El sábado por la mañana di un paseo que se ha convertido ya en habitual: subí a Igeldo y bajé por la pronunciada cuesta de Murgil. Dos horas.
Subí solo, pero con la compañía de un par de podcasts: Barruan gaude y Estamos dentro.
Juan G. Andrés ha comenzado ahora en el mundo profesional de los podcasts y su entrevistada esta semana ha sido la rapera vizcaína Elena Caballero, La Basu. Buena charla en castellano con un inicio problemático que afortunadamente no tuvo consecuencias fatales.
Pero para el apunte de hoy me viene mejor algo que dice Aitor Merino. Porque es el entrevistado de Oier Aranzabal. Quizá os suene por el documental Asier ETA biok. La entrevista se hizo este pasado invierno en un Madrid bloqueado por la nieve en el piso de Aitor: a cien metros de la Puerta del Sol.
Aitor Merino (@AitorMerino) aktore eta zinemagilearen Madrilgo habian sartu gara.
— Barruan Gaude ðÂÂÂï¸Â (@BarruanGaude) May 14, 2021
"Sentsazioa dut azken gudatik, hurrengo gudaraino, erdia baino gehiago pasatu dugula"
etzun ð§ðÂÂÂhttps://t.co/cfVLgFWf5a@ulumedia @eitbpodkast
Hablaron del proyecto Fantasía, un documental mano a mano con su hermana donde la idea, aún por desarrollar, es narrar un crucero con sus padres. Charlando de estas cosas de la memoria, Merino dice que tiene varias horas grabadas con su abuela poco antes de su muerte y habla de la importancia que le da a preservar la historia familiar.
Mientras escuchaba ese audio en las cuestas de Igeldo me acordaba de los padres de Maria.
El confinamiento de marzo de 2020 la pilló recién jubilada. En el verano de 2019 se murió en Gijón su Tía Encarna y aquellos días le despertaron sus recuerdos infantiles y juveniles. Porque Maria vive ahora en Cataluña.
Se ha pasado unos cuantos meses repasando la historia familiar y hace algo más de una semana me mandó una especie de libro en pdf de 135 páginas. Es un borrador que se acerca al final del camino.
En el mes de septiembre de 1951, una pareja se casó en Oviedo. Habría más de una boda entonces, pero pocas como esta: Pepe nació en 1882 en una buena familia ovetense (es una forma de hablar) y estaba a punto de cumplir 69 años; Rosa nació en Melilla en 1924 y le quedaba poco para soplar 27 velas todas juntas. Es decir, se llevaban 42 años de diferencia.
En 1953 nació la primera hija. Le pusieron el nombre de la madre.
En septiembre de 1954, la segunda: le pusieron María José, pero todos la conocemos como Maria. Sin tilde.
Las cosas cambiaron para Maria cuando a los 15 años murió su padre, en 1969.
Hasta entonces llevaban una plácida vida de familia burguesa de la época. Y es lo que cuenta al principio del libro: cómo era aquella vida.
Luego, las cosas se torcieron algo y fue la madre la encargada de sacar las castañas del fuego. Se trasladaron a Gijón, abrió un par de tiendas y, finalmente, retomó su carrera como maestra.
La familia paterna había estado en Cuba y María se centra en qué pasaba aquellos años previos a la independencia de España.
Ahí estaba más de un antepasado suyo. Por ejemplo, Pepa Cardet. Conocida como La Pepa Cardet, mantenía posturas favorables a España mientras que varios de sus descendientes defendían la independencia cubana. Por ejemplo, en la Guerra de los Diez Años que comenzó en el oriente allá por 1868.
Abro paréntesis. Debe de contar la historia de Pepa el historiador José Miguel Abreu Cardet en su libro La furia de los nietos: guerra y familia en Cuba. Cierro paréntesis.
La madre de Maria, Rosa, era de familia militar. Eran republicanos y el padre fue ejecutado en Melilla durante los primeros días del Alzamiento de 1936. Previamente, estuvo en las guerras del Rif y es lo que Maria repasa en el siguiente tramo del libro.
Hay una frase redonda que no he encontrado en su literalidad, a pesar de buscarla, pero cuya autora es María Rosa de Madariaga: si Abd el Krim hubiera ganado aquel conflicto, Franco no habría vencido en la Guerra Civil.
La abuela de Maria se quedó con ocho hijos. En condiciones bastante difíciles, consiguió sacar adelante la prole.
Rosa acabó Magisterio y se hizo maestra. Por ello se desplazó a Asturias: a trabajar. Allí conoció a su marido, tal y como queda dicho previamente.
Antes de todo eso, y para acabar estas líneas con una anécdota que dibuje una sonrisa en vuestra cara enmascarada, os contaré que tuvo sus devaneos con un futbolista que luego fue muy famoso por su trayectoria en el Barcelona. Se conocieron y el buen hombre le escribió una carta, porque ambos vivían en ciudades diferentes. Fue la primera y la última.
Cuando Rosa leyó aquellas líneas, rompió la carta y se despidió para siempre de Antoni. No aguantaba que un texto así estuviera lleno de faltas de ortografía.
Antes de hacer chis pun, os voy a comentar que en el último podcast del periodista Ricardo Aldarondo (Discos Mon Oncle) aparece una canción titulada Barcelona. Es tan extensa la oferta de podcasts que yo sólo ando en dos o tres charcos, pero es una delicia el saber enciclopédico de Aldarondo.
Nuevos Horizontes & José y Manuel, Barcelona.
Mariaren gurasoak, apunte hau euskaraz.
Chis pun.
Comentar