión: no mentir, contar lo que se ve, responder a las cinco preguntas, citar las fuentes...
Ane Irazabal.- Sí. Y trabajamos para prensa, radio y televisión, muchas veces simultáneamente, y cada una tiene sus códigos, sus tempos... Y el hecho de tener que trabajar deprisa....
El hecho de ser mujer
Kristina Berasain.- Los fareros han sido siempre hombres. También en el periodismo los referentes son masculinos. ¿Véis cambios desde el punto de vista de género?
Ane Irazabal.- Sí y no. En general, en la sociedad hay una ola o un movimiento, pero hay mucho por hacer aún. A las mujeres nos enjuician por lo que podemos hacer, sin tener en cuenta lo hecho anteriormente; a los hombres, sin embargo, por lo que han hecho. Creo que el periodismo es todavía una profesión controlada por los hombres.
Olatz Arrieta.- Está cambiando a mejor, pero acudo a muchas ruedas de prensa y todavía no somos más de dos las mujeres presentes. En nuestro grupo hay en la actualidad seis corresponsales y solo dos somos mujeres: Olatz Simon y yo. La imagen que tenemos de los corresponsales es la de un señor de pelo cano y traje. Ese es el referente.
Ane Irazabal.- Olatz Simon y tú habéis sido mis referentes. Yo aún estaba en la universidad cuando vosotras ya salíais en la televisión: tú en Nueva York y Olatz en Pekín. Eráis mis modelos y me decía para mí: «Si ellas lo han conseguido, ¿por qué no lo voy a lograr yo?».
Olatz Arrieta.- Sí. Yo también tenía referentes femeninos: Pilar Bonet (El País) y Nuria Ribó (TVE).
Ane Irazabal.- Y Christiane Amanpour, quizás la referente más importante en el campo internacional. Y Rosa María Calaf. Pero en el País Vasco también ha habido modelos a seguir, al menos yo sí los he tenido. Ahora bien, se dice que cada vez hay más mujeres entre las corresponsales que acuden a las guerras o sitios conflictivos, pero desaparecen a partir de cierta edad. Por ejemplo, las mujeres mayores de 35 años que están en Jerusalén no tienen pareja o han decidido no tener hijos. No sé si es la sociedad, que te lleva a elegir profesión, o tú misma, o ambas cosas, como si el hecho de ser corresponsal y madre fuera algo incompatible.
Kristina Berasain.- Olatz, tú eres madre.
Olatz Arrieta.- Las mujeres corresponsales. Ahí hay un libro. Hay grandes historias. En urgencias, con el hijo asmático, entubado, mientras la madre, a su lado, escribe la crónica. Yo dejé de trabajar una semana antes de dar a luz y volví mes y medio después del parto. Entraba en directo con el cochecito del crío al lado. Estábamos un montón de periodistas delante de la sede las Naciones Unidas haciendo directos y yo, siempre con mi hijo; le daban caramelos.
Ane Irazabal.- [Risas] Pero con eso hay mucha hipocresía. A mí me decían a menudo: «Qué bien ahora de un lado para otro, pero, cuando tengas hijos, deberás cambiar de vida y tener un trabajo más serio o asentado». Y claro, eso es algo que jamás se le dice a un hombre.
Kristina Berasain.- Seguramente no le haríamos ese tipo de preguntas a un periodista (hombre)...
Olatz Arrieta.- Para mí lo peor es cuando estás charlando con un periodista, igual en la cafetería, sobre el brexit o sobre lo que sea, y tú empiezas a hablar y él te corta. Les cuesta escuchar a las mujeres. Actúan como si lo que nosotras tenemos que decir no fuera importante y eso me parece una falta de respeto muy grande.
Ane Irazabal.- Sí. Y hay tendencia a juzgar solo por el hecho de que eres una mujer. Los hombres van dos meses fuera y nadie los juzga. La televisión es muy cruel con las mujeres. Porque la tendencia a juzgarnos es totalmente estética. No se pone atención a lo que decimos, sino a nuestra ropa, peinado o maquillaje. E incluso te lo dice la gente cercana.
Olatz Arrieta.- Sí. También lo hace mi madre. No te dice lo bien que has explicado algo, no: se fija en tu chaqueta. Y también sucede entre nosotras. En Bruselas, es frecuente decirle a la gente cercana: «Has salido muy guapa». Y es muy fuerte.
Ane Irazabal.- Yo me fui a Idomeni con una mochila pequeña, pensando que solo estaría dos o tres días, pero finalmente estuvimos un mes. Todos los días hacía mi directo con un abrigo rojo. Volví muy tocada psicológicamente. Salí un día a la calle con mi madre y nos encontramos con una amiga suya. Sin preguntarme qué tal estaba, me dijo que salía todos los días con el mismo abrigo. Me eché a llorar.
Kristina Berasain.- ¿Alguna vez vuestro trabajo se ha visto condicionado por ser mujeres?
Ane Irazabal.- Sí. La falta de respeto más grande que he sufrido fue una vez que acudí a entrevistar a un hombre y él se puso a flirtear conmigo. Seguramente se creen que te están echando flores, pero es una tremenda falta de respeto. O hacer una pregunta y que no te tomen en serio. Para mí son las peores faltas de respeto. Te sientes totalmente humillada. Estos micromachismos son los peores. No lo es que te vayas a la plaza Tahrir y te toquen el culo, eso que luego aparece en los titulares de prensa; las pequeñas cosas cotidianas son peores.
Olatz Arrieta.- A mí me ha pasado ir a entrevistar a un hombre y que él se dirija a mi cámara para decir cómo quiere que se hagan las cosas, y solo porque era un hombre. En Nueva York, en la ONU, dependiendo de la embajada a la que ibas, otras mujeres periodistas te ponían sobreaviso: «Ten cuidado con ese, porque tiene la mano larga». Es vergonzoso. Ahora reaccionaría de otra manera, porque nosotras también nos hemos ido concienciando, pero antes igual te ponías al otro lado de la mesa sin decir nada. Ahora hay otra conciencia y hay cosas que están cambiando, pero los comportamientos machistas cotidianos están ahí.
Kristina Berasain.- También hay más mujeres en política, aunque todavía el poder sea un ámbito muy masculinizado. ¿Tenéis dificultades para encontrar mujeres?
Olatz Arrieta.- Yo siempre trato de entrevistar a mujeres y a hombres en la misma proporción. Las cosas están cambiando. Recuerdo cuando nombraron a Madeleine Albright secretaria de estado. Fue tremendo. O lo de Hillary Clinton.
Ane Irazabal.- Italia está muy atrasada. Hay muy pocas mujeres en política. De todas maneras, quiero decir que ser mujer tiene un valor añadido en la cuestión de las personas refugiadas, por ejemplo, ya que acudir a las mujeres resulta más fácil.
Kristina Berasain.- Has trabajado en Oriente Próximo, Ane. ¿Cómo ves allí a las mujeres?
Ane Irazabal.- Creo que estos últimos años ha habido un retroceso y no me refiero a los estereotipos que tenemos. Es decir, creemos aquí que se ha dado ese retroceso porque las mujeres usan ahora hijab o niqab, algo que no sucedía hace 30 años; pero más allá de esto, veo un retroceso en los roles de las mujeres, porque hubo una época en la que tenían una posición más fuerte en los movimientos liberadores. Ahora la influencia del wahabismo es enorme. La influencia de Arabia Saudí. Y ya ha llegado a Europa. Lo podemos ver en los Balcanes: están construyendo un buen número de mezquitas y eso tiene una relación directa con la mentalidad, con el pensamiento.
Las personas refugiadas
Kristina Berasain.- Habéis tratado esta cuestión desde dos puntos de vista: Ane, tú has informado sobre las personas que estaban en camino hacia Europa, mientras los estados levantaban muros y cerraban fronteras; Olatz, tú has estado en las cumbres gubernamentales donde se decidía poner esas barreras. ¿No es deshonesto?
Olatz Arrieta.- Sí. Y es muy duro escuchar a los dirigentes hablar de las personas refugiadas. Por ejemplo, cuando Donald Tusk [presidente del Consejo Europeo] dijo aquello tan tremendo de «Don´t come to Europe (No vengáis a Europa)». Hay que contextualizarlo, claro, porque él es polaco. Está en el este europeo, fuera del eje que ha sido el cogollo de la unión, y la experiencia histórica de esos países tiene un gran peso en la actitud que ahora tienen con todo lo que está pasando. Es muy duro. Y te das cuenta de a quién se dirigen: a los aliados, a los votantes... Somos 510 milllones en Europa y este año han entrado 60.000 personas por el Mediterráneo. ¿Pero en el siglo XIV? La migración es un fenómeno que ha habido siempre; pero ahora se ha politizado. En Bruselas se han dicho cosas tremendas y da miedo ver cómo se han endurecido las políticas, las prácticas y los discursos. Y es porque tienen miedo. Tienen miedo de que se extienda lo que ha sucedido en Italia.
Ane Irazabal.- La crisis económica europea y esa enemistad con respecto a las migraciones están muy unidas. Los estados miembros, sobre todo la socialdemocracia, han sido incapaces de hacerle frente a la crisis y eso ha traído consigo la necesidad de crear un enemigo. Y el enemigo es el foráneo, quien viene a quitarnos el trabajo. La extrema derecha ha sabido capitalizar ese enfado. La izquierda ha sido incapaz de darle una respuesta humana a este fenómeno. Se ha desarrollado un discurso muy simple, y la mayoría de los dirigentes, para hacer frente a la extrema derecha, se han mimetizado con ella, apropiándose de su discurso. Y estamos hablando de una guerra entre pobres. Bruselas ha demostrado muy poco humanismo.
Olatz Arrieta.- Y en esa guerra contra los pobres ha perdido la información. Se extienden las opiniones y la propaganda, pero no los datos. Todas las instituciones señalan que la migración es muy positiva para la economía, sobre todo en esta Europa tan envejecida. En Alemania hace falta gente.
Ane Irazabal.- Merkel fue muy clasista: solo aceptó personas muy cualificadas. Y no hay que perder de vista dónde están la mayoría de los refugiados. Los sirios están en Turquía y Líbano, no en Europa. Y mira cuántas personas refugiadas hay en África. Y el mayor campo de refugiados actual es Kutupalong, en Bangladesh. Allí hay miles de rohingyas que han huído de Myanmar. No sé en qué estamos.
Olatz Arrieta.- Sí. Y hay que mirar a largo plazo. Hay que hacer una política migratoria a largo plazo.
Ane Irazabal.- Sí. Y los periodistas también tenemos que hacer autocrítica, porque falta contexto. Salvini [ministro italiano de Interior] está contando mentiras día sí, día también. Afirma que hay una invasión en Italia, pero en los últimos quince años un millón y medio de jóvenes han abandonado el país.
Kristina Berasain.- Es notorio que, en esta cuestión de las personas refugiadas, la Unión Europea ha echado por la borda los valores del momento de su creación. ¿Qué opináis al respecto?
Ane Irazabal.- Es vergonzoso.
Olatz Arrieta.- Pero Europa no existe. Europa son 28 estados miembros, y son esos países los que han decidido que no desean hacer nada juntos en la cuestión de los refugiados. Cada estado hace lo que quiere. No hay una política común europea en este ámbito. Se culpa a la Unión Europea, pero son los estados los responsables.
Trump
Kristina Berasain.- La crisis de los refugiados tiene su origen en decisiones tomadas por Estados Unidos. Olatz, tú estabas en Nueva York cuando tuvieron lugar los atentados del 11 S y luego vinieron las invasiones. Y ahora, Trump. ¿Cómo ha cambiado el mundo?
Olatz Arrieta.- En el 2001 se vio que el mundo iba a cambiar. Esa era la sensación tras los atentados. Pero también comenzaron a cambiar los Estados Unidos, no solamente el mundo. Y Trump es consecuencia de ello. Fueron los estadounidenses marginados por la globalización quienes votaron a Trump. Y hay una sensación de que este hombre va a cambiar las cosas. Todavía es pronto para decirlo, pero los movimientos que ha hecho son a peor, porque está desestabilizando todo. Puede ser bueno para Rusia y China. Aún es un país hegemónico, pero ha comenzado a mirar para dentro, y eso puede llevarle al aislacionismo. Por ejemplo, el vacío que ha dejado en Siria lo ha ocupado Rusia. Y China también ha empezado a tomar posiciones. Hace transacciones, porque es un hombre de negocios. Y en Europa hay sitios que están copiando ese modelo; no hay más que ver a los dirigentes de Chequia y Hungría. Y Trump tiene una relación mala con Merkel porque es una mujer.
Ane Irazabal.- Sí. Y parece que no tiene ideología política. No sabes muy bien en qué está metido y eso da miedo. Hacen falta años para asentar una cultura política en una sociedad, pero se puede poner patas arribas de un día para otro. Sucedió con Berlusconi. Sus quince años en el poder han sido catastróficos para Italia. Y las consecuencias están a la vista. Y Trump va por la misma vía.
Kristina Berasain.- Olatz, tú haces macroperiodismo. Ane, tú quizás más microperiodismo, un periodismo más humano. Olatz ha citado a Tusk. ¿Qué imagen se te ha quedado a ti clavada, Ane?
Ane Irazabal.- Una niña llamada Mirmir. La conocí en Idomeni cuando tenía 5 años y ahora tendrá unos 7. La última vez que la vi fue cuando desmontaron el campamento y no sé nada de ella. Me acuerdo mucho. Era de Alepo y no había ido nunca a la escuela.
Kristina Berasain.- ¿Os conocíais?
Ane Irazabal.- Nos conocimos en Francia, en las manifestaciones posteriores al atentado contra Charlie Hedbo. Estaba en París visitando a dos amigos. Estuve trabajando para Telesur.
Olatz Arrieta.- Sí. A mí me enviaron desde Bruselas y fue allí donde me encontré con Ane.
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