Hay una expresión muy de los 80 en el País Vasco: "errefuxiatuek Euskadin bizi behar dute" (las personas refugiadas tienen que vivir en Euskadi). Era un lema coreado en las manifestaciones cuando el Estado francés comenzó a retirar el estatuto de refugiado y expulsar de Iparralde (Norte de Euskal Herria) a personas de Hegoalde (Sur de Euskal Herria). Ahora, son las y los refugiados de Siria, Afganistán, Irán... quienes quieren vivir en Europa huyendo del caos de sus respectivos países.
Hoy quiero traer por aquí las palabras de un par de periodistas vascos que cubren los conflictos de Oriente Próximo.
De lo dicho por Ane Irazabal a Sustrai Colinari ("Gertatzen dena kontatzeko gaude, ez protagonistak izateko") en febrero de 2015 (traducido al castellano aquí: Ane Irazabal, desmitificando a los corresponsales de guerra):
"(...) los refugiados sirios que nos encontramos el año pasado en Lampedusa nos reconocían todos lo mismo: “creíamos que lo que sucedía en Palestina no nos podía suceder a nosotros, que estábamos a salvo en Damasco, que nosotros vivíamos bien”. Con cuatro hijos, sin nada, acababan de llegar en una patera. Por eso digo que la verdadera empatía se logra metiéndose en la piel del prójimo, y que para ello tienes que creer que a ti también te puede pasar. Cuando lo logras, se te pone la piel de gallina..."
En enero de 2016 se publicó, por su parte, la que el mismo Colina le hizo a Mikel Ayestaran ("Nabilen tokietan, propagandak informazioak baino indar handiagoa du"). Traduzco este trozo:
"No nos engañemos: aquí la gente no habla de los suníes, de los drusos o de los chiíes; habla de la Real. Además, Occidente mira al resto del mundo por encima del hombro. Nosotros hemos exportado la democracia, nosotros hemos exportado los valores del bien, nosotros... Aunque hemos desarrollado una mínima empatía sobre las tragedias de Oriente Próximo, siempre nos imaginamos que no nos puede suceder algo parecido, que estamos a salvo."
No sé vosotros, pero yo estoy totalmente perdido: me siento huérfano. Parece que la política es incapaz de abrir vías. Además, nos hemos hecho viejos, nos hemos aburguesado y tenemos un miedo de la leche hacia el extranjero, el extraño (lo de siempre: los pobres).
A pesar de todo, hay gente que permanece alerta y que está ayudando en los lugares donde están estas personas refugiadas. Dos ejemplos cercanos aquí en Gipuzkoa: Hotz Zarautz y Zaporeak (como complemento, la iniciativa #DesafíoKatiuska por ejemplo).
Se pueden decir muchas cosas (incluso en contra), pero yo en estos casos soy más de aplicar lo que decía Bertolt Brecht en su poema Refugio nocturno.
Hay dos versiones en euskera de Gaberako aterbea: la original de Mikel Laboa y la de Negu Gorriak en el disco homenaje a Laboa (Txerokee).
Me han contado que en Nueva York
en la esquina de la calle 26 con Broadway
en los meses de invierno,
hay un hombre todas las noches
que, rogando a los transeúntes,
procura un refugio a los desesperados
que allí se reúnen.
Al mundo así no se le cambia
las relaciones entre los hombres
no se hacen mejores.
No es ésta la forma de hacer más corta
la era de la explotación
pero algunos hombres
tienen una cama por una noche
durante toda una noche
están resguardados del viento
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro que te lo dice, hombre,
Algunos hombres tienen una cama por una noche
durante toda una noche
están resguardados del viento
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero al mundo así no se le cambia
las relaciones entre los hombres
no se hacen mejores.
No es ésta la forma de hacer más corta
la era de la explotación.
Errefuxiatuek Europan bizi behar dute, apunte hau euskaraz.
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