Basta con el titular: "Soy el último exiliado del franquismo". ¡Qué desfachatez!
Lo que hoy quiero es traer aquí un botón de muestra, uno de una larga de ristra de despropósitos, de cómo protegía este señor los derechos humanos.
En junio de 2008, Garzón envió a las hermanas Bruño a prisión acusadas de "un delito de colaboración con banda terrorista por
haber financiado voluntariamente a ETA con una aportación de 6.000
euros". Rubalcaba era el Ministro de Interior entonces.
Afortunadamente, no estuvieron mucho tiempo en la cárcel y fueron condenadas a 1 año y 3 meses de prisión, la cual no cumplieron (porque carecían de antecedentes y la condena no superaba los dos años). Ahora las ha absuelto el Tribunal Supremo (actualización del 6 de agosto: aunque como dice hoy Jurdan en Noticias de Gipuzkoa, Una absolución sin confirmar).
Me viene de perlas un artículo publicado por Javier Ortiz en el diario Público el 4 de julio de 2008 y titulado El impuesto impuesto.
"Va usted de noche por la calle, camino de su casa, y de súbito surge de la oscuridad un individuo que le apunta con una pistola. Pongamos que al asaltante le va lo clásico y que le espeta: “¡La bolsa o la vida!”. Usted, que prefiere la vida a la bolsa (es como lo de “¡Patria o muerte!”; no hay color) se saca la billetera del bolsillo y se la entrega".
"El tipo se escapa con ella y usted, todavía con tembleque en las piernas, se dirige apesadumbrado a la comisaría más cercana para presentar la preceptiva denuncia. Y resulta que el comisario, cuando oye su relato de los hechos, le dice que no tiene más remedio que denunciar su comportamiento ante el juez de guardia, porque bien podría ser que lo que usted ha hecho constituya un delito de colaboración con la delincuencia".
(...)
"Los jueces de la Audiencia Nacional que, a diferencia de los chefs y de la mayoría de los empresarios, no están la mayor parte del día indefensos y a tiro de cualquiera, pueden permitirse juzgar severamente la falta de heroísmo de los demás. Vaya personajes".
Pues eso: ¡vaya personaje!
Comentarios
Baltasar Garzón es el mismo personaje al que la izquierda chilena aplaudía a rabiar cuando en 1998, años después de que Pinochet hubiera perdido el poder en unas elecciones y lo hubiera entregado, manteniéndose como senador vitalicio, desencadenó el procedimiento contra el general golpista, máxima figura de la dictadura que gobernó Chile durante 17 años con gran dureza en la represión de las organizaciones izquierdistas, el MIR y el PC, en particular, y con numerosos casos de desapariciones, torturas y otras muy graves violaciones de Derechos Humanos; Pinochet era el comandante en jefe del Ejército de Chile con el Presidente Salvador Allende en el momento en que lo derrocó en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 –planeado fundamentalmente por la Marina y apoyado por las restantes armas y Carabineros- , después de que el Parlamento chileno continuara fuera de la órbita de la Unidad Popular, que tras las elecciones parlamentarias de marzo de ese año, alcanzó un meritorio 43,5% de los votos, mejorando en casi 7 puntos los resultados de las presidenciales que habían llevado al Dr. Allende a la presidencia en 1971. La oposición, agrupada en la CODE (Confederación de la Democracia), deseaba obtener dos tercios del Congreso. Si lo lograba, podría emitir una acusación constitucional contra Allende y destituirlo de la presidencia, pero no lo logró, quedándose en el 54,6% de los votos, lo que permitía bloquear leyes del Gobierno pero no intentar la destitución legal del Presidente.
En ese enmarañado clima institucional, con un convulso clima social, desabastecimiento, mercado negro, inflación del 140 %, huelga de los camioneros que paralizó el país, crecimiento de las organizaciones paramilitares armadas en derecha e izquierda, inaplicación de las resoluciones judiciales por la actitud adoptada por el propio gobierno de la Unidad Popular, intromisiones de USA y de la URSS en el marco de la guerra fría, crisis en la cúpula militar, un levantisco partido socialista dispuesto a emular al MIR y su doctrina de sobrepasar el marco de la legalidad burguesa aplastándola por la fuerza de las masas sublevadas, y el antecedente de la “tancada” de junio que se saldó con más de 20 muertos, la mayoría civiles. Fue lo más grave, antes del 11 de septiembre de 1973, en Chile; ocurrió el 29 de junio, cuando el Regimiento de Blindados (tanques) Nº 2, al mando del coronel Roberto Souper, rodeó el Palacio de la Moneda, en un fallido intento de golpe de Estado.
La primera experiencia de acceso al gobierno de un presidente marxista a través de las urnas, en un país occidental, concluyó mal, concluyó en un golpe de Estado y 17 años de dictadura de la que salió el país, por vía electoral, en 1990.
Baltasar Garzón es el mismo personaje que dirigió actuaciones contra el narcotráfico en Galicia, contra diversas organizaciones del mundo etarra, contra sus fuentes de financiación, de reclutamiento y de legitimación social, contra los responsables GAL sin llegar a despejar la X de su entramado, que abrió la posibilidad de que se levantaran en España cargos de genocidio contra funcionarios argentinos por la desaparición de ciudadanos españoles durante la dictadura argentina, que puso en marcha una investigación de las cuentas en el extranjero del segundo banco más grande de España, el BBVA, entre otras muchas actuaciones, incluida la relativa a las víctimas del franquismo. No conozco ningún estudio solvente sobre el grado de acierto de sus resoluciones medido por el número de ellas que no fueron tumbadas posteriormente a lo largo de la cadena procesal iniciada con su instrucción. Sin esa información no me aventuro a emitir juicio sobre su actuación profesional.
Más criticable me parece, a estas alturas, su viaje de ida y vuelta desde la judicatura a la judicatura pasando por la política como número 2 de Felipe González en las listas del PSOE por Madrid.
Ahí no le hizo un buen servicio a la independencia del poder judicial, en mi opinión.
No es el único juez que ha sido apartado de la carrera judicial tras haber sido procesado y condenado. Recuerdo el caso del juez Gómez de Liaño que no aceptando la sentencia de nuestros tribunales a raíz del caso Sogecable, acudió el 9 de junio de 2004 en demanda de tutela ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y obtuvo en 2008 una resolución favorable a su pretensión ('Sentencia' del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, secc. 3ª, de 22 julio 2008)
A mí, que no me gustan algunas de las actuaciones del hoy ex-juez Garzón, pero sí muchas otras, no me da arcadas el personaje ni siquiera conociendo la alta valoración que tiene de si mismo y la magnitud de su ambición, pero me parece una exageración de mal gusto el que se atribuya la condición de "ultimo represaliado del franquismo”.
Por otra parte y a cuenta de las pinceladas que he recordado sobre el caso chileno de 1973, quizás alguien en ETA y fuera de ETA haya tomado nota de que por la vía electoral, con mayorías no cualificadas, carece de viabilidad, en un país occidental, una alteración revolucionaria del panorama político, salvo que sirva de modo significativo a los intereses de la potencia hegemónica en la zona. Y por la vía insurreccional menos aún, porque ese supuesto pueden aceptarlo las potencias principales, USA, UK, Alemania, Francia,…si sirve para debilitar a Estados no aliados, caso de la ex-Yugoslavia como ejemplo paradigmático, pero lo abortarían, en mi opinión, si amenazara con introducir una inestabilidad añadida en su propia zona de influencia.
Resumiendo, el personaje Baltasar Garzón, ex - juez, no me da arcadas, pero reconozco que resulta ser de una compleja y laberíntica trayectoria, de gran ambición, no exento de serias contradicciones y con mucho campo por delante, además de una nada despreciable imagen pública, profusamente cultivada, dentro y fuera de España.
En cuanto al relato de Javier Ortiz, no dudo que le venga de perlas a usted, pero ¿no le parece que son perlas Majórica? Le reconozco el ingenio y la laboriosa artificiosidad del relato, pero le encuentro a faltar, irisaciones, volumen y peso específico para compararlo con las auténticas perlas.
Escrito por: Io.2012/08/08 01:24:6.107000 GMT+2
Como reconozco desde el comienzo del breve apunte, el señor Garzón me da arcadas: no puedo con él.
Ahora no tengo tiempo para contestarle. A ver si luego tengo ganas, porque hay puntos interesantes en su disertación.
Un abrazo.
Escrito por: iturri.2012/08/08 08:22:3.360000 GMT+2