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2009/01/22 23:45:00 GMT+1

Miel Anjel Elustondo entrevista a Txarly Martínez de Bujanda

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Vuelvo a traducir una entrevista aparecida en la revista Argia. El entrevistado es Txarly Martínez de Bujanda, capellán de la cárcel alavesa de Nanclares de Oca, lugar donde en los últimos años han muerto trece reclusos. Pongo aquí mi traducción (euskara-castellano). Sobran los comentarios.

Txarly Martínez de Bujanda: "Cuantas más cárceles haya, más gente meterán dentro"

Es el capellán de la cárcel de Nanclares de Oca (Álava). Trece muertos en tres años. “Quien a la cárcel va, su tumba encuentra”. Cárcel mortal. Entra y sale Txarly, sin embargo, el animoso cura del lugar.

Elustondo: Dicen que tu trabajo consiste en cuidar a los presos…

Txarly: La pastoral y la evangelización han de cuidar a las personas. La persona tiene muchas facetas y hay que ocuparse de todas. El lado espiritual –que puede ser muy importante en la cárcel- y el material –que es muy importante en la cárcel. ¿Un ejemplo? Llevar al preso una pila para el reloj, para que disponga de ella al día siguiente o a la semana de haberla pedido y no al mes o a los dos meses y que mientras tanto esté sin reloj porque el recadista no le lleva pilas. O hacerle llegar un paquete, algo que me ha enviado a mí su madre para que se lo entregue en mano, porque no se aceptan los paquetes postales. ¿Que la familia que vive en las Islas Canarias quiere enviar mantas al hijo ahora que viene el invierno y quieren que el hombre esté caliente? Me remite a mí el paquete, porque no llegaría por correo. Cuido ese aspecto material, pequeñas cosas del día a día, que le pueden dar algo de esperanza a quien está dentro. También el otro lado, claro, charlar durante un rato y reírte –en la medida de lo posible-, o estar al lado del preso a quien acaban de agrandar la pena, para darle apoyo.

Elustondo: Pilas, paquetes… ¿La cárcel no tiene nadie que se ocupe de esas cosas?

Txarly: La cárcel tiene su psicólogo, su recadista, sus trabajadores… pero a veces no llegan o no quieren llegar… Hace poco me dijeron: “Txarly, fulano sale a la calle el día 23. Necesita el billete de autobús para irse a casa. Tenemos dos opciones: que tú lo compres hoy o que se lo encarguemos al recadista para que lo compre cuando pueda”. En esos casos es mejor que me ocupe yo, porque no se sabe cuándo lo traerá el recadista, porque acudir a la estación de autobuses no está en su ruta o vete tú a saber porqué. Son muchas cosas, muchos presos, muchas peticiones… ¿Que la institución penitenciaria debería encargarse de ello? Creo que debería hacer más cosas de las que realiza, pero no las hace porque se ocupan las ONGs u otras personas que están allí. Como nos ocupamos otros, la cárcel pasa de ejercer su labor.

Elustondo: La cárcel pasa de muchas cosas.

Txarly: De todo lo que puede. Creo que los que estáis fuera, estáis equivocados. En primer lugar, los presos no son tan malos como los pintan. Han cometido errores, como todos, pero una ley determina que sus errores son delito y están dentro, castigados. El ambiente de la cárcel es tranquilo, agradable, te ríes y haces bromas con los presos. Por otro lado, en cuanto a los funcionarios, hay de todo, como en el clero, entre los periodistas… De todos modos, la mayoría de los funcionarios no tienen nada contra los reclusos. Cumplen con su trabajo y, si nadie les fastidia, ellos tampoco andarán fastidiando a nadie. Dicen: “Te ha metido el juez, no yo. Quiero que salgas de aquí cuanto antes. Cada uno tiene su sitio aquí: tú preso, yo funcionario”. Así, la cárcel no es tal y como la imaginamos desde fuera.

Elustondo: Hay varias constantes en el perfil que he leído de los presos: mala salud, delitos relacionados con las drogas, precariedad económica, falta de estudios, la mitad de las mujeres son madres…

Txarly: Más de la mitad… El 75% de los presos, tanto hombres como mujeres, que han abandonado la cárcel este año entraron por delitos relacionados con las drogas; o por robos. Robos por estar drogados o para conseguir droga. En Nanclares no hay nadie que haya robado para hacerse rico. Bueno, quizás tres. Todos los demás, porque estaban hasta arriba de droga o porque necesitaban droga y han robado. Es decir, son gente que ha ido a la gasolinera o al banco y han robado 100 o 200 euros. O han robado una bolsa valorada en mil euros y la han vendido por cien, porque era lo que necesitaban para comprar droga. Esto es así: ¡lo de la droga es vergonzoso! Hoy, es más barato matar a alguien que cometer un hurto menor. Y no están al mismo nivel. Hay gente que ha apaleado a una persona, se han dado a la fuga, los han pillado, ingresan en prisión y salen con una pena de ocho años. Y hay gente que ha cometido un hurto o robo menor, por una dosis, pero como los han pillado una, dos, tres veces, penan quince, dieciocho o veinte años de condena. No es lógico. No son grandes criminales, ni grandes ladrones… Por avatares de la vida han caído en el mundo de la droga y han terminado en la cárcel. Muchos tienen mala salud, otros muchos la perderán allí inútilmente, porque la cárcel no es un sitio saludable y es fácil contagiarse: el colectivo penitenciario está muy enfermo, muy pillado, las medidas sanitarias son escasas… En la sociedad, la hepatitis o el SIDA pueden ser enfermedades graves. En la cárcel, peores, la enfermedad más grave es la tuberculosis. ¡Una enfermedad que está prácticamente desaparecida fuera! Pues en la cárcel conviene hacerse las pruebas de vez en cuando.

Elustondo: ¿Qué sucede cuando muere un preso?... Y luego otro más, y un mes después otro, y otro más… En tres años, murieron trece en Nanclares.

Txarly: Sí…

Elustondo: Según Salhaketa, varios presos fueron traslados a hospitales para que figuraran como muertos fuera…

Txarly: Sí.

Elustondo: ¿Cómo es posible eso?

Txarly: ¿Que cómo es posible? En la cárcel todo es posible. Hay un médico en la prisión y ha dicho más de una vez: “¡Lo raro es que no suceda más veces!”. Fuera, se suicidan cuatro de cada mil personas. En la cárcel, diecisiete de cada mil. ¿Por qué se suicida un preso? Las razones son múltiples y variadas. Que un preso se suicide es un drama. Para todos. Es peor para los funcionarios, aunque sólo sea por el jaleo que se monta. No sé si se preocupan por el muerto, pero sí que lo recuerdan, porque la cárcel recibe un fuerte golpe. Los funcionarios en general, los últimos que le vieron, los que hacían el recuento y lo encontraron muerto, los subdirectores, el director… Todos tienen que dar explicaciones y se analizará si cumplen bien con su labor. La situación es tremenda. Entre los presos, les duele mucho a los allegados del fallecido, pero, al mismo tiempo, hay mucha despreocupación. “¡Bastante mal estamos como para castigarnos más!” dicen muchos. Uno se suicida y no hay explicaciones. Luego, “parece ser… dicen que… se enfadó con un funcionario… le amenazaron con trasladarlo a Salto del Negro… dicen que le dijo que le había dejado su novia… dicen, dicen, dicen…” Nadie sabe nada. Pero ruido sí, eso seguro.

Elustondo: Nanclares, cárcel mortal. Trece muertos en tres años.

Txarly: En Nanclares se tensó mucho la cuerda. Y tras presionar tanto a los presos, para que fueran chivatos o para esto o lo otro… pues entonces sucede lo que sucedió: una relación de muertos. Algunos prefirieron quitarse del medio antes de que la cosa fuera a peor.

Elustondo: Trece, en tres años. Son muchos.

Txarly: No sé si son muchos. Uno ya es un montón. Estoy convencido de que en otras cárceles murieron muchos más sin que nadie se enterara. Pero en Nanclares se sabe. Ése es el problema. Problema en el mejor de los sentidos. Mueren dos en Topas (Salamanca) y la noticia sale en breves, una columna a la derecha que nadie leerá. Más de uno dirá: “¡Dos menos!”. En Nanclares muere alguien y siempre hay una asociación -Salhaketa– que se entera. Diariamente hay muchos internos que salen de Nanclares, con permiso o a los talleres o lo que sea, y fuera se sabe lo que pasa dentro. La prensa se hace eco de la noticia. En otros sitios no, pero aquí sí.

Elustondo: ¿Es una nueva prisión la solución?

Txarly: No. Eso lo sabe hasta el más tonto. Y no lo digo yo, sino un funcionario o un subdirector. “La cárcel de Nanclares no vale para nada. Es un estercolero social. Nos mandan lo que no quiere nadie y pretenden que nosotros los cojamos y hagamos algo bueno con ellos. La sociedad sólo quiere lavar su conciencia, nada más”. Eso es lo que dice el 90 % de los funcionarios. En cuanto a la nueva cárcel, el lugar no es adecuado, da al sur, es un sitio oscuro, umbrío… Es decir, cumple con todas las condiciones que no debe tener un edificio. Pero aunque se construya la mejor de las cárceles, en un buen sitio, con piscina y tal, la cárcel no arregla nada sino que lo complica. Una persona entrará con buena salud en prisión y saldrá destrozada. Es muy probable. Hay que cambiar el trayecto. Puede que la cárcel fuera un buen invento en su época, cuando te cortaban la mano por robar, pero hoy es hora ya de ver y hacer las cosas de otra manera. La cárcel, por otro lado, es un negocio redondo y, por lo tanto, es difícil parar su construcción.

Elustondo: La cárcel es un negocio.

Txarly: Un negocio redondo para quien la construye. Están en juego muchos millones. Un preso tiene un presupuesto de diez, quince millones de pesetas. Mil presos, quince mil millones. Así se hacen las cuentas. No hay que ser un genio de las matemáticas. Quince mil millones por su construcción. Dejando a un lado a los funcionarios y demás. Una vez escuché que mantener anualmente un hospital costaba tanto como construirlo. Y la cárcel es algo parecido. Los funcionarios, los vigilantes, el resto del personal… Es un hotel, 24 horas, 365 días al año. Un negocio redondo. Y el negocio más redondo consiste en privatizar las cárceles.

Elustondo: ¿La privatización?

Txarly: En el caso de los menores, todas son privadas. El Gobierno Vasco dispone de un centro. Los demás están en manos de ONGS, manos privadas.

Elustondo: Soluciones…

Txarly: Te han hecho la prueba de alcoholemia. Positivo. “Te hemos pillado. ¿Dónde vives?”. “En Arana, 9”. “Deja el coche aquí mismo”. Le han puesto un cepo a tu coche para que lo vea todo el mundo. Si te pillan por segunda vez, te vas a acordar. ¿Que hay que ponerte la pulsera? Así lo haremos, para que vayas al trabajo y estés en casa a las 6:00 de la tarde hasta las 7:00 de la mañana del día siguiente, para que vuelvas a ir al trabajo. Si llevas bien la pulsera, podrás estar con tus amigos, verás a tu mujer, trabajarás… Que no llevas bien la pulsera, ¡a dormir a la cárcel! Pero todas las mañanas a trabajar, para que no pierdas el empleo. A la quinta vez, al agujero, te meteremos dentro… ¡pero a la quinta! Ahora no, ahora vas adentro a la primera. Y luego, cuando has perdido tu trabajo, cuando has perdido a tu familia, a tus amigos… Cuando lo has perdido todo, a la calle, ¡libre! ¿Para qué? El preso que sale tiene la ilusión del recién casado. Pero una vez que has abandonado la prisión, ¿qué? ¿dónde vivir? ¿con quién? ¿con qué dinero?... Al final, incluso te lo dicen: “¡Prefiero estar dentro!” Sin empleo, sin familia, sin amigos… ¿Qué puede hacer?

Elustondo: Es decir, que a tu juicio la clave es la reinserción.

Txarly: La cárcel tiene medidas de reinserción. A veces, me sorprende. Una persona que tiene una condena de diez años puede estar en la calle al año y medio o a los dos años. Aunque tenga una condena de diez años –normalmente por cuestiones de drogas-, es algo grande. Creo que esa es la mejor decisión, sacar lo más pronto posible a los internos. Irá a una asociación, a un comedor social… pero, ¿y el trabajo? Los extranjeros, por ejemplo, ahora no consiguen ni trabajo, ni papeles, ni nada de nada. Ahí está el quid de la cuestión.

Elustondo: Más cárceles, no.

Txarly: Cuantas más cárceles haya, más gente meterán dentro. Es increíble que en esta sociedad se haga una cárcel para mil reclusos y permanezca vacía. El problema no es construir cárceles, sino sacar a la gente a la calle. Debemos empezar a no meter a la gente a la cárcel, y a sacarla. Si comenzamos a no meter a la gente a la cárcel, no tendremos el problema que ahora tenemos.

Elustondo: ¿Tendremos que empezar a pedir la demolición de las cárceles nada más construirlas?

Txarly: No demolerán la vieja y construirán la nueva. Se han reído del diputado Mikel Mintegi en Madrid. No pararemos la nueva cárcel, aunque estamos y estemos en contra. Y tampoco liquidarán la vieja y la convertirán en residencia de ancianos, como dice el alcalde socialista de Nanclares… No sé lo que harán, si una unidad para madres, una cárcel abierta de tercer grado, un Centro de Reinserción o qué… pero seguirá de una u otra manera y Nanclares tendrá dos cárceles. Pero el problema es otro: antes, en el Estado español entraban diariamente en prisión diez personas; cuatro mil al año. En el 2008, entraron veinte personas al día; ocho mil al año. Y este año no serán menos, no hay forma, porque la ley (la última reforma legal) dificulta la salida de la gente, tiene más tiempo a los presos en las cárceles. Y como cada vez hay más gente en prisión, la cosa puede explotar en cualquier momento.

Elustondo: Tú dices “fuera, fuera, fuera”. Las autoridades, en cambio, “dentro, dentro, dentro”…

Txarly: Todos los que trabajamos en prisión estamos de acuerdo: no hay que meter, sino sacar. Pero la política y los políticos van en sentido contrario. Las razones son cualesquiera. Políticamente da votos meter a los drogatas en la cárcel. Que los políticos se pongan hasta las trancas con la coca vendida por los internos es otro cantar. Eso es otro cantar.

Escrito por: iturri.2009/01/22 23:45:00 GMT+1
Etiquetas: txarly_martínez_de_bujanda españa traducciones mielanjel_elustondo euskal_herria cárceles argia | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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