Publicado originariamente en euskara en la sección Loretopetik del diario Irutxuloko Hitza.
A comienzos de julio estuve en el Palacio Miramar en los Cursos de Verano de la UPV (por primera vez, a decir verdad). ¿Por qué me dejé caer por ese bello rincón donostiarra? Para asistir al cursillo sobre "La importancia del capital creativo: trabajos del futuro e innovación".
Aparte de expertos de Islandia, Inglaterra y Dinamarca, también hubo sitio para los de casa: el organizador Igor Calzada y Carlos Fernández, ambos del MIK, Imanol Agote de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Josean Muñoz de Tabacalera y Juan Diego de EITB. Sin olvidarnos del trío que copó la tarde del viernes: el cocinero Andoni Luis Aduriz, el comercial de Angulas Aguinaga Iñaki Etxaniz y Asier Pérez de Funky Projects, culpable, entre otras cosas, del libro La verdadera historia del kalimotxo.
Nota: imagen tomada de la web El capital creativo.
Escuché a unos más a gusto que a otros, pero me pareció buena la sesión de
este trío canterano. Aduriz no es un gran orador, pero sí que es un
magnífico comunicador y a pesar de su juventud es un cocinero puntero. Etxaniz, MBA con traje y
corbata, vendió con ahínco los productos de su empresa. Asier Pérez era la otra
cara de la moneda, licenciado en Bellas Artes, que se quitó la camiseta pop de
Mao y ofreció una provocadora
conferencia enfundado en su camiseta de la selección de Euskadi.
A los pocos días, Maite Artola invitó a la vicepresidenta (nota: o es lehendakariorde o es vicepresidenta, pero una mezcla de ambas palabras no me gusta nada) Idoia Zenarruzabeitia a su programa Mezularia de Euskadi Irratia. No recuerdo sobre qué hablaron, pero todo era muy macro y ahí la vizcaína se mueve como pez en el agua. En un momento dado, alguna de las dos citó a China. Idoia dijo que estuvo allí de vacaciones el año pasado. La periodista le preguntó qué le pareció el país y Zenarruzabeitia reconoció que vino aterrorizada por lo que vio.
Esa frase no la soltó la política, sino la ciudadana. Y fue mérito de la entrevistadora, porque habló de las vacaciones y a la vicepresidenta se le apagó por un instante el chip. Y metió la pata.
No es sano estar continuamente mirándonos el ombligo, pero tampoco es lo más efectivo apelar al miedo en demasía. Por eso estuve a gusto en el curso, porque dio a conocer buenos ejemplos foráneos y caseros. Y esto también es importante.
Comentar